lunes, 13 de junio de 2016

Huyendo del horror

Mayo 1940. Un drama francés refleja los estragos que la invasión nazi del país causó en la población civil. En los últimos años, las películas ambientadas durante conflictos bélicos con mucha tradición cinematográfica, como la II Guerra Mundial, se han centrado en personajes poco habituales. Sus protagonistas ya no son soldados del ejército aliado ni malvados nazis. Interesan más los hombres y mujeres que tienen un poco de víctima  y otro poco de verdugo; seres humanos que se han visto obligados a tomar partido por un bando u otro. Personas, en suma, que tuvieron la mala suerte de encontrarse en medio de la trifulca. Hans (August Diehl, Malditos bastardos ) es uno de estos personajes. Es alemán, pero no comulga con los ideales nazis. Está en contra de la guerra. Por eso huye de su país y se refugia en un pueblecito del Norte de Francia, haciéndose pasar por otra persona. Con él viaja Max, su hijo de 8 años y un chaval listo como el hambre. "Mientras me documentaba para escribir el guión", explica el director del filme, Christian Carion (La chica de París ), "descubrí que a partir de 1933, cientos de miles de alemanes huyeron de su país y muchos llegaron a Francia. Y de que que no se les trató muy bien. Hans es un hombre obligado a refugiarse en Francia que acaba reencontrándose con el nazismo. Un personaje alemán nos permitía ver la historia desde otra perspectiva. Eso me interesaba." En la historia las cosas se tuercen para Hans y Max cuando el ejército alemán inicia la invasión de Francia. En ese momento, Hans es arrestado y Max se une a los lugareños que tratan de huir por carreteras secundarias. Paul (Olivier Gourmet, Monsieur Chocolat), el alcalde, ejerce de líder del grupo de escapados. Es un hombre con ideales, generoso, que se preocupa por el bienestar de sus vecinos. La profesora Suzanne (Alice Isaaz, (Una semana en Córcega) es una mujer joven que mantiene la esperanza y confía en los valores de la cultura...."Al escribir el guión, confiesa el director, "me imaginaba la historia como una especie de western, con su caravana, el polvo del camino, los caballos y un enemigo que acecha. Para inspirarme escuchaba la banda sonora que Enrico Morricone compuso para Hasta que llegó su hora. ¡Imagínate la alegría que me lleve cuando aceptó componer la música de mi película".
Pedro Calleja. El Mundo, viernes 9 de mayo de 2016

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