sábado, 4 de noviembre de 2017

La feria de libros de Gaillac

Vista de Gaillac
Estoy en la pequeña pero formidable feria del libro de Gaillac, un precioso pueblo francés cercano a Albi. La feria, que dura dos días, está plantada en una plaza, un montón de carpas alegres y blancas. Aquí nos sentamos nada más ni nada menos que 70 autores tras nuestros libros (un enorme plantel para una feria así). Por las tardes se anima, pero por las mañanas hace un frío pelón y nos pasamos horas sin vender un colín. Bueno exagero, de vez en cuando se acerca alguien y te compra una novela, y entonces tu te sientes tan agradecida que inmediatamente le pedirías en matrimonio, independientemente de su edad y su sexo. En realidad somos como feriantes de los mercados callejeros, feriantes vendiendo calcetines y bragas de palabras. Tiene gracia este regreso a la compraventa más básica, el arte como un modesto exudado de la realidad cotidiana. Hoy en esta plaza de Gaillac ofrezco libros en un puesto como podría ofrecer manzanas, porque ambas cosas nos sirven para mantenernos con vida. Hace dos días me preguntaban en Toulouse si las novelas pueden proporcionarnos salidas y consejos en los momentos de profunda zozobra como el que vivimos (escribo este texto, que tarda dos semanas en imprimirse, un día antes de la supuesta declaración de independencia) y yo contesté que no, si de lo que estamos hablando es de una fórmula de urgencia para vadear la crisis. Uno no escribe para enseñar nada, escribe para aprender, para intentar poner un poco de luz en las tinieblas que somos. El sentido de escribir novelas es la búsqueda del sentido de la existencia, y no podemos traicionar esa ambición pura de conocimiento para dar doctrina, por muy bien intencionada que esa doctrina sea. Y, sin embargo, no me cabe la menor duda de que los libros nos salvan la vida y nos ayudan, justamente a sobrellevar los momentos más duros. Decía Camus que el arte en general, y la literatura en particular, era nuestra mayor arma contra el horror.....La larga trenza que a lo largo de los siglos formamos los lectores y escritores (que también somos lectores) es la cuerda que nos saca del pozo..... Por eso me conmueve esta preciosa y pequeña feria con su empeño de encender de palabras la oscuridad. Porque en la peor noche siempre nos salva la poderosa magia que los libros encierran, a saber, alguien que necesita compartir y alguien que escucha.
Rosa Montero. Maneras de vivir. El País Semanal, 22 de octubre de 2017

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