lunes, 30 de abril de 2018

Cannes, Festival Frappé

Impidiendo la proyección de Peppermint Frappé
El día en que la Nouvelle Vague detuvo el cine. "Francia echaba el cierre y, por tanto, Cannes también tenía que cerrar. Era lo más lógico". François Truffaut explicaba así el porqué de todo aquello. Lo hacía en una carta remitida a Gilles Jacob, entonces crítico de cine que no presidente del Festival. En efecto, era lo suyo. "En plena crisis... no era muy decente que productores, distribuidores, periodistas y estrellas prosiguieran su desfile soleado", añadió más tarde. Cuesta imaginarse desde al distancia que aporta medio siglo que las cosas pudieran haber sido diferentes. Y, sin embargo, lo que pasó el 18 de mayo en la Grande Salle de Cannes fue cualquier cosa menos evidente. Recuérdese, apenas empezaba la proyección de Peppermint frappé, el propio director de la película, Carlos Saura, su protagonista, Geraldine Chaplin, Jean-Luc Godard y el citado Truffaut se colgaban directamente del telón para impedir la sesión. Todo de golpe se detiene y acto seguido, un debate maratoniano arranca en la sala Jean Cocteau. "La verdad", recuerda el propio Saura, "todo fue muy divertido. Pero no estaba claro lo que iba a pasar ni cómo. El director, Robert Favre Le Bret, era un hombre muy derechón y estaba decidido a que todo siguiera su curso ". 
El festival había empezado el día 10, desde entonces y con las calles de Francia incendiadas, nadie tenía muy claro cuál era la medida correcta a tomar. Cómo hacer compatible la necesidad si se quiere política del propio cine con la suspensión  radical de, en efecto, ese mismo cine. Ésa era la paradoja. Y no sólo del Festival sino de toda la revolución en marcha. Cómo echar abajo una jerarquía  de la representación dominante  sin acabar por imponer otra distinta e igual de opresora. Y así, la primera idea fue suprimir el carácter competitivo de la sección oficial. Louis Malle y Roman Polanski, miembros del jurado fueron los primeros no solo en dimitir sin o en hacer campaña para que no hubiera una sola deliberación....No deja de ser curioso que todo ocurriera de la mano de Peppermint frappé, una cinta que supone no sólo una ruptura en la filmografía del director sino que, desde la ensoñación pagana y asfixiante de sus personajes, retrata con una exactitud cercana del pánico la sensación de ahogo, de agobio , que quizá no solo vivía entonces la dictadura española sino toda Europa...
Luis Martínez. Madrid. El Mundo, domingo 29 de abril de 2018

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