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El filósofo francés François Jullien |
"Resulta más fácil movilizar las emociones negativas que atraer la inteligencia", lamenta François Jullien, filósofo francés. Pensar que, por ejemplo, la baguette, el queso y el vino conforman la identidad cultural francesa es una "tontería". La identidad cultural no existe, cree el filósofo y sinólogo francés François Jullien, que ha titulado así su nuevo libro publicado por el sello Taurus y que presentó estos días pasados en Madrid. Jullien, de 65 años, uno de los pensadores más respetados del país galo, no ve sentido a las reivindicaciones identitarias que buscan ahondar diferencias. "Debemos distinguir entre la identidad del sujeto y la identidad cultural. Yo tengo una identidad como sujeto desde mi nacimiento hasta mi muerte. Pero no existe una identidad cultural porque la cultura ni nace ni muere. Las culturas están disponibles para que los sujetos, con su identidad personal, puedan desarrollarse a través de sus recursos culturales, que no es lo mismo. La identidad cultural solo se puede definir con clichés, estereotipos, imágenes fijas, pero, claro, tiene una función ideológica para crear adhesiones. La cultura no es el refugio de la identidad, sino el conjunto de actividades y de recursos que permiten el desarrollo del sujeto. Y esos recursos deben estar disponibles para quienes los quieren explorar y explotar"... "La educación tiene la función de hacer que los ciudadanos puedan acceder a los recursos. No poseerlos, sino acceder a ellos. Y ahí hay algo que debe emanar del Estado, que es la educación. El primer recurso es la lengua, pero actualmente existe una renuncia a una utilización desarrollada de lengua. La clase política francesa emplea una lengua francesa cada vez más pobre, así que me ha encantado que el nuevo Gobierno que encabeza Emmanuel Macron haya abierto el vocabulario porque es mucho más cómodo manipular a la gente con eslóganes que hacerlos reflexionar con pensamientos articulados"... François Jullien afirma que el auge del nacionalismo que vive Europa se explica en la utilización perniciosa de los afectos y el miedo. "El nacionalismo apela a la conciencia identitaria y por tanto al afecto, a la emoción negativa, al miedo como capacidad de movilizar a la colectividad... Creo que España tiene una ocasión única para reflexionar sobre sí misma"...
Álvaro Soto. Madrid. La Voz de Galicia, lunes, 6 de noviembre de 2017
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