jueves, 3 de enero de 2019

Serotonina

Michel Houellebecq
Michel Houellebecq lo ha logrado de nuevo. Genio de las letras contemporáneas para unos  y sobrevalorado fenómeno mediático-literario para otros, Houellebecq tiene un olfato indiscutible para captar lo que los alemanes llaman el zeitgeist: el espíritu de los tiempos.
Su novela Plataforma que incluía un atentado en Tailandia, se publicó un mes antes del 11 de septiembre de 2001 y un año antes de un ataque similar en Bali. Sumisión, donde imaginaba una Francia gobernada por un islamista, llegó a las librerías el mismo día del ataque terrorista contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en enero de 2015.
En su nueva ficción, Serotonina (Anagrama en castellano y catalán), una de las escenas centrales es el bloqueo de una autopista por parte de agricultores en cólera contra París, "que como todas las ciudades hecha para engendrar la soledad", y la Unión Europea, una "gran puta", en palabras del protagonista. La protesta termina en un enfrentamiento sangriento con la policía, como si el sismógrafo houellebecquiano hubiese anticipado los chalecos amarillos, la revuelta de las clases medias empobrecidas que ha convulsionado Francia en el último mes. Serotonina se pone a la venta el 9 de enero en España. 
La desesperanza en la Francia de provincias es uno de los temas que recorre esta novela sórdida y pesimista, la historia en primera persona de la desintegración de un  hombre y quizá de una civilización...
El protagonista y narrador es Florent-Claude Labrouste, exempleado en el Ministerio de Agricultura, 46 años, un hombre en las últimas, profundamente solo e infeliz, "en el estadio en el que el animal envejecido, herido de muerte y sintiéndose mortalmente golpeado, busca un refugio para acabar su vida". El médico le receta Captorix, un medicamento que aumenta la secreción de serotonina, la llamada "hormona de la felicidad"...
Marc Bassets. París. El País, sábado 22 de diciembre de 2018

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