domingo, 13 de agosto de 2017

Filosofía para veraneantes

Me disculpará mi querido colega y amigo M.V.F. de haberme apropiado del título del curso que dirigió en los primeros días de agosto en Corcubión. Tengo mis razones. Me pareció excelente la idea de invitar a los veraneantes a unas charlas que presumo interesantes por sus sugerentes títulos: E se no canto de ser houbese nada? /¿Y si en lugar de ser no hubiese nada?J.T. e M.B, A verdade en tempos de posverdade?/¿La verdad en tiempos de la posverdad? P.J, Por que é mellor ser bo ca ser malo?¿Por qué es mejor ser bueno que malo? M.V.F. y D.D, Quén teme ao pobo soberano?/ ¿Quién teme al pueblo soberano?S.C.,  Aínda hai arte despois da morte da arte?/ ¿Aún hay arte después de la muerte del arte? M.B.  Un lugar tan pintoresco como encantador, Corcubión, que uno imagina, a primeros de agosto, bajo un cielo azul, bañado por el sol, con sus barcos multicolores, me parece una original carta de presentación para un coloquio de Filosofía. En cuanto a mi papel de "petite voleuse"/ladronzuela" de textos, artículos, pensamientos que me parecen interesantes, esa es mi función, la razón de ser de este blog: tejer, unir lo que encuentro leyendo para seguir trenzando la malla, dibujando el motivo donde siempre se asoma Francia.

Camus y René Char 
Cuando julio empezó, sin un proyecto determinado, sólo el de poner al día las lecturas atrasadas, miré el montoncito de libros sin leer  y me dejé llevar: el primero, un livre de poche/folio, de portada blanca sobre la que destaca una foto: Camus y René Char, vestidos de verano, en L'isle-sur--Sorgue (una segunda fotografía confirma el lugar en las primeras páginas). Su título: Correspondance .1946- 1959, (Gallimard, collection Folio, 2017 ) Y como una veraneante más, sin salir de mi casa, me instalé en el azul del pequeño jardín inundado de hortensias, con mis dos invitados de lujo, un filósofo y un poeta. Esos dos amigos,  de los que desconocía su amistad que se fue fraguando, consolidando a través de esta correspondencia. Unas doscientas cartas reunidas ahora la testimonian. En ellas se rastrean lo que fueron los compromisos y los trabajos comunes de estos dos hombres de posguerra, transmitiendo una proximidad entre ellos atenta y recíproca. Char invita a Camus a su pequeña casa de L'isle-sur-la Sorgue  en la Vaucluse, cerca de Lubéron. Caminan juntos por las faldas de las montañas de la Provence soleada. Camus descubre una tierra donde encuentra algo de su Argelia natal. Varias veces Camus escapa de la grisura parisina para reencontrarse con su amigo en La Isle y así acabará comprando una casa en Lourmarin. Camus necesita la amistad de Char en un momento en que ve como muchos de sus amigos le dan la espalda. La publicación, en 1951 de L'homme revolté desencadena un motín contra él. Sus amigos de Les Temps Modernes le insultan. Jean-Paul Sartre rompe con él. Los dos amigos se ven poco, sin embargo su complicidad se hace cada vez más estrecha, siempre a través de su correspondencia a lo largo de 13 años que sólo se interrumpirá con la muerte de Camus. Salió de Lourmarin, regresaba a París de pasar la Navidad con su amigo y en Villeblevin el coche en el que iba se empotró contra un árbol. Tenía 46 años.


Ahora estamos en otro jardín. En realidad es mucho más que un jardín, un huerto- jardín que sube por una ladera en los altos de Beluso, en Bueu. Es el resultado del trabajo de bastantes años de F., el marido de mi amiga C. Cuenta también con un horno de piedra y un pequeño taller donde F.  prepara los materiales con los que recupera el muro que rodea la propiedad, que de ser un trozo de monte hoy es un vergel  donde conviven plantas, flores y frutas. En el porche de la casa desde el que se divisa a lo lejos la playa de Area de Bon, las cuatro mujeres que estamos estos días en la casa, leemos. ¿Y quién es el filósofo que  ha tomado asiento esta vez, en este paraje de paz, lejos del mundo,  que bien podría haber sido uno de esos lugares en los que se restablecía de sus crisis?  Nada más ni nada menos que Louis Althusser. La reciente conferencia del filósofo Zizek en Madrid es el punto de partida del artículo de Muñoz Molina: Liturgia del gurú (Babelia, 8-07-2017) que comienza así: "Cuando era muy joven, en 1976, presencié la llegada de un gurú al que se recibió entonces como he visto que se recibe ahora en Madrid al filósofo Zizek.... Althusser era como un Padre de la Iglesia, un San Agustín o Tomás de Aquino de la Trinidad Sagrada, Marx, Engels, Lenin, Sus dos libros más cuantiosos estaban en los escaparates de todas las librerías: Para leer "El capital", "La revolución teórica de Marx".Veinte años después de esa visita a Granada, minuciosamente descrita por el autor del artículo, lee las memorias de Althusser, El porvenir es largo, en el que encuentra un pasaje de aquella visita a Granada. El porvenir es largo (Áncora y Delfín, 1995), estaba entre los libros de las estanterías de mi habitación, reclamándome una segunda lectura. No lo dudé y lo llevé conmigo a Bueu donde además de ser leído y comentado por los que habitan y pasan por la casa está viviendo un verano inesperado, un verano de luz que contrasta con la negrura del testimonio de su vida. A mi regreso, continué su lectura en la edición original francesa  L'avenir dure longtemps (Stock/Imec, 1992). Creo que leerlo es un excelente antídoto contra los proyectos de hoy de revivir El pasado de una ilusión. Un antídoto sobre todo a la necesidad que a veces sentimos de gurús, de santones que se vienen abajo cuando los vemos de cerca, sin impostura. La admiración, en este caso, deviene en compasión ante su humana fragilidad. También en reconocimiento por haber tenido la valentía y la humildad de mostrarlo.

La filosofía, este verano, insiste en mi compañía. Preparo un viaje a Lisboa, leo entre otros a Pessoa, escritor de difícil adscripción. Sus escritos, meditaciones y poemas, su preocupación por la existencia humana entran de lleno en la filosofía. Descubro su Lisboa del Libro del desasosiego. Su Lisboa de la niebla y la melancolía: "En la niebla leve de la mañana de media-primavera, la Baixa despierta entorpecida...."

Carmen Glez Teixeira



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