domingo, 19 de noviembre de 2017

Le Havre bulle de cultura, 2

En primer plano el espacio Niemeyer y al fondo la iglesia de Saint Joseph
Las rutas tienen en común su punto de partida, el sugerente Volcán que diseñó Oscar Niemeyer y que ahora alberga uno de los centros culturales más influyentes de Francia. El primero de estos recorridos resalta el diseño urbano original de Auguste Perret a través de sus elegantes avenidas y algunos de sus edificios más emblemáticos, como el Hôtel de Ville o la hermosa iglesia de Saint Joseph, cuyo interior ha redecorado la japonesa Chiharu Shiota o su propio estudio, que contrastan con las grandilocuentes instalaciones de Stéphane Thidet (Impact, en forma de aguas en el Bassin du Commerce), de Lang/Baumann (UP#3, prolongando la Porte Océane) y de Karel Martens, que durante el verano ha utilizado las cabinas de baño de la playa como un inusitado lienzo para terminar llenándolas de color. Un buen sitio para darse un homenaje después de contemplar este espectáculo es Au Caid, en el 123 de la rue Victor Hugo, uno de esos cafés-restaurante con alma y estilo propio que surge en ciudades marineras como Le Havre. Desde su terraza se ve el Volcán de Niemeyer, pero lo mejor se esconde en un interior que no se ha modificado desde los años 50, cuando fue declarado edifico de especial relevancia... La segunda ruta descubre el camino que conduce tanto al puerto como al otro gran centro cultural de Le Havre: el MUMA o Museo del Arte Moderno André Malraux, uno de los museos más fascinantes de Francia que durante el verano ha albergado la mayor retrospectiva dedicada a Pierre et Gilles y donde el pasado 9 de septiembre se inauguró una muestra en torno al famoso cuadro de Monet. Después de recibir múltiples donaciones  - como las 240 obras de Eugène Boudin que cedieron sus herederos; el legado de Charles Auguste Marande, riquísimo en obra impresionista; o el no menos generoso regalo de la familia Senn-Foulds-, esta institución se ha convertido en el segundo museo de Francia después del Orsay, especializado en arte francés de finales del siglo XIX. Es, además, el lugar perfecto desde donde preparar un viaje por su territorio circundante de la mano del impresionismo.
Hay nada menos que doce itinerarios perfectamente señalizados que permiten conocer hasta qué punto este rincón de Francia inspiró a tantísimos artistas. De Rouen a Giverny pasando por gran parte de la costa normanda, se suceden los paneles que reproducen las obras que realizaron in situ figuras como Courbet, Whistler, Caillebotte y Manet además de Claude Monet, el más carismático pero también el más prolífico de su generación.
Por su parte el tercer recorrido nos lleva a través de escaleras y pintorescas callejuelas a Tourneville, una zona alta que sobrevivió a los bombardeos y que ahora se puede alcanzar no solo a través de escalones, sino también utilizando un flamante funicular. Es un barrio muy curioso donde se han instalado muchos artistas en el entorno de una antigua fortaleza del siglo XIX. Para terminar, se propone al viajero conocer lasa ciudades flotantes que existen en el interior del espacio urbano, recordando las múltiples actividades que la ciudad ha desarrollado en torno al comercio marítimo a través de sugerentes instalaciones como los Jardines Fantasmas de Baptiste Debombourg, en el Bassin du Roy; o las obras de Julien Berthier, en forma de un gigantesco retrovisor o de un sugerente barco a punto de hundirse. A dos horas de París, y con cerca de mil doscientos amarres, Le Havre se considera el puerto deportivo de la capital francesa, siendo además el único de la bahía del río Sena, con aguas profundas y una accesibilidad total durante las 24 horas del día. La zona se ha llenado de nuevos edificios que, de alguna manera, retoman el legado de Perret y Niemeyer. Ahí está la nueva sede de la Cámara de Comercio que se asoma al Bassin Vauban, diseñado por René Dottelande; de la Escuela Nacional Superior Marítima en forma de de proa de barco, o la ingeniosa Cité des Docks, creada para alojar a universitarios. Capítulo aparte dentro de la arquitectura que se ha desarrollado en este universo marino merece Les Bains des Docks/El Balneario de los Muelles, un proyecto extraordinario con el sello de Jean Nouvel que incluye una de las piscinas olímpicas más originales de Francia, así como un irresistible conjunto de delicias acuáticas al que cualquiera puede acceder por menos de cinco euros...
Javier Mazorra. El Mundo, 31 de octubre de 2017

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