sábado, 4 de febrero de 2017

La biblioteca Richelieu, 2

La otra gran sala de lectura es la Oval, iniciada en 1897, acabada en 1932 e inaugurada en 1936. Varios arquitectos trabajaron en ella. El hombre que la concibió Jean-Louis Pascal, sucesor de Labrouste, logró una luminosidad prodigiosa gracias aun cinturón de claraboyas en torno a una claraboya cenital. La Sala Oval está todavía en obras. A causa de las estrecheces presupuestarias, porque Francia ya no es tan rica como cuando Mitterand ordenó construir la biblioteca más grande del mundo, y en parte también para cimentar la propiedad privada, en octubre pasado se lanzó una petición de donativos. Cada donante puede grabar su nombre en una lámpara (mil euros), en una mesa (2.000 euros), en una delas ciudades cuyos nombres bordean la cúpula como faros de la cultura humana. Son París, Bizancio, Washington, Florencia, Nínive, Atenas, Berlín, Alejandría, Londres, Babilonia, Viena, Tebas, Roma, Cartago, Pekin y Jerusalén, (cada una a 5.000 euros). La suscripción está casi cubierta, pero aún queda alguna cosa para quien esté dispuesto a comprar una plaquita de inmortalidad. La biblioteca no volverá a abrirse al público, al menos hasta 2020. Centenares de personas, después de congelarse en la cola kilométrica, volvieron a hacer cola el domingo en el interior caldeado para abonarse a la biblioteca y poder visitarla cuando les apeteciera. Los andamios permanecerán una larga temporada, pero también seguirán ahí unos veinte millones de documentos maravillosos. Sin contar el sector cartográfico, uno de los más ricos del planeta, y el sector de artes gráficas, la Richelieu guarda el papiro Prisse, de hace 40 siglos, considerado el libro más antiguo del mundo; la gran moneda de oro de Eucrátides; decenas de biblias incunables, tronos merovingios, joyas y una insuperable colección de manuscritos desde los Pensamientos de Pascal al Justine del marqués de Sade, desde los libros anotados de Voltaire a La cartuja de Parme de Stendhal; desde partituras de Bach y Beethoven a La educación sentimental de Flaubert.
Eric González. París. El Mundo, martes 17 de enero de 2017

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