La promiscuidad entre prensa y política tiene tradición en Francia. Este es el país de los off the record y de los sobreentendidos, el país, por ejemplo, en el que, durante años, los periodistas sabían que el jefe del Estado llevaba una doble vida con una familia paralela, y, para retomar el lema de The New York Times, no lo consideraban digno de ser publicado. Es verdad que esta promiscuidad no es única de Francia, pero Francia la practicaba -la practica aún a veces- con las formas sofisticadas y exquisitas del París cortesano. En la rentrée de 2017, en este inicio de curso político marcado por las primeras reformas del nuevo presidente Emmanuel Macron, la relación entre periodistas y políticos -dos de las profesiones más impopulares- es de nuevo motivo de discusión. El nombramiento del columnista Bruno Roger-Petit como portavoz de Macron ha suscitado algunas críticas, aunque el paso del periodismo a la política no es nuevo en Francia. Es más habitual en países como EEUU, donde en años recientes varios portavoces de la Casa Blanca fueron periodistas. La puerta giratoria va en ambos sentidos. La nueva temporada televisiva y radiofónica tiene entre sus estrellas a varios políticos que han dado el salto. Entre ellos nombres como el ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin, el exdirigente socialista Julien Dray o el jefe de comunicación del presidente François Hollande, Gaspar Gantzer. Hay más dedicados a tareas que van desde el comentario y la tertulia a la crónica de actualidad. Las líneas se difuminan, como se vió el 31 de agosto en la rueda de prensa en la que el primer ministro Édouard Philippe, anunció la reforma laboral. Entre los periodistas se sentaba la abogada Raquel Garrido, que también es portavoz de la Francia Insumisa, el partido de la izquierda alternativa Jean-Luc Mélenchon. Y preguntó. Como una periodista más. Porque estaba allí en calidad no de portavoz del partido que quiere destruir la reforma laboral de Macron, sino de cronista del programa Los terrícolas del domingo, su otro trabajo. La promiscuidad ha entrado en una nueva dimensión.
Marc Bassets. París. El País, lunes 4 de septiembre de 2017
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