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Aurora Bernárdez, la Maga de Rayuela. |
Philippe Fénelon y Julia Slatzmann recuperan los escritos de Aurora Bernárdez, albacea y viuda de Cortázar. Quienes realmente conocieron a la pareja, como Mario Vargas Llosa, lo sospechaban porque inteligencia, lecturas y sensibilidad estética estaban repartidos por igual. Incluso en algunos aspectos, ella le llevaba ventaja y en la intimidad no estaban tan claramente delimitados los papeles como se creía. Él, el de afamado escritor; y ella, la primera esposa, el de primera lectora y compañera y amiga siempre, hasta convertirse en albacea literaria y heredera universal. Ahora tras su muerte, en noviembre de 2014, ella se revela también como una notable escritora secreta, oculta tras el autor de Rayuela -o Gran Cronopio, como prefieren llamarlo aún hoy muchos de sus fans- fiel a su naturaleza, como el alacrán según dejaría constancia en uno de los últimos apuntes de sus cuadernos privados. "Creo que siempre tuve una vocación de oscuridad y secreto". Se trata, por supuesto, de Julio Cortázar y de Aurora Bernárdez. O, en concreto de la obra literaria de ésta última, El libro de Aurora. Textos, conversaciones y notas de Aurora Bernárdez (Alfaguara) sacados ahora a la luz, casi tres años después de su muerte, con edición de su viejo amigo el compositor de óperas y realizador francés Philippe Fénelon y la experta Julia Saltzmann. Un volumen que sorprenderá a más de un lector porque "de Aurora no sabíamos nada, salvo que era traductora; todos la conocían sin conocerla" resume el editor que, por su parte, no se sorprendió en absoluto, porque no sólo sospechaba que tras la brillante traductora de Flaubert, Albert Camus, Faulkner y tantos otros, se escondía una escritora de fuste, sino que lo sabía a conciencia, porque el autor del documental La vuelta al día -que había entrevistado largamente a la albacea de Cortázar en 2005, en su piso parisino de al Place du Général Beuret, donde el argentino escribió Rayuela (una de las pocas entrevistas que brindó la discreta viuda, incluida en el libro)- también había transcrito sus cuadernos privados, desde 1979 hasta su muerte, a razón de uno o dos por año, más otro titulado El cuaderno del Río Belgrano, de su legada a París a finales de 1952, poco antes de casarse al año siguiente con aquel joven escritor del que había quedado prendada al leer el cuento Casa tomada publicado en una revista...
Matías Néspolo. Barcelona El Mundo, jueves 1 de agosto
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