lunes, 15 de octubre de 2018

El arte de vivir: Cheverny

Castillo de Cheverny
Después de visitar un castillo como el de Blois donde vivieron siete reyes y diez reinas a lo largo de más de cuatro siglos, el contraste que se siente al entrar en Cheverny nos coge por sorpresa.  El sol de otoño que resalta la blancura de la piedra destaca la armonía de la fachada frente al extenso paseo de césped verde que debemos cruzar para dirigirnos a la entrada del edificio. El actual propietario, marqués de Vibraye, descen-diente de la misma familia que siempre ha vivido aquí, nos acoge uno a uno, estrechándonos la mano. Cheverny es una de las grandes mansiones señoriales que se asientan en la Loire. Su construcción se terminó a principios del XVII siguiendo el estilo Luis XIII. Es uno de los châteaux mejor conservados y el más suntuosamente amueblado. Modelo del arte de vivir a la francesa: el gabinete rojo, la habitación infantil, el comedor, el pequeño salón, la habitación del rey, la biblioteca. Cuidado al máximo, en seguida nos atraen los arreglos florales que decoran los apartamentos verdaderas obras de arte de la floristería...
A la salida el marqués nos saluda de nuevo. Nuestro paseo continua a través de un jardín inglés que nos conduce a la antigua Orangerie hoy transformada en cafetería donde encontramos algo para calmar la sed en esta inesperada tarde tan calurosa. Antes de abandonar el recinto del castillo dos muestras de otras aficiones de sus habitantes: la caza ( en la perrera unos cuantos ejemplares tranquilos de  raza anglopoitevina, al lado, la sala de los trofeos con unas dos mil cuernas de ciervo) y el huerto donde con una bonita combinación de colores se cultivan hortalizas y flores.
En este castillo se inspiró Hergé, el creador de Tintín, deslumbrado por la armonía del cuerpo central del edificio. Y lo usó como modelo, previa autorización del propietario, para el famoso castillo del capitán Haddock.
Nuestro autobús esta aparcado muy cerca de una iglesia, frente al castillo (Saint-Étienne, del siglo Xll, con su caquetoir, su antiguo porche de madera).  Las voces de una coral llegan hasta nosotros pero el tiempo  apremia y tenemos que irnos. Aunque, solo un instante, la música ha querido sumarse a este festín de los sentidos que ha sido la tarde en Cheverny.

Carmen Glez Teixeira

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