Castillo de Cheverny |
A la salida el marqués nos saluda de nuevo. Nuestro paseo continua a través de un jardín inglés que nos conduce a la antigua Orangerie hoy transformada en cafetería donde encontramos algo para calmar la sed en esta inesperada tarde tan calurosa. Antes de abandonar el recinto del castillo dos muestras de otras aficiones de sus habitantes: la caza ( en la perrera unos cuantos ejemplares tranquilos de raza anglopoitevina, al lado, la sala de los trofeos con unas dos mil cuernas de ciervo) y el huerto donde con una bonita combinación de colores se cultivan hortalizas y flores.
En este castillo se inspiró Hergé, el creador de Tintín, deslumbrado por la armonía del cuerpo central del edificio. Y lo usó como modelo, previa autorización del propietario, para el famoso castillo del capitán Haddock.
Nuestro autobús esta aparcado muy cerca de una iglesia, frente al castillo (Saint-Étienne, del siglo Xll, con su caquetoir, su antiguo porche de madera). Las voces de una coral llegan hasta nosotros pero el tiempo apremia y tenemos que irnos. Aunque, solo un instante, la música ha querido sumarse a este festín de los sentidos que ha sido la tarde en Cheverny.
Carmen Glez Teixeira
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