martes, 29 de septiembre de 2020

Máscaras, nadie se conoce


"Estoy sonriendo", escribe una joven sobre un selfie
 en el que posa con la mascarilla puesta. El Covid-19 nos ha robado la expresión, el rostro, la individualidad. El mundo entero participa desde hace meses en una funesta mascarada que está haciéndonos conscientes de la importancia de vernos las caras. De máscaras e identidades en la modernidad versa esta exposición que tendría que haberse inaugurado el 24 de marzo y que tuvo que esperar a finales de julio. Los comisarios, Luis Puelles y Lourdes Moreno, no podían imaginar cuando la concibieron que todos quienes la visitaran, en un giro tragicómico, deberían ocultar su propio semblante para enfrentarse a las obras seleccionadas.

Es un argumento bien interesante este de las máscaras modernas y nos equivocaríamos si lo diésemos por sabido y sobre todo, por visto. Se ha investigado la influencia de la escultura africana en las primeras vanguardias del siglo XX, se ha explorado la vena grotesca y carnavalesca en el arte, se ha subrayado la fascinación por las figuras de la commedia dell'arte o del circo, se ha sondeado la ambigüedad y la multiplicidad de las identidades que caracterizan la psique contemporánea. Pero hacer todo esto junto, a la vez, lo facilita solo la máscara, objeto enigmático, que recupera a través del arte, en nuestro tiempo, algo de su antiguo poder mágico. Luis Puelles habla de "reencantamiento" para referirse a esa potencialidad y esa dimensión antropológica ancestral, es subrayada en la muestra  a través de unos pequeños conjuntos de máscaras africanas (de la colección Sánchez-Ubiría) y de representaciones escultóricas de máscara precolombinas, que tienen su eco en las de Gallardo o André Derain.

La exposición sigue un hilo : la facultad transformadora de la máscara, la cual va perdiendo su objetualidad - que en la representación pictórica no tuvo nunca- para fundirse en el rostro, adquiriendo una cualidad fantasmal. Estas máscaras no protegen como las que llevamos hoy, sino que exponen y nos exponen a aquello que hace peligrar  el orden social y la seguridad personal, la hipocresía y el vicio, la animalidad, la angustia existencial, la sinrazón, el vacío. Al ocultar, revelan. El proceso parte de los "Disparates de carnaval", en los que se disfraza la identidad para dar salida a fuerzas disruptivas. En el origen de todo Goya que tituló uno de sus Caprichos con la sentencia "Nadie se conoce", con la denunciaba el engaño en las relaciones interpersonales...Y  de Goya a Solana, Ensor, Evaristo Valle, Castelao, Arturo Soto...

La vena expresionista en el sentido más amplio, tiene un considerable desarrollo en la muestra pero hay otro eje en la exposición en el que la máscara es fuente de inspiración para la experimentación formalista, que esencializa faz y figura: de un lado, están los artistas que se basan  en las máscaras africanas  o tribales, como Picasso, Modigliani, Léger, González, Ferrant o Lam que protagonizan la sección "Máscaras sobrenaturales" y de otro los que acuden a las máscaras neutras -teatrales, industriales como Rodchenco...

Máscaras. Metamorfosis de la identidad moderna. Museo Carmen Thyssen. Málaga. Hasta el 10 de enero.

Elena Vozmediano. El Cultural, 25 de sptiembre de 2020.

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