domingo, 14 de octubre de 2018

Intrigas y amores difíciles en el Château de Blois

Castillo de Blois
Blois amanece despejado y  bastante más frío que el calor sofocante que hemos dejado en Galicia. Las dos somos madrugadoras y después de un buen desayuno nos dirigimos, a paso rápido, a una farmacia que C vió ayer al pasar desde  el autobús en la misma avenida de la parte alta de la ciudad donde se encuentra el hotel. Mi bronquitis que ya me rondaba antes de empezar el viaje se confirma. Me atiende una servicial farmaceútica y aprendo una nueva palabra en francés. Una tos blanda es una tos grasse que espero controlar con el jarabe que me prescribe. Una hora más tarde estamos ante el Château. Una vez en el gran patio central, la guía comienza el relato del gran libro de historia que se abre ante nosotros. Las cuatro grandes alas que lo conforman son un resumen de los estilos arquitectónicos presentes en el Val de Loire: clásico, gótico, gótico flamígero, y renacimiento temprano. La guía destaca la escalera con salamandras y efes (en referencia a Francisco I). Ya en el interior  pasan las páginas de la historia al ritmo de las allées/ pasillos o salas: de la allée de Enrique III donde reunió a loa Estados Generales con el fin de acabar con las Guerras de Religión, a la de Francisco I que emprendió las obras de acondicionamiento al estilo italiano con la colaboración de un paisajista  y que vivió aquí hasta la muerte de su esposa Claude. 
Blois es conocido por el episodio sangriento  que tuvo lugar aquí: el asesinato del Duque de Guisa, apuñalado por los cuarenta y cinco gascones de la guardia personal del rey Enrique III, inmortalizado en dos pinturas del XIX. 
Tres mujeres del château, pasaron a la historia por su belleza, su coraje e incluso por su maldad: Catalina de Médicis de la que se decía que en las paredes del Studiolo guardaba todo tipo de venenos en alacenas secretas. Es el Studiolo un  pequeño gabinete encantador, muy bien conservado. Un respiro en la visita ante la sucesión de reyes que ya ha desfilado ante nosotros. De carácter violento, Catalina de Médicis es la madre de Margarita, la reina Margot, esposa de Enrique IV. Si su madre preparaba venenos, ella era una experta en ungüentos para conservar la blancura de su piel, sabia en la elaboración de perfumes. El mismo Ronsard habla de su olor a jazmín. Un retrato  suyo expuesto en el château testimonia su grande beauté. Y la tercera mujer es María de Médicis, madre de Louis XIII, que fue enviada por su propio hijo en exilio a Blois  pero que consigue huir de un encierro, escapándose  una noche por una ventana...
La visita ha durado dos horas largas, necesitamos reponer  fuerzas. El autobús se dirige ahora al château Cheverny previsto para la tarde, deteniéndose antes en un restaurant en la campagne de la Douce France...

Carmen Glez Teixeira

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