La pared perforada de la capilla de Noter Dame du Haut en Ronchamp de Le Corbusier. |
Charles-Édouard Jeanneret (1887-1965) -Le Corbusier- fue internacional -construyó en la India, Japón, Argentina, Estados Unidos o Francia - e inesperado: lo icónico y lo cotidiano, lo ligero y lo denso convivieron en su siempre cambiante obra. Hijo de un relojero suizo, dedicó una década de su vida a viajar antes de decidir que quería hacer. Luego nadie fue tan libre, respetado, y a la vez, tan discutido como él. En 2016 la Unesco decidió corregir la laguna de edificios modernos que tenía su lista de inmuebles protegidos reconociendo nada menos que 17 de sus trabajos. La institución consagró así -la historia ya lo había hecho- a Le Corbusier como el gran inventor y reinventor de la arquitectura del siglo XX. De la máquina para habitar que fueron sus primeras viviendas a los organismos vivos de hormigón que levantó con sus sublimes edificios religiosos -Ronchamp y La Tourette-. En la ciudad, firmó, sobre todo, propuestas de convivencia urbana: Unité d'Habitation en Marsella; la nueva ciudad de Chandigarh, en la India, o Firminy-Vert en Francia, se han convertido en monumentos fuera del tiempo que mantienen su legado vivo. Hagan la prueba. Traten de adivinar cuando diseñó cada uno de estos intentos de cambiar el mundo.
Anatxu Zabalbeascoa. El País Semanal, 6 de diciembre de 2020.
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