viernes, 3 de noviembre de 2017

Sobre la mentira, el disimulo y la sinceridad, 2

Madeleine de Scudéry
Esas mujeres, por algunos de sus tics y presunciones y con ayuda de la misoginia, fueron satirizadas por Molière en sus obras Las preciosas ridículas (1659) y Las mujeres sabias (1672). Madeleine puede ser la Magdelon de la primera pieza que, con su amiga Cathos, desprecia el amor de dos jóvenes muy apañados, por considerarlos poco distinguidos, para caer luego rendidas ante dos fingidores que resultan ser los vulgares criados de los anteriores. Aunque las preciosas fue un fenómeno francés, hay que hacer notar que Quevedo, en 1624, ya se había burlado de ellas (en su versión española) en La culpa latiniparla, catecismo destinado a las mujeres cultas y hembrilatinas, según decía el subtítulo de su obra, y cuyo propósito, una vez más, era zaherir a Góngora y el artificio verbal gongorino. Aquí se puede apuntar que todo lo español estaba muy de moda en la Francia del XVII y que la literatura del barroco español (teatro, novela, todo) influyó enormemente en la francesa... Madeleine de Scudéry (1607-1701) nació en Le Havre, hija de un capitán de barco, y se quedó huérfana siendo muy niña. Fue educada por un tío cura, que le proporcionó una educación completísima y, por ello, insólita para una joven de su época: además de cocina y bordado, estudió escritura, danza, dibujo, pintura, agricultura, medicina e historia antigua. E idiomas: español, italiano, griego y latín. Con este bagaje se abrió paso cuando, en 1637, se estableció en París con su muy querido hermano mayor, Georges de Scudéry, futuro dramaturgo de éxito, que le prestó su nombre para firmar varias de sus novelas, pues entonces no estaba bien visto que una mujer escribiera. Georges le doró mucho la píldora al omnipotente cardenal Richelieu, quien impulsó la Academia Francesa -Georges entró en ella- inspirándose en el formato y en la predilección de los salones por el mimo de la lengua. Madeleine, que se hacía llamar Safo entre los íntimos, escribió y publicó muchísimo y con gran éxito. Artamène ou le Grand Cyrus (1648-1651) -en diez volúmenes y con más de dos millones de palabras-, Clélie (1654-1661) -idem - y Almahide ou l'esclave reine (1661-1663) son algunas de sus extensísimas novelas. Podríamos señalar tres características comunes al conjunto de su obra, su cariz histórico..., las alusiones veladas, pero claras, a personajes reales - ella misma la primera- y la inclusión en ellas, junto a los necesarios episodios  de amor o de guerra, de largas conversaciones sobre asuntos morales, filosóficos  o de costumbres, de las que son perfecto reflejo las contenidas en Sobre la mentira, el disimulo y la sinceridad. En Artamène, la Scudéry incluyó un grabado ( Carte du Tendre ) que representa el mapa de algo así como el País del Amor, que alcanzó gran celebridad y mereció una canción de Georges Moustaki, Madeleine. Opuesta al matrimonio nunca se casó, pero mantuvo una relación de por vida con el historiador Paul Pellison. Murió a los 93 años, después de padecer sordera durante cuatro décadas.
Manuel Hidalgo. Galería de imprescindibles. El Mundo, sábado 30 de septiembre de 2017

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