sábado, 15 de febrero de 2020

Saint-Germain -des-Près, el mito cuestionado

Café de Saint-Germain-des-Près
California tiene Hollywood y Silicon Valley. Nueva York, Wall Street, Roma, el Vaticano y París -que sin ser capital cinematográfica, tecnología, financiera o religiosa, aún preserva algo de vieja irradiación cultural- tiene Saint-Germain-des-Près. Son unas manzanas apenas. Cuatro calles, dos o tres cafés, una brasserie, unas librerías, un teatro, una editorial. Pero, como mínimo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, esta aldea dentro de la gran ciudad acaparó una densidad insólita de escritores, críticos o editores por metro cuadrado. El barrio, que recibe el nombre de la iglesia homónima, fue la capital literaria y cultural de Europa. Eran los tiempos de los existencialistas, las cavas de jazz, las discusiones en los cafés Flore y Les Deux Magots, las revistas...
Como demostró el historiador canadiense Éric Dussault en el ensayo L'invention de Saint-Germain -des-Près ( no traducido aún), fue un mito construido por los medios y el cine. Como todos los mitos se le ha dado por liquidado varias veces. Ahora -en esta época propensa a cargar contra las élites y sus instituciones, y este barrio lo es- vuelve a ocurrir.
La editora Vanessa Springora publicó a principios de enero Le consentement/El consentimiento, memorias en las que relata cómo, hace tres décadas, fue seducida por el escritor Gabriel Matzneff. Ella tenía 14 años; el, 50. Springora señala en el libro todo un mundo literario que amparó y jaleó a aquel escritor de culto. 
"El pánico sopla en Saint-Germain-des-Près..." sentenció en Le Monde  el novelista Marc Weitzmann. En una terraza frente al Louvre, Weitzmann explica que este es "un mito romántico". "Se apoya en la idea según la cual los escritores son genios aislados  que tienen acceso a un cierto nivel de realidad, frente a la cual la realidad prosaica no tiene ninguna importancia", dice. El caso Matzneff no se entendería sin una característica de Francia y de París; en realidad, de este barrio: la sacralización del autor.
Pese a ser desconocido - de sus últimos diarios, editados por Gallimard, se imprimían unos centenares-, Matzneff encarnaba la imagen del escritor que actúa como escritor y lo hace en su escenario. La prunelle de mes yeux -dietario publicado en 1993 en el que cuenta con detalles íntimos la relación con Spingora- es un quién es quién del mundillo político y cultural  parisino de los años ochenta... El café de Flore, la brasserie Lipp, el teatro del Vieux Colombier, las editoriales: no solo el paisaje humano; también la geografía de Matzneff es la Saint-Germain-des-Près...
Podría ampliarse la geografía de Saint-Germain-des-Près. Nunca han estado claros los límites, aunque el músico-escritor Boris Vian los fijó hasta el Barrio Latino. Entonces aparecería, en una radio no mucho más amplio, la zona que, además de concentrar el poder cultural y literario, también abarcaría el educativo y científico: La Sorbona, La Escuela Normal Superior, el Colegio de Francia...En el ensayo Civilisation, de 2017, Régis Debray, uno de los ejemplares más ilustres del lugar, imaginaba que él mismo, tras hibernar desde los años sesenta, se horrorizaba al despertarse al descubrir el barrio lleno de restaurantes de comida rápida  y de cadenas de ropa multinacionales.
Hoy el Flore y el Deux Magots están llenos de turistas  y la cerveza cuesta 10 euros, el precio de metro cuadrado  los 10.000 y queda solo una librería donde los libros más polémicos de un vecino casi anónimo hasta hace unas semanas ya no se venden. Gallimard y los otros editores  de Matzneff los han retirado de la venta.
Marc Bassets. París. EL País 8 de febrero de 2020  

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