Pero no seamos erráticos. Un lío inesperado quiere ser comedia, pero resulta una experiencia abrupta, antipática y cargada de amargura, por mucho que tenga un happy end con falsa poesía y tirando a tontorrón. La cosa va de una familia en la que todos mienten, a excepción de los abuelos que se aman mucho. En la pareja protagonista están aburridos uno del otro y se engañan el mismo día, a la misma hora y en el mismo sitio que es la casa de veraneo familiar. Allí van a parar todos como si fueran elefantes en trance moribundo. Primero llega él (Stépfane de Groodt), cincuentón casi sexagenario que no quiere envejecer, acompañado de una chica que si no es menor lo parece. Luego llega ella (Elsa Zylberstein) con un pizzero -tal cual, no había butanero- italiano. Allí se los encuentran los abuelos -lo mejor, los grandes Guy Marchand y Anne Benoit en dos papeles imposibles- y los tres hijos adolescentes con sus amigos, aprovechando que, supuestamente, los papás están en viajes de negocios o en conciertos carrozas.
Espantoso sería poco. "Sin sensibilidad no hay belleza", escuchamos citar. Y aquí no hay ninguna de las dos cosas.
Eduardo Galán Blanco. La Voz de Galicia, viernes 24 de junio de 2022.
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