La decisión de los jueces, prevista el 8 de julio, puede tener consecuencias incalculables para el mundo del arte y el mercado. "He dado una patada en el hormiguero", decía esta semana Druet en su taller en una industrial en Saint-Ouen, al norte de París, entre estatuas de De Gaulle, Picasso o Rodin y bajo la mirada severa de un loro llamado Jacquot. Con la metáfora del hormiguero, quería denunciar lo que califica de "sistema": el de los artistas conceptuales que se atribuyen toda la autoría cuando una parte del trabajo se la hacen otros artistas o artesanos.
"Si Druet gana, todos los artistas serán denunciados y será el fin del arte conceptual en Francia, alertó Emmanuel Perrotin, galerista de Cattelan desde los años noventa, en declaraciones al diario Le Monde, que reveló el caso a principios de mayo. Druet tuvo un papel decisivo en dos de las obras que consolidaron la fama de Cattelan, un artista que admite no saber pintar ni esculpir. La Nona Ora muestra al Papa Juan Pablo II aplastado por un meteorito. Precio: tres millones de dólares (unos 2,7 millones de euros). Fue Druet quien esculpió al pontífice y al tirano. Pero fue Cattelan quien tuvo la idea. Fue Cattelan quien le dio a Druet las instrucciones para fabricarla y quien puso en escena la obra en galerías y museos. Fue Cattelan quien la firmó.
Hay mucho en juego. Dinero y reputación. Y la definición del arte y del artista. De ahí que la audiencia en el Tribunal de París, el 13 de mayo, despertase una expectación insólita para un caso de propiedad intelectual. Faltaba Cattelan, pero ahí estaban frente a frente, su galerista, Perrotin y Druet, y medio centenar de personas en el público. Lo que se escenificó fue un duelo jurídico y también estético. Abrió fuego Jean-Baptiste Bourgeois, el abogado de Druet. Sí, admitió, puede que Cattelan tuviese la idea, "pero hace falta alguien para realizar una idea", dijo. "Y este alguien está aquí sentado: el señor Druet". Cattelan y Perrotin, según el abogado, hubiesen podido encargar las figuras a miles de escultores, pero eligieron a Druet "por su calidad y talento". Con una sólida formación académica, Druet había trabajado durante décadas en el Museo de Cera Grévin, en París. Y había esculpido a personalidades como François Mitterrand o Julio Iglesias...
Marc Bassets. Saint-Ouen. El País, domingo 29 de mayo de 2022.
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