De cerca impone. Tiene un aire de profeta bíblico. O de intelectual de otro tiempo, un tiempo de intelectuales a los que se escuchaba y que a menudo, en sus opiniones políticas, se equivocaban espectacularmente.
P,- "Estamos desorientados", escribe usted. ¿Qué nos desorienta"
R.- La desorientación son aquellos momentos de la historia en los que a la población no se les propone ninguna elección clara. Conocí una época orientada. En política se enfrentaban una derecha y una izquierda claramente identificadas. La derecha: conservadora, nacionalista, partidaria de la propiedad privada. La izquierda: socialista, comunista e internacionalista, partidaria de una lucha de clases. En Francia había una elección fundamental: ¿se estaba a favor o en contra de la guerra en Argelia?¿Y de las guerras coloniales?
P.- ¿Se acabo todo eso?
R.- Ahora este tipo de definición es difícil de encontrar. El mundo dirigente -propietarios de bienes, accionistas, partidos y diputados- está de acuerdo en que no habrá una transformación fundamental. Tampoco hay partidos políticos realmente diferentes unos de otros. La elección política se vuelve muy difícil y confusa, y se expresa a través de protestas más o menos violentas contra este o aquel punto. Pero son protestas desligadas de una visión de conjunto. Quienes protestan se sienten desorientados. No saben cuál será la etapa siguiente, no saben qué significa su derrota o su victoria. Es como un viaje marítimo sin brújula.
P.- No le convencen movimientos como los chalecos amarillos.
R.-Entiendo su naturaleza. Sé que detrás hay una cuestión real: el abandono progresivo del mundo rural y provincial por las autoridades y también las poblaciones. Pero el movimiento en sí no indica por medio de qué método piensa resolver sus problemas. Por falta de una visión clara sobre qué hacer se busca una cabeza de turco. "Es culpa de Macron". Se imaginan que, haciendo caer a Emmanuel Macron, la situación cambiará. Son movimientos de cólera, pero la cólera no es una buena pasión política porque es negativa: sabemos qué no quiere, pero no qué quiere.
P.- La pandemia, ¿nos desorientó?
R.- Llegó en una época ya desorientada, pero lo agravó. Nadie estaba preparado. En el fondo, lo que se impuso fue la cólera, nuestras costumbres se veían perturbadas: no poder ir al café, tener que llevar mascarilla, vacuna. La pandemia nos permitió medir hasta qué punto estábamos desorientados.
P.- ¿Y la guerra en Ucrania?
R.- Recuerda más bien al momento antes de la guerra del 1914, un conflicto posiblemente mundial que está llegando a situaciones de detalle en Europa Central, como la Primera Guerra Mundial, que se desencadenó por Serbia y por disputas por los imperios coloniales. Era un enfrentamiento para saber si Alemania iba a ser admitida en el club de las grandes potencias. Hoy en el horizonte está la cuestión de si China va a ser admitida en el concierto de las naciones. Para que esta situación se clarifique hace falta que Rusia ya no sea un factor en el juego...
Marc Bassets. El País, domingo 22 de mayo de 2022.
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