El filósofo Byung-Chul Han recoge en las páginas de En el enjambre, obra venturosamente crítica con la revolución digital, el llamado síndrome de París. Se trata de una perturbación que afecta sobre todo a los turistas de Japón en forma de alucinaciones, desrealización, angustias, mareo, sudores y sobresaltos cardíacos cuando descubren que el París real no tiene nada que ver con el París imaginado. Antes del viaje, tenían en la cabeza una imagen ideal destruida por la cruda realidad. "Las fotos bonitas " -sostiene Han - "blindan a esos turistas frente a la sucia realidad". El síndrome de París podría ser una de las razones del extraño comportamiento de Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y demás compañeros de acampada de Podemos. Sudores, sobresaltos, espadas como tuits, uso compulsivo de los dedos de la mano para lanzar al espacio las armas digitales con las que combatir al adversario. La imagen ideal de la política en aquellos fuegos de campamento interminables donde todo era posible se ha ido por el sumidero de la sucia realidad. La política real es esto, amiguitos. Una vez arriada la bandera pirata y abandonadas las tiendas de campaña, queda el París real de un partido político. Con sus estructuras, jerarquías, liderazgos, compartimentos estancos, entornos, equipos y luchas de poder....El tierno fuego de campamento en el que se jugaba al Monopoly de la revolución ha sido sustituido por el juego real del sistema político en el que los medios de comunicación intervienen como un jugador más para establecer categorías simples y maniqueas.... Advierte Han que "la transparencia total impone a la comunicación política una temporalidad que hace imposible una planificación de futuro". Ese futuro que Podemos busca atropellándose a sí mismo.
Lucía Méndez. El Mundo, sábado 31 de diciembre de 2016
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