lunes, 11 de noviembre de 2024

Anora. Una pretty woman del siglo XXI

Si algo caracteriza la trayectoria de Sean Baker (Summit, 1971) -además de su admirable capacidad para empatizar con los personajes- es su interés por la cara oculta  del comercio sexual. En Starlet (2012) retrató la toma de conciencia de una estrella del porno interpretada por Dree Hemingway, bisnieta de Ernst; y luego en Tangerine (2015), elogió la batalla por la entereza emocional  de dos prostitutas transexuales. En The Florida Project (2017), una madre debía prostituirse para mantener a su hija, mientras que los protagonistas de Red Rocker (2021) cargaban con el estigma de haber protagonizado unos vídeos sexuales. Este escaparate de adversidades podría hacer pensar en un cine de la sordidez, pero la mirada humanista de Baker  perfila una celebración  de la resistencia  y la lucha  por la dignidad  cualidades esenciales de la protagonista de Anora, Palma de Oro en Cannes.  

La joven Anora (una deslumbrante Mikey Madison) prefiere ser llamada Ani. Así es como esta bailarina  de un club  de lap dance neoyorquino oculta sus orígenes eslavos, aunque es justamente este rasgo identitario el que convertirá a Anora en el objeto de deseo del hijo de un oligarca ruso, Ivan (Mark Eydelshteyn), que se garantizará la compañía en exclusiva  de la escort. Siempre cerca de su protagonista, pero evitando en todo momento juzgarla de forma tajante, Baker invita  al espectador  a participar  del encantamiento que experimenta Ani al gozar de los lujos que le provee Ivan. Esto acerca Anora a la fábula de la Cenicienta, que ya tuvo una traslación al ámbito del comercio sexual en la icónica Pretty Woman (1999). Si embargo, Baker no se contenta con seguir el patrón narrativo de la damisela en apuros y convierte Anora en una obra  que toma al espectador  a contrapié, como un bumerán capaz de girar sobre sí mismo en el aire... hasta en dos ocasiones.

En su primer cambio de rumbo, Anora transita del relato romántico a un lugar equidistante entre el thriller criminal y la comedia de enredo. (...)

El segundo golpe de timón conduce Anora hacia su memorable recta final, en la que se evidencia  que el sueño de Ani puede convertirse en una pesadilla. Es aquí cuando al perfilar abiertamente una lucha de clases, el filme se desmarca en gran parte del cine independiente  americano actual...

Manu Yáñez. El Cultural, 25-10-2024.

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