Un rincón del jardín de William Christie |
Cuando Christie llegó a Thiré, el pueblo miró de reojo a esos músicos barrocos con pelos largos e instrumentos raros que iban asentándose por la zona. Hoy, lo que ha creado, impregna todo el valle, con más de 100 voluntarios implicados en que todo funcione a la perfección. "Siempre quise hermanar música y naturaleza. Cuando comencé a construir mi jardín supe que no lo cerraría a nadie, que lo poblaría de música y de gente", asegura Christie. El resultado es una utopía palpable. Una plataforma de sueños que uno disfruta con los ojos y los oídos abiertos en plena arcadia, al aire libre y amigable de Vendée, todo asequible, con precios que van de 12 a 25 euros, y un horario entre las 15.30 y las 12 de la noche; cuando cada jornada termina, se celebra una meditación abierta en la Iglesia del pueblo. Conciertos y actividades -unas 100 en total- repartidos por cada esquina del jardín, acogen a unos 8.000 asistentes en una semana.
"Cantar aquí, sin distracciones apenas, conscientes del ambiente que nos rodea, puede convertirse en algo muy refrescante, sobre todo para quien nos escucha", asegura la joven soprano Natascha Schnur, 25 años. "Esta iniciativa de formación no se parece a otras. Aquí realmente puedes compartir intimidad y consejos con los verdaderamente grandes. Tanto William Christie como cualquier músico de Les Arts Florissants se muestran directamente a nuestra disposición... El británico James Way le da la razón:"Con ello conseguimos aproximar en el tiempo cosas dispares. Que el Barroco o el Renacimiento resulten absolutamente modernos. Al fin y al cabo, seguimos hablando de lo mismo: del amor, del sexo, de la pérdida. Poco hemos cambiado en lo esencial...".
Jesús Ruiz Mantilla. El País, martes 22 de agosto de 2017
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