P.-El pensador británico John Gray sostuvo recientemente en este diario que estamos ante una situación muy parecida al preámbulo de la I Guerra Mundial, con el auge de los totalitarismos y con unos lideres políticos sonámbulos .
R.-No hay motivos para ser tan pesimistas. La situación actual es completamente diferente a la de entonces, mucho más compleja. Hace un siglo todo estaba centrado en Europa, pero hoy Europa solo es una pequeña parte del mundo. Y que, además, influye cada vez menos. La diferencia es que todo es global y Europa ya no es el centro del mundo. Hoy debes incorporar a otros países como China, India, Corea, Arabia Saudí... Además la tecnología lo ha cambiado todo y han aparecido nuevas ideologías como el ecologismo. Hace un siglo la vida política y la vida social estaban dominadas por ideas muy simples como el marxismo y el fascismo. En cambio, en estos momentos no hay ideologías simples, todo es muy complejo, global, cambiante. Y está la velocidad: lo que hoy puede ser verdad mañana ya está obsoleto.
P.- ¿No está amenazado el viejo orden global, nacido de las cenizas de la II Guerra Mundial, y que es el que sirvió para construir la vigente prosperidad occidental?
R.- El mundo hoy se divide entre democracias y autocracias, ya no se divide entre marxismo y liberalismo. Siendo esto cierto y con las tensiones que genera, también lo es que nunca el sistema democrático había sido tan fuerte. La democracia está extendida por toda Europa o en Japón que hace un siglo no era una democracia liberal o en la India, que era una colonia británica. En Hispanoamérica también hay democracias aunque estas no son perfectas. Podemos decir que la democracia, por tanto ha crecido y se ha fortalecido y ya no es un sistema solo apto para los países occidentales: funciona muy bien en Taiwan y Corea del Sur... Esto es una gran noticia para la democracia liberal porque se ha convertido en un valor universal. Incluso en dictaduras como China o Rusia, lo que las clases más preparadas e intelectuales quieren es disfrutar de la libertad que ofrece la democracia. Significa que los países que tiene una democracia liberal son más prósperos económicamente. La Unión Europea es buen ejemplo de ello: el mayor éxito de la democracia liberal. ¿Quién podía imaginar a principios del siglo XX que nos íbamos a convertir y sentir como ciudadanos europeos? Las democracias son muy fuertes y el único modelo para el resto del mundo. Autócratas como Putin, Xi Jinping o Erdogan quieren acabar con ella porque la temen. Saben de su éxito y que muchos de sus conciudadanos la desean. Rusia, Irán o China no ofrecen un universo moral, nuestra democracia liberal sí. (...)
P.- Usted que vive entre Estados Unidos y Normandía, ¿Cómo ve desde la distancia la situación en España?
R.- Cuando era muy joven solía pasar mis vacaciones en un pueblo muy pequeño de Cataluña en el que vivía mi primo. Si comparo la España de entonces con la actual, el progreso y la modernidad son innegables. Es un país libre y europeo que además ha recuperado mucha influencia económica y cultural en Latinoamérica lo que es muy importante porque hace que España no solo sea parte de Europa, sino también de América. Sin embargo tiene dos problemas políticos: la izquierda y el independentismo. La izquierda se ha quedado sin argumentos, porque el socialismo y el marxismo ya no funcionan, así que tienen que inventar una estrategia de división social para mostrar que algo tiene que decir. Un ejemplo de esa política divisoria que agita un regreso simbólico a la Guerra Civil, es la amnistía. Mientras que el independentismo es un problema de narcisismo insaciable sin que les importe que la identidad vasca y catalana esté respetada y ampliamente protegida en España por la Constitución. Quizá haya que empezar a decirles claramente al nacionalismo le realidad.
Iñaki Ellacuría. El Mundo, 19/10/2024.
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