sábado, 12 de septiembre de 2020

El pasodoble belga que se hizo himno español

 No hay manera. Desde hace más de medio siglo, las autoridades turísticas han intentado vender las maravillas de la España urbana y la España del interior. Una oferta sintetizada  en la triada "catedrales, museos, gastronomía", que no parece haber penetrado en el caletre del turista medio, emperrado en disfrutar de las tres eses: "sex, sand and sun". Es decir, "sexo, arena y sol". Aunque una somera inspección del actuar de nuestros visitantes constataría que sus prioridades han derivado hacia "alcohol, sexo y sol".
Una posible explicación es la carencia de una banda sonora que identifique el país con la misma eficacia que las canzoni napolitanas o la chanson parisina. Oh sí, está el flamenco pero se trata de un arte hermético, que los guiris aprecian especialmente como baile o en guitarra; el flamenco vocal solo parece internacionalizarse en su vertiente rumbera y en voces francesas. Por oscuros poderes históricos, pocos artistas locales se han lanzado a crear música inequívocamente Spanish pero destinada aun público global, aprovechando la estancia temporal de decenas de millones foráneos.
Así que no deberíamos asombrarnos de que el himno extraoficial del país, Y viva España, sea un producto de importación. Para más inri, obra de los belgas, el compositor Leo Caerts y el letrista Leo Rozenstraten. Por si sirve de consuelo, flamencos, es decir, naturales de Flandes. A Caerts cabe reconocerle la habilidad de elaborar un pasodoble que lo mismo encaja en los parámetros del schlager teutónico que en las exigencias de cualquier banda municipal valenciana. A Rozenstraten mejor no darle ni las gracias. Ajeno a la ortografía del castellano lo titulo Eviva España (sic). El texto confundía la parte por el todo: "con mis manos toco las castañuelas/ y con el pie marco el paso del flamenco/Solo uso vestidos andaluces /y en mi cabeza llevo un gran sombrero negro".
Qué más da. Grabada por la joven Samantha, natural de Amberes, fue enorme éxito en Bélgica y Holanda. De repente en los países nórdicos y centroeuropeos quería traducirlo a sus idiomas. La cantante Hanna Aroni, de pasaporte israelí y vocaión internacionalista, deseaba grabarla no solo en inglés: Quiero hacerla también en español ¿no?. Pues no, pero mejor no confesarlo. Acudieron velozmente a la Embajada española en Bruselas, donde les conectaron con Manuel de Gómez, un empleado aficionado a la versificación. Y muy patriota..
Precisamente esa fue la adaptación que grabó Manolo Escobar en 1973. En su descargo, cabe mencionar que se resistió por considerarlo una obviedad. Se impuso la opinión de su disquera, Belter, y los directivos estaban en lo cierto. Como Y viva España, ya forma parte del patrimonio nacional...
Diego A. Manrique. El País, lunes, 31 de agosto de 2020.

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