martes, 24 de abril de 2018

Estigmas. Jean Fabre en Sevilla

'Yo, soñando' (1978), obra de Jan Fabre expuesta en Sevilla.
 
Lo primero que se encuentra el visitante de esta exposición es un laberinto de mesas con utensilios diversos: navajas, cuchillos, punzones, un martillo , destornilladores, sierras, una cadena, palancas. Son la herramientas que utilizaba Jan Fabre (Amberes, 1958) en su juventud para desvalijar viviendas, comercios y contenedores de mercancías en los muelles de su ciudad. Por entonces, el hoy célebre artista, creador de la famosa obra teatral de 24 horas Monte Olimpo, era un estudiante curtido en bandas callejeras que robaba para comprar materiales para sus primeras creaciones. Corrían los años sesenta . Años locos en que los museos y las galerías pugnaban por las performances más provocadoras. Fabre enseguida dio muestras de su desbordante imaginación y radicalidad. Un ejemplo es su Performance del dinero (1979): se comió el dinero de las entradas, se lo puso en las orejas, en los zapatos, lo rompió , lo cortó, hizo collages y lo quemó para hacer dibujos con las cenizas. Los espectadores se enfadaron tanto que le dieron una paliza. Pero la prensa se excitó tanto que le pidieron que la repitiera. Aceptó hacerla de nuevo al año siguiente...El público se enfureció de nuevo y volvieron a pegarle... "Me dejan el cuerpo lleno de cicatrices. Por eso no puedo repetirlas", confesaba entre risas en la inauguración de Enigmas, una gran retrospectiva que recoge los trabajos de Fabre en el campo de la performance desde 1976 hasta 2017, en la Cartuja de Sevilla, sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
La muestra, que ya ha podido verse en Roma, Lyon, Amberes, y Viena, reúne cerca de 800 objetos, vídeos, dibujos, maquetas, fotografías, elementos de vestuario y materiales de archivo.
¿El título Estigmas tiene que ver con sus cicatrices? "Por supuesto. Puede decirse que el hilo argumental de todo mi trabajo es la investigación sobre el cuerpo. El cuerpo como sujeto y objeto del arte", responde. El artista recuerda una visita que hizo a una exposición de maestros flamencos anónimos en la que había cuadros sobre el tema de los estigmas y de la flagelación: "Así empecé a hacer dibujos con mi sangre". Admiración. Rechazo. Asombro. Extrañeza. Desconcierto. Esta exposición despierta todas esas sensaciones...
Raquel Vidales. Sevilla. El País, miércoles 28 de marzo de 2018

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