jueves, 10 de septiembre de 2020

Por las carreteras

Sylvain Prudhomme
 Durante su juventud Sylvain Prudhomme (La Seine-sur-Mer, Francia,1979) fue adicto al autoestop. Recorrió la geografía europea subiéndose a coches de desconocidos. Le gustaba viajar sin costes, por supuesto, aunque no más que sentir picos de adrenalina cada vez que un conductor le abría la puerta. Junto a esos individuos de toda clase y condición, el escritor vivió momentos de genuina intimidad, en los que creyó ver aflorar verdades sobre la existencia. Esa vieja afición que interrumpió a los 25 años, ha inspirado Por las carreteras (AdN), quinta novela de Prudhomme y la primera traducida al castellano, propulsada por su éxito en Francia donde se alzó con el prestigioso Premio Fémina y se convirtió en una de las revelaciones del año pasado.
Cuando su entorno supo que Prudhomme escribía un libro sobre el autoestop, no tardó en intentar disuadirle. "Me decían que estaba pasado de moda y que haría mejor en hablar de BlaBlaCar", recuerda el autor en la bulliciosa terraza de un gentrificado barrio africano de París, que tal vez le haga recordar una infancia transcurrida en países como Camerún, Níger o Burundi, a los que le condujo el trabajo de un padre cooperante. "Para mí, era importante usar una práctica tan anticuada como hacer dedo, porque me permitía introducir temas como el abandono al azar, la confianza en la vida o el encuentro con el prójimo, a contrapelo respecto a nuestra manera de vivir en la época actual". En realidad, BlaBlaCar no tiene mucho que ver con el autoestop, al ser su reverso mercantil. "No se asume ningún riesgo al utilizar esa plataforma: quedas con alguien a una hora precisa, le pagas parte del viaje, pones una nota al conductor y una empresa responde si surge algún problema. Es el reflejo de la sociedad de hoy, en la que exigimos eficacia y garantía. Yo quería hablar de un salto al vacío...", dice el autor.
Su novela está protagonizada por Sacha, escritor parisiense algo desilusionado con la vida que, tras cumplir 40 años, sin hijos ni ataduras, decide mudarse a una pequeña ciudad del sureste francés. Allí se reencuentra con un íntimo amigo de juventud, el Autoestopista, personaje sin nombre, con el que partió peras décadas atrás después de compartir un sinfín de viajes por carretera y noches iluminadas por las estrellas...
Álex Vicente. Babelia, El País, sábado 15 de agosto de 2020.

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