Con la llegada de septiembre, España se enfrenta a una vuelta a los colegios en la que la amenaza de rebrotes o de nuevas oleadas del virus marcarán de forma aún incierta el desarrollo del curso escolar. Más allá de los enormes retos educativos, esta situación puede convertirse en una carga sin precedentes para las familias en términos de conciliación. Ante posibles situaciones como cierres totales o parciales de centros educativos o la cuarentena de algunos menores, no existe a día de hoy ningún mecanismo que asegure a padres y madres la posibilidad de conciliar su vida laboral con necesidades imprevistas de cuidados. En ausencia de medidas claras, esta situación podría tener graves consecuencias, tanto para las oportunidades de los niños pertenecientes a familias más vulnerables como para la igualdad de género.
Ya durante las fases más restrictivas del estado de alarma, España fue con Irlanda el único país de su entorno que no contemplaba ni una prestación económica en caso de reducción de jornada por cuidado de hijos ni la apertura parcial de centros educativos para los hijos de trabajadores esenciales. Las familias con hijos dependientes han asumido el coste del cierre de todo tipo de facilidades de conciliación, debiendo incluso a renunciar a sus ingresos laborables en caso de ausencia de alternativas.
Casi cinco meses tras el cierre de los centros educativos sigue sin existir ningún tipo de prestación específica para aquellos progenitores que se vean obligados a reducir sus jornadas por motivos de cuidado. Y si bien recientemente el Gobierno ha declarado estar estudiando un permiso retribuido para aquellos padres con hijos en cuarentena, no existe una propuesta definida para dicha medida. La posibilidad de reducción de jornada por cuidados llegaría a su fin el 21 de septiembre, al terminar los tres meses de prórroga de la disposición tras el fin del estado de alarma. En la nueva normalidad, el Estado parece haber dejado de corresponsabilizarse en materia de conciliación. La búsqueda de soluciones es competencia exclusiva de las familias.
Tal vez la consecuencia más preocupante de la ausencia de medidas de conciliación sea la brecha de oportunidades que puede abrirse en la infancia, y que afectará de manera desproporcionada a los niños de hogares más vulnerables.... La OCDE alertaba ya durante el principio de la pandemia del peligro de que el parón educativo se asemeje a las brechas que suponen para los niños de extractos socioeconómicos bajo los meses de verano, que pueden perder hasta un mes de aprendizaje...La otra cara de la ausencia de medidas de conciliación es la desigualdad de género. Ante un aumento inesperado de las necesidades de cuidado y educación en el hogar, es más probable que las mujeres asuman esas tareas. Según el INE, ya antes de la pandemia las mujeres dedicaban de media 38 horas semanales a actividades de educación y cuidado de sus hijos, por 23 horas en el caso de los hombres. Los datos de la encuesta para España apuntan efectivamente hacia una mayor carga de labores de cuidado sobre las mujeres durante la pandemia...
Ariane Aumaître, investigadora de doctorado sobre el Estado de bienestar en el Instituto Universitario Europeo de Florencia.
El País, jueves 3 de septiembre de 2020
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