La iglesia fortaleza de Saint-Nicolas. |
Tratándose de un recorrido tan cargado de historia y siendo la media de dos châteaux por día hubo una sabia combinación entre los châteaux "libros de historia", Blois, Amboise, Chambord le matin/por la mañana, y por la tarde /l'après-midi, "l'art de vivre"/ el arte de vivir, de las grandes grandes mansiones señoriales. Esta observación es una simplificación ya que la historia está presente, como sabemos, también en los salones, gabinetes y jardines. Una simplificación que no creo que sea inocente sino acertada porque todos agradecemos un respiro en la turbulenta historia llena de nombres de reyes y cortesanos, intrigantes en su mayoría, unos colaborando con los reyes otros traicionando. Otro acierto fue el segundo respiro que se nos dió: las dos cenas libres. En principio eran tres pero finalmente la soirée parisina que se añadió unos días antes del viaje nos mantuvo juntos esa noche también. Teniendo en cuenta no solo que, por principio, es bueno que haya algún momento de libertad, esa pregunta que me hacían siempre los alumnos cuando preparábamos un viaje:"¿tendremos tiempo libre"sino también que esta vez, para "las nuevas del grupo" fue una ocasión de conocernos compartiendo dos cenas en pequeños grupos. Por otra parte, aunque escasas, esa salidas o escapadas nocturnas nos permitieron conocer, no mucho es cierto, lo esencial de la ciudad. Hicimos una segunda salida nocturna, nosotras, las gallegas, al volver de Amboise, con el pequeño grupo de viajeras procedentes del Escorial y que ya habían aprovechado muy bien el tiempo "libre" tanto de mañana como de noche revelándose ahora expertas conocedoras de Blois.
Volvimos al gran parque frente al château para asomarnos desde allí al río. Un antiquísima y muy pronunciada escalinata nos lleva a la parte baja de la ciudad. Todavía con la suave luz del crepúsculo admiramos la iglesia fortaleza de Saint-Nicolas. Su fachada, otro lección de historia del arte, explicada por una de las viajeras, experta en la materia: la transición del románico al gótico de esta antigua abadía cisterciense del siglo X. Importante centro de peregrinaje en la Edad Media porque en ella se conservan varias reliquias entre ellas un trozo de la cruz de Cristo. En cuanto a la cena tuvimos menos suerte que el día de la crepêrie... y nos conformamos con un italiano medio, el único donde encontramos sitio. Mientras cenamos nos recomiendan que no dejamos de visitar los jardines del archêvequé, contiguos a la catedral y así lo hacemos a la mañana siguiente después de un desayuno temprano., antes de salir hacia Usé, el castillo de la Bella Durmiente.
Carmen Glez Teixeira
Volvimos al gran parque frente al château para asomarnos desde allí al río. Un antiquísima y muy pronunciada escalinata nos lleva a la parte baja de la ciudad. Todavía con la suave luz del crepúsculo admiramos la iglesia fortaleza de Saint-Nicolas. Su fachada, otro lección de historia del arte, explicada por una de las viajeras, experta en la materia: la transición del románico al gótico de esta antigua abadía cisterciense del siglo X. Importante centro de peregrinaje en la Edad Media porque en ella se conservan varias reliquias entre ellas un trozo de la cruz de Cristo. En cuanto a la cena tuvimos menos suerte que el día de la crepêrie... y nos conformamos con un italiano medio, el único donde encontramos sitio. Mientras cenamos nos recomiendan que no dejamos de visitar los jardines del archêvequé, contiguos a la catedral y así lo hacemos a la mañana siguiente después de un desayuno temprano., antes de salir hacia Usé, el castillo de la Bella Durmiente.
Carmen Glez Teixeira
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