Jean-Paul Goude |
"Para mí, este trabajo ha sido como la cuadratura del círculo", concede Goude. Y entonces comienza a relatar una historia que nunca ha transcendido: "Antes de morir mi madre, hace cinco años, me reveló un secreto familiar. Mi abuelo tuvo una tienda de ropa, algo que jamás mi padre quiso que supiera. Fue su manera de protegerme de su propio pasado: él se había quedado huérfano de niño y tras salir del orfanato, tuvo que aprender a buscarse la vida. El caso es que en mi casa no dejaba que se hablara de ropa. Mi contacto con ella fue era a través de los amigos de mi madre, bailarina y coreógrafa, una pandilla de gais que rivalizaban por ver quién vestía mejor. Así que ahora que estoy diseñando mi propia colección no puedo evitar pensar en mi padre y de sentirlo más cerca que nunca"...
Dice Jean-Paul Goude que hace tiempo que no ve una buena idea creativa. Como si él, que convirtió el exagerado trasero de su primera novia famosa, la modelo y actriz afroamericana Toukie Smith, en bandeja para una copa de champán, o a Vanessa Paradis en trasunto de Piolín como gancho de un perfume de Chanel en 1991, las hubiera agotado todas. Y quizá tenga razón. De hecho, al que fuera coreógrafo del gran desfile urbano para el bicentenario de la Revolución Francesa en 1989 ("Medio millón de personas bailando en las calles de París y vestidas por mí, ¿no es increíble?", apunta) le acaban de "robar" la última. Se enteraba pocas horas antes de este encuentro, mientras trabajaba en su sesión por la mañana: la flamante campaña de Benetton, esa con la que su aclamado colega Oliviero Toscani regresó a la marca italiana para devolverle el lustre/ ruido mediático, es una copia de la suya para Desigual...Goude los despacha así:"Es la confirmación de lo que siempre he sostenido: que vales tanto como tu último trabajo".
Rafa Rodríguez. El País Semanal, 16 de marzo de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario