jueves, 11 de octubre de 2018

El romántico que buscó la felicidad

Stendhal
Espuela de Plata publica la traducción de La cartuja de Parma del poeta Manuel Machado con prólogo de Paul Morand. La literatura de Stendhal, ahí donde lo ven, en el primer tercio del siglo XIX tuvo mucho de autobiografía. Fabricio del Dongo (La cartuja de Parma), Julián Sorel (Rojo y negro ) y Lucien Leuwen (en la novela homónima e inacabada) tienen mucho que ver con las fallidas peripecias vitales y amorosas de Henri Bayle, más conocido como Stendhal, y con los contextos y acontecimientos políticos que condicionaron la vida del escritor de Grenoble, el francés que tanto quiso a Italia y a quien le hubiera gustado ser uno más entre los carbonari, los escritores liberales italianos que trató.
Fátima Gutiérrez, en su edición de Rojo y Negro (1830) para Cátedra, habla de que el tardío novelista se manifestó literariamente entre el exhibicionismo y la máscara, entre la ostentación de su personalidad en diarios, novelas, textos memorialísticos - Recuerdos de egotismo (1832) y La vida de Henri Brulard (1835), por ejemplo-e, incluso crónicas viajeras y su ocultación paradigmática en el uso que hizo de más de 200 pseudónimos.
Gran psicólogo y gran lírico del sentimiento amoroso -como le llama consuelo Bergés en el prólogo a su traducción de Lucien Leuwen (1834) para Alianza-, el realista romántico que fue Stendhal, que nunca se casó, tuvo una larga lista de amantes, verdaderas o anheladas, una vida sentimental agotadora y, con frecuencia frustrante -como la de Fabrizio en La cartuja de Parma (1838)-, enmarcada en una voluntad constante  de lograr la felicidad y disfrutar de todos los dones de la existencia -beylismo se llamó a ese impulso- y sin duda condicionada por los sinsabores de su niñez y juventud...
En la edición de La cartuja de Parma, -¡escrita en en 52 días!-, que ahora publica Espuela de plata con la traducción inédita en España de Manuel Machado, Paul Morand recuerda en su brillante, personal, extraño y amargo prólogo que Balzac, al elogiar casi en solitario la novela, se lamentó de su destino minoritario. Como vaticinara el propio Stendhal, sus grandes obras solo fueron reconocidas como tales y llegaron a millones de lectores mucho tiempo después de haber muerto.
Manuel Hidalgo. Galería de imprescindibles. El Mundo, lunes, 1 de octubre de 2018

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