sábado, 5 de agosto de 2017

Suave era la noche en Antibes

Los Fiztgerald en Antibes
Antibes era aquel verano el lugar al que las chicas iban a buscar marido y los maridos a buscar chicas. También Picasso, que llevaba seis años casado con la bailarina Olga Koklova y, como ya no se conmovía con su aire de lánguida tristeza, se desahogaba con pinturas salvajes. Su cotización se había triplicado y disfrutaba en París de chófer y un piso elegante en la rue de la Boétie, pero tenía que soportar una vida entre duquesas por imposición de su mujer.... A ese exclusivo club de ricos sin fronteras habían accedido también  Scott y Zelda Fitzgerald, veraneantes en Antibes cuando aún quedaban extensiones de arena inexplorada. Los Fiztgerald habían huído de la ley seca que, sin embargo, llenaba de ginebra las fiestas boozy de la élite de Nueva York, con mucho foxtrot, mucho charlestón, mucho dixie, mucho gánster y mucho desenfreno. Era la era del jazz y de las flappers de faldas cortas, pelo corto y besos tan largos que no cabían en una sola noche. Aquella generación que cantaba Yes, we have no bananas con el susurro asmático de los trombones tenía en los Fiztgerald su emblema de glamour. Eran beautiful people atrevidos y extravagantes, dos luminarias que amaban el arte y el alcohol en noches en que parecía que todo era posible. Zelda recibió el nombre de una reina gitana y creía que eso infundía la anarquía de su vida . Confundiendo la literatura con la vida , la pareja vivía como si las cámaras estuvieran siempre detrás de ellos, parecían estupendos personajes de novela y todo lo hacían a un ritmo endemoniado. En la fantasía de Scott, su mujer encarnaba un vampiro adolescente penetrando en su ficción. Aquel verano ene Antibes, mientras Scott se abstría escribiendo una novela que acabó llamándose El gran Gatsby, Zelda se arreglaba su media melena, se ponía sus pendientes de aros con pequeños diamantes, se chutaba una dosis de audacia e iba a la búsqueda del árbol prohibido de aquel paraíso: el joven piloto francés Edouard Jozan.....Zelda y su piloto bailaban libres y se bebían todo Antibes y sus alrededores. Esas eran las cosa que Zelda siempre había querido hacer aunque tuviera que pagar el precio. Scott la encerró en casa hasta que el aviador batió las alas y dejó la estela de una infidelidad imaginaria. Los Fiztgerald necesitaban el drama y eran víctimas de su propia imaginación. Scott comparó su pérdida de confianza en Zelda con la pérdida de ilusiones en El gran Gatsby. Lo que pasó en aquel mes de julio era algo como Scott escribió en sus libretas, "nunca podría ser reparado"..... Y se abrió una grieta en Zelda por donde entraban la luz y la amargura : a finales de verano tomó una sobredosis de pastillas para dormir. Scott nunca llegó a saber si fue un intento de suicidio o un accidente. Los Fiztgerald se quedaron sin suelo bajo los pies, pero aquellos días infelices en Antibes se convirtieron en una experiencia literaria tan potente que alumbró Suave es la noche de Scott y Resérvame el vals de Zelda. Léelos y verás que detrás de su fachada reluciente se transparenta la vida como proceso de demolición . En fin, que aquel verano en la Costa Azul el cielo era tan azul y tan triste que explicaría perfectamente por qué el blues se llama blues y por qué Isadora Duncan prefirió pasarlo en Rusia....
Gonzalo Ugidos. yodona.com, 9 de julio de 2017

1 comentario:

  1. Que interesante esta informacion, gracias por tan bonito blog, es el tipo de cosas que me gustan ver y escribir en internet, y en mis blogs tambien.

    ResponderEliminar