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Castillo de Chenonceaux |
Comemos en Tours; a continuación un paseo por el centro de la ciudad con una parada ante su catedral gótica. Muy cerca un cedro del Líbano que me recuerda algunos de los que vimos el año pasado en Lisboa, ocupa casi por entero un parque, foto obligada. Visita a la iglesia de Saint-Martin; cruzando la plaza Plumereau, repleta de gente en las terrazas, nos dirigimos al autobús que va a llevarnos a Chenonceaux conocido como el château des dames o caprice des femmes. Sus jardines dedicados uno a Diane de Poitiers, otro a Catherine de Médicis recuerdan a las dos mujeres que se disputaban los favores del rey Enrique II, del mismo modo que algunas estancia interiores: la habitación de Diana con sus paredes cubiertas con tapices de Flandes y el gabinete de Catalina, revestido de verde terciopelo. Mucho antes que ellas había vivido allí Catherine de Briçonnet, la esposa de Thomas Bohier , los que lo hicieron construir salvando un antiguo torreón anterior, la Torre de Marques. El vestíbulo de la primera planta a la que se accede por una escalera de estilo italiano lleva el nombre de la esposa de Bohier. La cuarta dama que se instaló allí fue Louise de Lorraine, viuda de Henri III. Toda vestida de blanco, según el protocolo real del duelo, se enclaustró en Chenonceaux durante unos doce años. Después de un tiempo de abandono, Mme Dupin, en el siglo XVIII, será su nueva propietaria y el alma de un salón literario, frecuentado por Voltaire y Rousseau, preceptor de su hijo. Parece que consiguió salvar el castillo durante la Revolución por su popularidad entre los lugareños. En 1864 el château fue comprado por Mme Pelouze que lo restauró meticulosamente para cederlo posteriormente a sus actuales propietarios, la familia de los chocolateros Menier.
"Hay un no sé qué de especial suavidad y de aristocrática serenidad que se respira en el castillo de Chenonceaux. Situado al final de una larga alameda de árboles, a cierta distancia del pueblo, construido sobre el agua, rodeado de bosques, en medio de un vasto parque de bonito césped, alza al aire sus torrecillas, sus chimeneas cuadradas" Gustave Faubert, Por los campos y los arenales.
Carmen Glez Teixeira
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