La gran exposición sobre la relación entre los dos creadores, organizada y producida por Miró con el Musée Matisse de Niza, llega ahora a Barcelona (hasta el 9 de febrero de 2025) después de su éxito en el museo francés y con el plus del luminoso edificio de Sert, donde la muestra alcanza una nueva dimensión. La idea original, según recalcó ayer en la inauguración de la exposición su comisario, Rémi Labrusse, no era mostrar la influencia de un artista sobre otro, ya sea del mayor sobre el más joven (Matisse, de 1869, tenía 23 años más que Miró, de 1893), o al contrario, sino "los estímulos recíprocos" que se proporcionaron entre ellos. Cada uno hizo su camino. El desafío era enseñar obras que no se parecen pero que dan sensación de comunicación; más allá de la noción de influencia o de imitación, se trata de enseñar la energía compartida de artistas que, cada uno desde su perspectiva, pusieron en tela de juicio la tradición pictórica y fueron muy lejos en la deconstrucción y reconstrucción del arte". Labrusse destacó el "vitalismo" como la sensación más importante en la que coinciden ambos pintores. "Su voluntad de producir una energía vital más allá de las imágenes".
La exposición patrocinada por la Fundación BBVA, sigue cronológicamente las carreras de Miró y Matisse, quienes pese a sus concepciones pictóricas aparentemente distintas (surrealismo y fauvismo), se admiran mutuamente y fueron buenos amigos a partir de que Pierre Matisse, el hijo del pintor, se convirtió en marchante de Miró en 1934 (y fue capital en la difusión de su obra en EE UU).
Desde el inicio, cuando la exposición señala la experiencia mediterránea de ambos (Matisse se instaló en Colliure, donde inventó el fauvismo con Derain en 1905), se puede ir comparando obras (55 matisses y 53 mirós): paisajes como Colliure en agosto (1911), del francés, y Cambrils, la playa (1917) del catalán, o naturalezas muertas como Las calabazas, de Matisse (1915-16), y Naturaleza muerta (luz de carburo), de 1922-23 de Miró. Se documenta minuciosamente la relación: Miró había oído hablar de Matisse antes incluso de su primer viaje a París en 1920, a través de pintores francófilos como Joaquín Sunyer. Vio su primer matisse, Naturaleza muerta con calabaza, en 1917, en la exposición de arte francés en Barcelona. En la muestra de arte francés de vanguardia en la capital catalana en las Galerías Dalmau en 1920 expusieron juntos (se puede ver el catálogo en una vitrina). Una foto muestra ya a los dos pintores sentados conversando en la terraza de café Les Deux Magots en 1936...
Jacinto Antón. Barcelona. El País, miércoles 23 de octubre de 2024.
No hay comentarios:
Publicar un comentario