martes, 12 de septiembre de 2017

Un disparo que atrape la velocidad

La Fundación Cartier de París indaga en la fecunda relación entre fotografía y automóvil desde los primeros intentos por capturar el movimiento de un vehículo en marcha. Surgieron a décadas de distancia, pero la fotografía y el automóvil terminaron manteniendo relaciones íntimas y fecundas, hasta el punto de llegar alterar la cultura visual del siglo XX. Es la tesis de la exposición Autophoto, que estudia la fascinación de los fotógrafos por coches y carreteras y que permanecerá hasta el 24 de septiembre en la Fundación Cartier de París. La muestra revisa los motivos que explican esa obsesión a través de 500 imágenes de un centenar de grandes fotógrafos, como Walker Evans, Robert Frank, Stephen Shore, Elliot Erwitt, Germaine Krull o Juergen Teller, acompañados de otros tantos desconocidos, aficionados o bien anónimos. La muestra arranca con los primeros intentos para capturar la velocidad en el encuadre fotográfico. El maestro francés Jacques-Henri Lartigue fue uno de los primeros que lo intentó. El resultado es una imagen deformada y borrosa que tomó en la ciudad francesa de Dieppe en 1912. La consideró un fracaso en toda regla y la desestimó. Décadas más tarde, allá por los cincuenta, sería celebrada como una de las mejores fotos del siglo. Las imágenes de esos pioneros están marcadas por una actitud admirativa, pero también algo timorata, como si tanta velocidad les impusiera respeto. La actitud clínica y antropológica del escritor y fotógrafo Nicolas Bouvier y de su compañero de andanzas, el ilustrador Thierry Vernet, dejará lugar, solo unas década más tarde, a la mirada artística de Robert Doisneau o Brassaï, que captarán la estela mágica de los faros del auto en sus imágenes del París urbano, como un indicio de los otros mundos que se esconden en éste....  Las últimas salas demuestran que la fascinación por el automóvil empieza ya a evaporarse. El coche se va convirtiendo, poco a poco. en sinónimo de accidentes, de contaminación ambiental y de desindustrialización galopante.....
Álex Vicente. París. El País, miércoles 30 de agosto de 2017

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