sábado, 4 de junio de 2016

La medialuna sobre el Sena

                     Ilustración:FERNANDO VICENTE
Acaba de haber elecciones generales  en Francia y la "Fratenidad Musulmana" ha ganado con comodidad: socialistas y republicanos, temerosos de que el Frente Nacional de Marine Le Pen pudiera acceder al poder en estos comicios, han asegurado aquel triunfo. La Francia que fue antaño cristiana, luego laica, tiene ahora, por primera vez un presidente musulmán, Mohammed Ben Abbes. Contrariamente a lo que se temía, los "grupos identitarios" (nacionalistas y xenófobos) no han entrado en el zafarrancho de combate y parecen haberse resignado a lo ocurrido con unos cuantos alborotos y algún crimen, algo que por lo demás , los discretos medios de comunicación apenas mencionan. El país muestra una insólita pasividad ante un proceso de islamización que empieza muy deprisa en el ámbito académico. Arabia Saudí patrocina con munificencia la Sorbona, donde los profesores que no se convierten deben jubilarse, eso sí, en condiciones económicas óptimas. Desaparecen las aulas mixtas y los antiguos patios se llenan de jovencitas veladas. El nuevo presidente de la universidad, Rediger, autor de un bestseller que ha vendido tres millones de ejemplares, Diez preguntas sobre el Islam, defiende la poligamia  y la práctica: tiene dos esposas legítimas, una veterana y otra de apenas  15 años. Quién cuenta esta historia, François,  es un oscuro profesor de Literatura que se pasó siete años escribiendo una tesis sobre Joris-Karl Huysmans y ha publicado un solo libro, Vértigo de neologismos, sobre este novelista decimonónico.  Solterón, apático y anodino, nunca le interesó la política pero entra como un ventarrón en su vida cuando le echan de la universidad por no convertirse y pierde a su novia, Myriam, que, debido al cambio de regimen, debe emigrar a Israel con toda su familia al igual que la mayoría de los judíos franceses. François obseva todos estos enormes cambios que suceden a su alrededor - por ejemplo, que la política exterior francesa se vuelque ahora a acercar Europa y en especial a Francia a todos los países árabes- con un fatalismo tranquilo. Este parece ser el estado de ánimo dominante entre sus compatriotas, una sociedad que ha perdido el elan vital, resignada ante una historia que le parece tan irremediable como un terremoto o un tsunami, sin reflejos ni rebeldía, sometida de antemano a todo lo que le depara el destino. Basta leer unas pocas páginas de esta novela de Michel Houellebec para entender que el título le viene como anillo al dedo: Sumisión. En efecto: esta es la historia de un pueblo sometido y vencido, que, enfermo de melancolía y de neurosis, se va viendo a desaparecer a sí mismo y es incapaz de mover un dedo para impedirlo. Aunque la trama está muy bien montada y se lee con un interés que no decae, a ratos se tiene la impresión  no de estar enfrascado en una novela sino en un testimonio psiocanalítico sobre los fantasmas macabros de un inconsciente colectivo que se tortura a sí mismo, inflingiéndose humillaciones, fracasos y una lenta decadencia que lo llevará a la extinción. Como este libro ha sido leido con avidez en Francia por un enorme público, cabe suponer que en él  se expresan unos sentimientos, miedos y prejuicios de que es víctima un importante sector de la sociedad francesa...
Mario vargas Llosa. El País, domingo 29 de mayo de 2016 

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