En mi entorno había apuestas sobre si acabaría o no. Pero sabía que podría. Y si no, no pasaba nada. No se trata de batir un récord sino de vivir una experiencia y ser bonna fide, tener cierta bonhomía y ayudar al otro. Aunque fui así educada, no soy creyente".
"En el Camino algunos buscan una experiencia espiritual; otros, deportiva... También hay historias conmovedoras: gente que busca cumplir una promesa o paliar un dolor. Recuerdo una pareja que había perdido a su hija. Hacían el Camino para compartir algo juntos, más allá del dolor. Lo hacían con una disciplina y una dignidad enormes". Desde que era cría, la gente tiende a contarme sus historias. Y ya como escritora con más razón: sienten que te regalan un testimonio".
"Hacer el Camino tenía para mí el sentido de recuperar un trayecto de infancia: el que hace una niña desde Euskadi hasta Galicia, que sigue la ruta hasta Santiago. Yo buscaba sumergirme en los recuerdos, y aunque llegué a Santiago y seguí hasta Finisterre, para mí el final fue llegar a la casa de mis abuelos, en una aldea por Oza de los Ríos, cerca de Betanzos. Allí estaban casi todos mis primos y mis tíos y estuvimos recordando otros peregrinajes de mis familiares".
¿Qué me traje del Camino? "Material, nada. De hecho, dejé la mitad de lo que llevaba por el camino. Me traje, sobre todo, una sensación muy peculiar: tener más claro quién era yo que era algo que se había desdibujado en el paso de mi primera juventud a la edad adulta. Y yo, que soy agnóstica, me traje una lección también: que no puedes controlarlo todo. Y que ocurriera lo que ocurriera, yo podría sobrevivir".
El camino en primera persona. Xunta de Galicia. Xacobeo 21-22.
XL Semanal, 14 de junio de 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario