domingo, 29 de abril de 2018

La educación es placer y esfuerzo

El ministro de Educación de Francia,  Jean-Michel Blanquer
Jean-Michel Blanquer (París, 1964) es una pieza clave en el proyecto de Emmanuel Macron. Si como dice el presidente francés, Francia "es una casa"y uno de los fundamentos "es la escuela", Blanquer, ministro de Educación, es el encargado de sentar las bases de la transformación de este país en las próximas décadas. Ya ha empezado. En vísperas de un viaje a Argentina para participar en una reunión del G-20, Blanquer -especialista en América Latina y autor de un libro sobre Colombia, país en el que ha residido- expuso algunas de sus primeras medidas y su visión sobre la educación del futuro. La lección francesa aún puede ser universal.
"Uno de los retos de un buen sistema escolar es el equilibrio entre un programa que garantice cierta igualdad, y la libertad de iniciativa y la creatividad en el ámbito local, indispensable para progresar".
P. ¿Qué es lo esencial, lo que debe seguir siendo nacional?
R. Leer, escribir, contar y respetar al otro. Debemos estar seguros de que, al terminar la escuela primaria, todos los alumnos posean esas competencias básicas. Y pongo el acento en el lenguaje, porque es la llave del resto: la primera desigualdad es la desigualdad ante el lenguaje. Por eso tenemos un currículo muy centrado en esta área en los primeros años del niño, el escuela maternal (preescolar). Y tenemos una política para los dos primeros años de la escuela elemental, los niños de 6 y 7 años, que consiste en partir las clases en dos  en las zonas más desfavorecidas para que haya grupos de 12 alumnos en esa etapa clave para el futuro del niño.
P. ¿La educación se había apartado  de los principios que usted cita?
R. En cierta manera, sí. Francia vive un fenómeno común en otros países: alrededor del 20% de los niños entran el collège (escuela intermedia entre los 11 y 12 años y los 14-15) sin saber realmente leer y escribir correctamente, y esto les perjudicará durante toda la vida. 
P. ¿El sistema educativo crea desigualdades?
R. La educación no alcanza a compensar desigualdades que existen. Debería equilibrarlas y no lo hace bien ahora. 
P. ¿Las perpetúa?
R. Sí, y a veces las amplía. Por eso defiendo que debemos de subir el nivel para todos. Hasta hace poco, en Francia y tal vez en otros países, había una especie de teoría muy demagógica que consistía en decir que había que bajar el nivel para igualar. Esto va contra las clases bajas porque las familias más acomodadas logran compensarlo con el contexto familiar. Mi teoría es la contraria. Debemos tener una cierta exigencia los primeros años para dar en las aulas a los niños de los hogares humildes lo que no tienen en casa. 
P. Estas resistencias que usted cita ¿diría que son herencia de Mayo del 68, del que ahora se celebra el 50 aniversario?
R. La educación es una cuestión de equilibrio. Antes de Mayo del 68 tal vez había un desequilibrio en favor de cierta exigencia. Mayo del 68 aportó muchas cosas, entre otras un cierto individualismo y también la idea de que trabajar no era importante. Trabajar menos significa acentuar las desigualdades. A veces se contraponen el esfuerzo y el placer. Debemos tener los dos. No puede haber un buen aprendizaje sin placer, y el niño, cuando empieza a ir a la escuela, viene con placer, con curiosidad. El deber de la escuela es fomentar el gozo de la sabiduría, pero esto requiere esfuerzo y trabajo.
P. ¿ Por qué ha reintroducido la enseñanza del latín y el griego?
R. No hay que oponer pasado y futuro. Cuando el mundo tuvo que repensar su propia lógica en los siglos XVI y XVII con el descubrimiento de las Américas y la invención de la imprenta, hubo al mismo tiempo un redescubrimiento de la Antigüedad, de los clásicos. No es casualidad. Hay que pensar de donde venimos para ver a dónde vamos. Además, el lenguaje es fundamental en la vida: es la vida. El griego y el latín no son pilares muertos. Son elementos de vida en el lenguaje. Desempeñan un papel esencial si queremos ayudar a nuestros niños a tener un lenguaje de calidad y a entender la complejidad de la vida gracias a la complejidad de la lengua, la etimología, el juego con las palabras.
P. ¿Todas las respuestas están en la tradición?  
R. No, por supuesto. No hablo de tradición sino de lo eterno. Debemos aprovechar la sabiduría de los siglos precedentes. Somos enanos a hombros de gigantes. En muestra Europa a veces hay muchos discursos pesimistas. Nuestro deber es dar a los jóvenes raíces y una proyección positiva hacia el futuro. Esto implica tener en cuenta las consecuencias de las nuevas tecnologías. Yo tengo muy en cuenta las ciencias cognitivas  y las ciencias en general. Lo paradójico es que hay un gran progreso científico y tecnolçogico, y a la vez un cierto oscurantismo que avanza, no solo el fundamentalismo islámico sino también las teorías de la posverdad, las teorías conspirativas. El deber de la escuela republicana es adoptar el espíritu de la Ilustración, y la Ilustración es la ciencia y la ética. La gran pregunta de nuestra época es en qué medida un mundo más tecnológico puede ser un mundo más humano. Y la educación es la primera respuesta a esta pregunta. No es fácil. Supone establecer un equilibrio entre las raíces y las alas...
Marc Bassets. El País, 15.04.18 

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