Durante uno de mis primeros cursos como profesor universitario, asistió a mis clases un muchacho incluido en cierto programa de rehabilitación al que habían recomendado hacer algunas asignaturas de filosofía para resocializarse. Entraba en el aula con un vaso de tubo lleno de líquido y hielo en la mano y con un walkman enchufado a los oídos (algo completamente inusitado entonces); después de un rato absorto en su asiento, levantaba la mano, y para disgusto de sus compañeros, hacía una interpelación impertinente y rompedora que interrumpía unos minutos la explicación. Una tarde me lanzó a bocajarro esta pregunta:"¿Pero tú has leído el Discurso del método?" . Durante el instante -que me pareció eterno- en el que estuve discurriendo cómo responderle, como dicen que les sucede a los ahogados, inundaron mi memoria, como en una película, no las imágenes de mi vida , sino las de la experiencia de mi primera lectura de ese texto de Descartes que desde hace siglos circula separado de los ensayos científicos a los que originalmente sirvió de prólogo y que, por su razonable tamaño, tantas veces me acompañó en autobuses y vagones de metro en el bolsillo de la chaqueta.
Parece inevitable, cuando se penetra en sus páginas, quedarse mudo de asombro ante la sencillez y la precisión con las que este caballero, que ha hecho de la claridad y la distinción la exigencia primera de su estilo intelectual, y que está lo bastante bien educado para no presentar sus logros como doctrinas obligatorias para sus semejantes, sino como como meras decisiones personales, sin más ayuda que la de su entendimiento y después de desprenderse de todas sus creencias y hábitos, de las opiniones heredadas y hasta de sus sentidos a veces engañosos, emprende una tarea para la que otros han necesitado miles de páginas tortuosas y oscuras, llenas de citas y argumentos de autoridad, y la resuelve con decisión, modestia, aparente facilidad y admirable brevedad, pero también de forma del todo concluyente...
Así que creo recordar que respondí a aquel muchacho:"No, no he leído el libro, pero sí he visto la película". No era verdad pero hoy lo es aún menos, gracias a la magnífica edición que Pedro Lomba, que conoce como pocos al pensador francés, ha hecho de este escrito, y que tiene además de la virtud de una cuidada traducción, la de acompañarlo por primera vez de las versiones francesa y latina del texto, que ayudan a comprender el esfuerzo de creación terminológica que hay detrás de sus páginas, y la de contener un condensado apéndice de cartas y objeciones que no puede ser más pertinente, y un prólogo tan medido, riguroso y claro como lo exige la propia obra que le sigue...
José Luis Pardo. Babelia. El País, sábado 29 de diciembre de 2018
Discurso del método para bien conducir la razón y buscar la verdad en las ciencias. René Descartes. Edición y traducción de Pedro Lomba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario