sábado, 29 de febrero de 2020

Descifrando los escenarios de Loti, 2

Sare
Después de atravesar la Galtzada (un empedrado camino medieval), el oratorio de San Isidro y después de dar la espalda al barrio de Lehenbizcai, se entra en las entrañas del Labourd. Siempre bajo la mirada del macizo de La Rhune, la gran montaña vasca conocida por Pierre Loti como la Gizune. "Y entonces, por encima de la sierra y de la aldea de Etchézar, la Gizune muy aguzada, se muestra más vaporosa y elevada, y en el cielo, realzando más su azul, flotan nubecillas de un blanco dorado, ornadas de un tono gris de nácar en sus sombras", se lee en su novela.
Esos días emule a Ramuntcho, al propio Loti. Caminando a ambos lados de la muga, absorto en la extraña sensación que embarga en la tierra arbolada del valle de Xareta, descubrí los cuatro municipios situados a ambos lados de la frontera que forman la llamada Comarca de las brujas: las cuevas de Sare, la vascofrancesa Ainhoa, Urdax con sus casas blasonadas o la cueva de Zugarramurdi, las dos últimas en Navarra. 
De regreso a Sare, no hay nada más placentero que tomar un trago en el bar de la plaza antes de cenar en el restaurante del hotel Lastiry. Dentro se respira la pasión por la pelota vasca, abanderada por platos típicos de la zona como el axoa de ternera. 
La vecina Ascain, a unos 7 kilómetros de Sare, también adoptó en el imaginario de Loti el nombre de Etchézar. Sus calles, ancladas en un halo de atemporalidad, desprenden aroma a nostalgia. Recorrí el pueblo sin rumbo, pero la huella del escritor estaba presente a cada paso. Seguí caminando hasta que distinguí el silencioso río Nivelle, donde un pescador perdía los nervios y varios niños hacían acrobacias desde lo alto del puente romano. Ya de vuelta a la plaza, escondida bajo una glicinia, una placa cincelada con caligrafía vasca me recordó el propósito del viaje: "Pierre Loti vivió en esta casa. Escribió Ramuntcho". El hotel-restaurante La Rhune rinde homenaje  a la novela, evocando en cada habitación un personaje o una localidad del libro. 
Al atardecer, cuando el sol se esconde con sigilo, los jóvenes acuden al frontón para jugar con vigor inusitado a la pelota. Mientras observaba la partida, saboreando una Akerbeltz -la cerveza local-, me di cuenta de que mi estancia llegaba al final. Antes de abandonar el Labourd quise dirigirme a La Rhune. Se puede subir desde el Col de San Ignacio en un tren cremallera de 1924 o caminando desde Ascain, unas dos horas entre campos de helechos , aulagas, bosque de alerces y verdes laderas donde descansan los pottokas los robustos ponis vascos. Desde al cima, a 905 metros, el País Vasco se presenta esplendoroso. A lo lejos se avistan las playas infinitas de Las Landas, e incluso Hendaya, donde vino a morir Loti.

Álex Fraile es autor de El soñador errante. De viaje con Pierre Loti. (La línea del horizonte).
El Viajero. E País, viernes 21 de febrero de 2020. 

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