jueves, 26 de abril de 2018

Cuando sale la reclusa

Intelectualizar la novela negra es una noble empresa. Un reto donde se puede caer en el tedio o en la prepotencia. Decimos que intelectualizar el noir es un desafío porque consignar las pulsiones más oscuras del sapiens y conseguir el perfeccionamiento de la investigación criminal clásica -en lo real y en lo inventado-permiten a esta literatura un marco creativo en el que nada humano es ajeno. Y esto ocurre con más naturalidad que en otros registros, quizá a causa de la inconfesable e innegable comprensión que todos  -autor y lector- tenemos del mal. Del mal, de la moral y de todos sus vericuetos. Evidentemente, en el género policiaco las ventas o las adaptaciones al audiovisual no garantizan un magistral proyecto literario como el que firma Fred Vargas (París, 1957), que como vemos sigue vigente y en plena renovación. En la autora francesa no hay concesión a los simple o al molde fácil del éxito. Su producción viene definida por la exquisitez y por la vocación de esa exquisitez que renueva en cada libro. En la última entrega de Vargas sobre el intuitivo e inclasificable comisario Adamsberg, Cuando sale la reclusa, se asiste a la novela policíaca total. Están todos los requerimientos del género, que tienen una mecánica narrativa algo compleja, pero mecánica al fin y al cabo. Sin embargo lo que refulge es lo anecdótico que trasciende el informe policial. Y la ironía en los diálogos, y una lograda equidistancia de Vargas con víctimas y verdugos: alternativamente y sin apriorismos morales; incluso con ternura. 
Es Adamsberg quien, como siempre es habitual, desencadena los acontecimientos al investigar por una fuerte corazonada una serie de muertes causadas por la picadura de una variedad de araña, "la reclusa", de común no mortal. A partir de aquí Vargas despliega su talento para imbricar el liviano veneno de la araña con unos sucesos pretéritos que tienen su venganza en el presente...
La muerte, la justicia real y la poética son condimentos no definitivos para una obra que se vuelve maestra por momentos; tanto que clasificar el libro bajo el epíteto de "negro" resultaría algo ocioso. Vargas oferta, en fin, literatura, vida, retranca gala, y personajes entrañables sobre un logrado fondo claroscuro.
Jesús Nieto Jurado. El Cultural,  20-4-2018 

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