En el cementerio de Le Py, en Sète, pueblo de pescadores de la región francesa de Languedoc, yacen dos amantes enterrados a pocos pasos de Paul Valéry. La vida de los dos enamorados no tuvo los visos trágicos de Romeo y Julieta pero su historia resume con exactitud la manera como Georges Barrens, el amante, logró ser uno de los iconos del siglo XX. Ella se llamaba Joha Heiman y er conocida con el apelativo Püppchen, muñequita en alemán. Se conocieron en 1947, nunca vivieron juntos como correspondía a la mente libertaria de Brassens, y en su honor el cantautor escribió cuatro canciones memorables: J'ai rendez-vous avec vous, Je me suis fait tout petit (devant une poupée), Saturne, Rien à jeter, La non demande en mariage. Tan sencillo como único. L'Oncle Georges, así era conocido entre su grupo de fieles, murió a los 61 años, de un cáncer intestinal. Su impronta, metidos de lleno en este siglo, en el que el cantautor se sentiría ajeno, ya no tiene el relieve de los 30 años que reinó en la Francia gobernada por los hombres de la chanson. Brassens, Brel, Ferré, Aznavour... la lista es tan excelsa que recitada de memoria suena a entelequia. Ya ningún joven fuma en pipa a imagen de Brassens. Y los que aún lo hacen son esos estudiantes que ahor, en el crepúsculo, peinan las canas como quien peina una nostalgia gritona. Pero para los que aún no lo han descubierto, la pipa y el bigote fueron icónicos pilares de un"trovador", así le gustaba definirse y sus letras potentes, aforismos cargados de poética de cuya fuente bebieron autores de la categoría de Serrat, Sabin, Francis Cabrel, Luzio Dalla y Fabrizio de André.... Daniel Vázquez Sallés. Barcelona- El Mundo 31 de diciembre de 2016
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