jueves, 25 de octubre de 2018

Paz, amor y death metal

Cuando logró salir de un Bataclan bañado en la sangre, Ramón González decidió mentir a sus padres. Durante el atentado estaba en el cine. No se había enterado de nada, les aseguró. Pasaron días hasta que el superviviente de la matanza, oriundo de Daimiel (Ciudad Real) y asentado en París desde hace ocho años, les confesó la verdad. Su novia argentina que también se encontraba en la sala de conciertos aquel funesto 13 de noviembre de 2015, en el que el Estado Islámico se cobró 130 víctimas, tardaría en hacerlo. "Fue la única reacción racional que tuve ese día. No hubiera sido sensato. Mi madre es muy sensible y tiene problemas de corazón. La que se hubiera muerto es ella", afirma el autor, de 34 años, que refleja su testimonio en un debut literario: Paz, amor y death metal (Tusquets).
Para González, firmar un libro se convirtió en su única escapatoria para superar lo sucedido durante el concierto de Eagles of Death Metal, un grupo que tampoco le apasionaba (y cuyo cantante le caía tirando a mal). Una psicóloga le recomendó sentarse a escribir, puesto que tenía costumbre de hacerlo desde su adolescencia. "La escritura era el lugar donde podía ser sincero". Asegura contar con cinco novelas terminadas, pero no las mandó a ninguna editorial. "Eran demasiado malas. Me estaba encontrando a mí mismo. Y, de hecho, todavía estoy ahí..." y añade: "Uno de los personajes de la novela me dijo que creía haberme visto muerto. Esa imagen me perturbó. Me hizo pensar que los muertos no pueden escribir". Esa frase le llevó frente al ordenador, a escupir varios millares de palabras sobre las que después trabajaría durante dos años, antes de mandar su manuscrito "a seis o siete editores".
Su intención era dejar un testimonio de lo sucedido y alcanzar una catarsis personal, pero también exponer qué le sucede a una víctima cuando se apagan los focos mediáticos. Parte del libro recoge lo hirientes que resultan las reacciones ajenas, incluso cuando parten de la mejor. "La gente que te da apoyo no siempre está acertada. Por ejemplo, que te digan que vuelvas al trabajo cuanto antes es no entender el proceso por el que uno pasa", señala. El autor llama novela a su libro, porque lo es. "He intentado tomar distancia respecto a lo que relataba, aunque todo lo que cuente es verídico", afirma. Por ejemplo cambió los nombres de los cuatro protagonistas: González, su novia y dos amigos españoles que también se encontraban en la sala. "Para mí, el 13-N se ha convertido en una ficción. Ahora cuando recuerdo lo que sucedió, siempre paso por la novela y por el personaje, del que hablo en tercera persona. Siento una frialdad tremenda al respecto. Ha sido un proceso de distanciación gracias al cual se ha producido una estabilización, agrega González usando el término que los psicólogos prefieren a "curación" porque puede que no haya ninguna...
Álex Vicente. París. El País, martes 23 de octubre de 2018.

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