martes, 13 de septiembre de 2022

Un Picasso para la era de Instagram

                                                                                            Foto: AFP
Nadie pondría en tela de juicio que 50 años después de la muerte de Picasso es uno de los artistas no sólo más cotizados sino más admirados. Picasso sigue siendo muy sexy, sumergido en ese halo de "gran maestro" que le permite codearse con los pintores clásicos sin perder su aire subversivo. Como ocurre con Dalí, el público adora a Picasso, un pintor y un dibujante soberbio e igual que Dalí, reconoce en él a un artista polifacético; un díscolo, a pesar de que en las propias conversaciones con Brassaï Picasso lo dejaba claro: un artista necesita éxito y dinero. Desde luego Picasso tuvo éxito y fue muy rico, pero se le perdona. Ocurre con los "genios", término puesto en tela de juicio estos últimos años.

Lo que parece innegable es cómo Picasso mantiene el estatus de icono. La prueba es su obra más política, el Guernica, al tiempo una pintura compleja y el mejor fondo para un selfi -privilegio de Mick Jagger, según subrayaron las redes-. El cuadro sigue levantando pasiones 80 años después, menos violentas que el spray con el que le atacaron en Nueva York a mediados de los setenta o los posibles ataques que quiso impedir el cristal en su vuelta a España. Incluso hace poco, el 13 de julio, tras la instantánea de las primeras damas y primeros caballeros de la OTAN tapando el cuadro, un grupo ligado al Reina Sofía -entre otros, Ana Longoni, directora del Departamento de Actividades Públicas y del Centro de Estudios del museo hasta hace poco- publicó en redes una especie de manifiesto anti-OTAN, antibelicista, con el Guernica de fondo también.

En el mensaje se explicaba cómo "el Guernica" iniciaba "los trámites de petición" de asilo o protección internacional en algún país que no estuviera ni fuera a estar nunca en la OTAN. Es cierto que la propia Longoni, en unas conversaciones de Bienal Sur, hablaba del "lastre" del Reina Sofía por "ser un museo que reúne una colección y tiene un patrimonio", pero aún teniendo en cuenta tan particular opinión, entender  la colección como un lastre para el Museo, es obvio que el autoexilio del Guernica haría bajar mucho el número de visitantes, a juzgar por el nutrido público que se agolpa en esa sala. El Guernica no ha perdido ni un centímetro de su capacidad polémica y, a la vez, Picasso sigue siendo un best seller, guste o no.

Es lo intrigante de Picasso: al cabo de los años sigue vivo y nos enzarza hablando de él. Artista de estrategias, dominio absoluto de una imagen que, a la vista del fabuloso número de fotografías y su actitud de performer en ellas -un instangrammer avant la lettre-, controló sin resquicios, vuelve a entrar en las conversaciones de los más jóvenes, quienes le piden cuentas por su relación con sus mujeres, muchas y sucesivas, simultáneas, menores, abandonadas... En esta era de las reparaciones, las cancelaciones, las restituciones, los más jóvenes no aceptan que los minotauros y las niñas de Picasso sean solo obras de arte y piden cartelas más explícitas, al menos eso. Se trata de una saludable revisión de la historia, abordada desde el propio Museo Picasso de Barcelona y la UAB. Ambos han puesto en marcha un programa donde se relee a Picasso desde la perspectiva de género sin que las piezas pierdan un ápice de su valor artístico. En esta época de Instagram y TikTok, Picasso mantiene la extraña cualidad de ajustarse a muchas y variadas agendas. Por eso seguimos hablando de él, pues artistas increíbles ha habido algunos...

Estrella de Diego. Babelia. El País, sábado 27 de agosto de 2022.

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