domingo, 18 de septiembre de 2022

Rima Abdul Malal. Ministra de Cultura de Francia

Rima Abdul Malak y el ministro español de Cultura Miguel Iceta
(Foto de  El País)

Rima Abdul Malak (Beirut, 43 años), ministra de Cultura del Gobierno de Emmanuel Macron, llegó a Francia como refugiada, huyendo de la guerra del Líbano, cuando tenía 10 años. Después de que su casa fuese bombardeada su padre decidió instalarse con su familia en Lyon. Fue directora de programas de Payasos sin Fronteras, una época durante la que recorrió muchos países en conflicto; responsable de Cultura en el Ayuntamiento de París con el socialista Bertrand Delanoë y asesora de Macron, que la nombró ministra de Cultura en mayo, tras su reelección. 

Se ha pasado el verano recorriendo todos los festivales veraniegos posibles y ha formado una especie de grupo de presión dentro del Ejecutivo con el ministro de educación, Pap Ndiaye, para fomentar la lectura entre los jóvenes, que se ha marcado como principal desafío. Aunque los frentes abiertos son numerosos: las plataformas digitales, los grandes grupos editoriales, la defensa de la excepción cultural. Visitó Madrid con motivo del lanzamiento del año Picasso, que presentó junto al ministro español de Cultura, Miguel Iceta. Concedió esta entrevista por la mañana en la terraza del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

P.- ¿En qué medida es importante tener en cuenta el movimiento Me Too en la conmemoración del 50º aniversario de Picasso, hacerlo desde una sensibilidad contemporánea?

R.- Hay que abordar este 50 aniversario de una forma muy abierta para abrazar todas las dimensiones de Picasso: la artística, la política, pero también la violencia que había en él. Es normal interesarse por la vida de un artista, mucho más cuando se analiza su proceso creativo. Para mí, la dimensión política de su obra es muy importante y también es muy importante analizarla desde un punto de vista actual. Viendo lo que ocurre en Europa ahora, creo que este 50º aniversario nos enfrenta a un símbolo tan poderoso como el Guernica y a preguntarnos sobre el compromiso de un artista en tiempos de guerra, en defensa de valores como la democracia y la paz. Es muy importante abordar también esta parte de la vida de Picasso. Con esto no quiero decir en absoluto que no haya que abordar  su relación con las mujeres, un tema que van a tratar exposiciones como el proyecto  de la artista australiana Hannah Gadsby en el Brookyn Museum en EE UU.

P.- Francia se ha comprometido con la defensa y la protección de la cultura desde un punto de vista claro: no se trata de una mercancía como las demás, ya sea a través de las subvenciones al cine o la ley del precio fijo de los libros. ¿Es esta también la política del presidente Emmanuel Macron?

R.- Es lo que llamamos la excepción cultural francesa, precisamente porque la cultura es diferente. Y yo añadiría a ese término que hay que defender también la diversidad cultural en un mundo en la que plataformas como Disney, Amazon o Netflix son cada vez más poderosas. Los europeos tenemos que llevar ese combate también a la diversidad, la diversidad de las lenguas, de los relatos, la diversidad del cine por ejemplo, el apoyo al cine de autor. Pero el desafío no está solo en luchar contra las plataformas y en resistirse. El desafío consiste en lograr trabajar con ellos y abrir esas plataformas a la diversidad cultural, y obligarles por ley a contribuir económicamente a ella.

P.- ¿Le preocupa la concentración en el mercado editorial en Francia y en el mundo en general? ¿Cree que pone en peligro la libertad de creación?

R.- Por un lado se trata de un mercado libre en el que actúan empresas privadas. En Francia tenemos el Centro Nacional del Libro, que articula nuestra política de apoyo al sector. Nuestro papel es, de nuevo, fomentar la diversidad editorial, apoyar a los pequeños editores, a los autores, distribuidores, libreros. Se trata de toda una cadena  de diversidad. Y también los escritores tienen el deber de movilizar a la opinión pública...

P.- ¿Es cierto que el bono cultural, que se acaba de instaurar en España, que da una ayuda económica a los jóvenes que cumplen 18 años para gastársela en cultura, se ha convertido en el "bono manga" en Francia?

R.- Va mucho más allá, es una apertura a un enorme abanico de experiencias culturales: teatro, museos, cine, música, incluso la práctica artística, porque muchos jóvenes se han comprado instrumentos con esas ayudas. En cuanto al libro, a nosotros también nos ha sorprendido porque no pensábamos que sería el gasto número uno. Y el 60% de los jóvenes que van a una librería a comprar un manga , salen con otro tipo de libro. Esa es la labor del librero... El bono cultural no se puede gastar en Amazon, hay que ir a una librería física, lo que en Francia es relativamente fácil porque hay 3.000 librerías...

Guillermo Altares. Madrid. El País, martes 13 de septiembre de 2022.

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