Boris Cyrulnik (Foto de Ana Jiménez) |
P.- ¿Todo se juega en los seis primeros años antes de la educación primaria?
R.- "No todo. Si uno fracasa en estos años, aún puede recuperarse. Yo no fui a la escuela. Pero son años en los que el aprendizaje es fulgurante y fácil: los niños aprenden a toda velocidad porque las neuronas bullen. Después uno puede seguir aprendiendo, pero menos rápido.
P.- ¿Qué puede ir mal en estos años?
R.- "Macron dijo que todos los franceses deben ir a la escuela maternal a los tres años. Había constatado que el 93% de niños y niñas ya iban a esa edad, pero que no iban los hijos de padres infelices o con dificultades sociales, lo que agravaba la desigualdad".
P.- ¿Por qué?
R.- "Cuando un niño entra en la escuela maternal a los tres años, si antes los padres le han ofrecido un ambiente estimulante, el niño posee entre 800 y mil palabras. El que entra sin haber socializado o sin haber pasado por la guardería posee 200 palabras. No entenderá a la maestra y será un mal alumno".
P.- ¿Qué consecuencias tiene esa desigualdad de raíz?
R.-"Hoy la sociedad selecciona por medio de la escuela y del diploma: es la nueva aristocracia. Ya no es la aristocracia de la fuerza física ni la de los bienes o las fábricas, que aún existe pero es menos importante. La nueva aristocracia es la del diploma. Desde los tres años, los niños que han estado bien arropados con anterioridad serán los buenos alumnos, y los niños mal arropados acumularán tal retraso en el lenguaje que serán malos alumnos, no tendrán diplomas y tendrán dificultades sociales, culturales, afectivas..."
P.- Por lo que usted dice, no todo se juega entre los tres y los seis años, sino incluso antes.
R.-"Sí, en los primeros mil días ya empieza la desigualdad social".
P.- ¿Cómo intervenir a esta edad, cuando los niños todavía no están escolarizados?
R.-"Ahora que las mujeres trabajan y que la aldea ya no existe, hay niños que viven en un ambiente pobre y que serán malos alumnos. Pero estos niños, si los enviamos a guarderías, si los arropamos, y si arropamos a los padres y madres infelices, si detectamos dificultades psicológicas y sociales de los padres, podemos mejorar el nicho sensorial que rodea al bebé y habrá menos injusticias: al entrar en la escuela maternal tendrá menos retraso"...
Marc Bassets. El País, domingo 9 de febrero de 2020.
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