jueves, 8 de septiembre de 2022

Lo que importa es el cómo, no tanto el qué

Si la inflación le ha dejado, a la vuelta de agosto, 16 euros, gásteselos en Historia del hijo, de Marie-Hélène Lafon (Aurillac, 1962). O en cualquiera de los otros títulos que Editorial Minúscula tiene editados en español de esta autora: Los países (2018) y Nuestras vidas (2019). Gásteselos siempre y cuando aún conserve el placer de leer un texto que no lo consolará, no lo llevará a ningún rincón donde la nostalgia o el entretenimiento lo estén esperando. Y además, es bastante probable que le hable de personajes y escenarios que le resulten ajenos. Tampoco extraerá información  que no sepa de antemano o que le sea útil para nada práctico. Es decir, cómpreselo si aún conserva dinero y placer de leer una trama que se despliega a través de lo depurado y flexible del estilo con el que está escrito. Placer que se deriva de la musicalidad, la aparente simplicidad con el que la cadencia de las frases, las palabras y sus silencios entre ellas y con todo ello, los personajes, sus decisiones y avatares nos toman de la mano, y no nos sueltan. No importa mucho qué, importa sobre todo cómo.

Marie-Hélène Lafon es profesora de latín, griego y francés y autora de una veintena de títulos que poco a poco , están llegando a nuestro país. De padres campesinos de la región francesa de Cantal, se desplazó hasta París para estudiar en La Sorbona. En la actualidad sigue residiendo en París y su bibliografía, que ella concibe como un todo conectado por un "vínculo orgánico", recae una y otra vez, en una mirada que es, al mismo tiempo, cálida e irremediable. Sus libros -e Historia del hijo no es una excepción- hablan de familias, hombres y mujeres atados a un destino que personifica la casa rural, la tierra, los antepasados o la necesidad de rituales y escenarios, que como un bodegón de fruta va quedándose sin comer, pudriéndose, quieta. Un destino del que uno puede sustraerse siempre y cuando pague el precio sabido de ser siempre un tránsfuga. La huida a París, el anonimato, la libertad, la soledad y la posibilidad de la metrópoli tiene todo lo envidiable y terrible para quien viene de un orden , un ritmo y unas normas marcadas desde generaciones en poblaciones pequeñas y entornos rurales.

En el caso de Historia del hijo ese desgarro se personifica en dos hermanas. Una de ellas elige vivir en París y deja su hijo recién nacido en manos de su hermana  y cuñado -padres de dos niñas- en el campo. Hijo y madre solo se verán en Navidad y en verano. Durante tres décadas aquel desconocerá quién es su padre. Juego de identidades más en el seno del matrimonio, la familia, la estructura social que en la necesidad individual de saber quién eres y que heredas y de quién. Es un mosaico impecable el que despliega Lafon como relato familiar, servido a sorbos que saltan en el tiempo (de 1908 a 2008) sin sobresaltos, aunque en ocasiones la saga lleve a confusión al lector. El lenguaje, su musicalidad, el trabajo invisible de la autora -y su traductor- hace que uno tenga la sensación de que las palabras elegidas y la manera de explicar la historia son las únicas posibles. Una trama llena de sutilezas, secretos y cruces imperfectos que hacen de su lectura una aproximación a lo que es vivir: no sabes muy bien qué sucede mientras sucede, creyendo venir de donde creemos venir y sin saber mucho más.

Carlos Zanón. Babelia. El País, sábado 3 de septiembre de 2022.

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