Y si su renuncia es misteriosa, sus creaciones no lo son menos, llenas de visiones y de sueños, sin metrónomo alguno pero con experiencia a raudales, creando simetrías y percusiones deslumbradoras. Ahora es más difícil ver la novedad en que se transmutaron sus experiencias, de una rebeldía inconmensurable, prima hermana de Baudelaire -su maestro-. Vistas las cosas en su momento, la originalidad es tal que no cesan las preguntas sobre esa dimensión inabarcable del genio que pone en circulación lo inimaginable (o casi) antes.
"La región de la que vienen mis sueños se despliega en un lenguaje brillante y su poder de evocación es inmenso. A veces, al final del poema, para certificar esa condición onírica, se anuncia el despertar -"Al despertar era mediodía"-, y, al mismo tiempo, como si los sueños fueran liberaciones, se teme no regresar más a ellos: "¿Qué brazo bondadoso y qué hermosa hora me devolverán a esa región? Y junto a ese mundo alado, feérico -"Cabalgata de hadas"- y otras no tanto, se abren paso anhelos en los que se asienta "el reposo iluminado", y, con él, "el amigo... la amada... la vida", como en el portentoso comienzo del poema 'Veladas'.
Una de las ilustraciones de Frederic Amat de la edición de "Iluminaciones". |
¿Y cómo se llega a esas cimas, donde esa clase de sublimidades -tanto estéticas como éticas- resplandecen" Mediante la memoria y los sentidos: "Tu memoria y tus sentidos no serán sino alimento de tu impulso creativo". Muchos firmarían esto, pero, entre ellos, se me ocurren algunos genios: Chéjov, Joyce, Proust (además del pionero William Wordsworth, por supuesto).
Edición perfecta: muy buena y limpia traducción de Miguel Casado e inspiradas ilustraciones de Frederic Amat.
Ángel Rupérez. Babelia, El País, sábado 9 de noviembre de 2024.
No hay comentarios:
Publicar un comentario