Fotograma de Curiosa |
La película nos muestra a un Louys mucho menos libertino que su leyenda y a una maravillosa heroína transgresora de finales del XIX que busca amor, placer y libertad en épocas muy poco dadas a ello, muy a pesar de las alegrías de la Belle Époque. Pero es que, en realidad la historia que se nos narra es incluso perturbadora hoy, con Marie buscando a Louys -y al mundo de descubrimientos que representa-, sin importarle el mandato paterno o los celos del marido al que quiere pero no ama.
La belleza de la película estriba en su inspirada especulación con aquello tan machadiano de que " el ojo no es ojo porque tu lo veas, es ojo porque te ve". Sabida es la afición del poeta por la fotografía erótica, pues, además, han sobrevivido muchas de las fotos que tomó. Louys comienza a fotografiar a Marie como una forma complementaria del amor, y ella aprende esa lección biunívoca.
Hay que decir que la película no sería la misma sin el coraje, el magnetismo y la intuición de Noémie Merlant -espléndida ya en Retrato de una mujer en llamas, título aquel que define a la actriz en su permanente entrega poderosa-, dueña de unos ojos de agua que acaban siendo el objetivo que fotografía a Pierre Louys, finalmente condenado por algún dios menor a perder la vista, quemada la retina por la golosa luz del placer o, menos poéticamente, por los líquidos de revelado, muy agresivos al filo de 1900.
Eduardo Galán Blanco. La Voz de Galicia, jueves 26 de diciembre de 2019.
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