miércoles, 26 de noviembre de 2025

Camilla Nord: "La tristeza es normal; la depresión es invalidante"

Camilla Nord. (Claudia Gannon)

Cammilla Nord (París, 36 años) dirige el Laboratorio de Salud Mental de la universidad de Cambridge, donde es profesora de neurociencia cognitiva. Con cierto aire a una Hermione Granger adulta, recibe en un despacho acristalado que da a un jardín donde juegan las ardillas. En un ensayo publicado este año, El cerebro en equilibrio (Paidós) sostiene tres tesis: que no existe un único remedio para la depresión, que los fármacos no son tan malos  como se dice y que el sistema nervioso persigue  una estabilidad durante toda la vida que, por desgracia, siempre será precaria. 

Pregunta.- A diferencia de otros expertos, usted no elige un bando: admite múltiples tratamientos contra la depresión  y considera que todos son válidos.

Respuesta.- Un único tratamiento no puede ser para todo el mundo. Los trastornos de salud mental son diversos y las causas múltiples. Por tanto deben de existir varias maneras de tratarlos.

P.- Algunos usan depresión  como sinónimo de tristeza. ¿Cómo lo rebate?

R.- La depresión altera profundamente la experiencia emocional, y en parte física, y deteriora nuestras funciones vitales. Hay que distinguir las variaciones normales de la salud mental -porque no tenemos que estar felices siempre-de la enfermedad que exige un tratamiento para recuperar esas funciones. Estar triste es normal  pero deprimirse  es invalidante.

P.-Defiende que tomar un café al  o reir con una película pueden actuar sobre el cerebro como un fármaco.

R.- La biología también se modifica  con experiencias y hábitos. Hay estudios que demuestran que ver una comedia con amigos activa el sistema  opioide endógeno y eleva el umbral del dolor. Su efecto recuerda, a menor escala, al de un analgésico.

P.- España figura  entre los países con más diagnósticos. ¿Por qué?

R.- Por el acceso a la atención. A más acceso, más diagnósticos. Pero cuando hay una igualdad de acceso influyen otros factores ambientales -la pobreza, quizá la contaminación-  pequeñas diferencias genéticas y, sobre todo, las distintas expresiones culturales de las emociones. Pesa mucho el estigma: donde hay más vergüenza, siempre menos diagnósticos...

P.-¿Hoy somos más depresivos o solo hablamos más del tema?

P.- Hay indicios de un ligero deterioro del bienestar, sobre todo en los jóvenes . La pandemia , la crisis climática o la proximidad de la guerra influyen.

P.- Estudia el equilibrio del sistema nervioso. ¿Qué es un cerebro estable y cómo se consigue?

R.- El cerebro es un órgano predictivo que alinea lo vivido y lo esperado con el entorno  para mantener la homeostasis, la capacidad  de preservar condiciones  internas estables  pese a los cambios externos. No alcanzamos el equilibrio cerebral una vez y ya. Estamos obligados a reajustarlo durante toda la vida.

P.- La hipótesis del déficit de serotonina en el cerebro está desacreditada , pero usted recuerda que los antidepresivos funcionan  en la mitad de los pacientes. 

R.- En las segunda mitad del siglo XX hubo marketing engañoso  y falta de pruebas. Aún así, a muchas personas les funcionan. No los descartaría, pero no por que corrijan un déficit, sino porque alteran como procesamos  la ambigüedad de algunas emociones. No suben el ánimo de golpe, sino que ajustan el sesgo  con el que vemos lo ambiguo. Es como si cambiaran nuestro filtro.

P.- Qué responde a quienes se oponen a la sobremedicación y a los diagnósticos rápidos?

R.- En sistemas sanitarios tan saturados , recetar es más inmediato que ofrecer psicoterapia. Preferiría decisiones más adaptadas, pero excluir la medicación no es la solución. Hay personas que, tras intentarlo todo, salen del pozo gracias a un fármaco. Deben poder acceder a él.

P.- ¿Ha sufrido una depresión?

R.- Yo no, pero personas muy cercanas  sí. Quizá por eso me obsesiona entenderla.

Álex Vicente. Londres. El País, martes 11 de noviembre de 2025.

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