viernes, 30 de noviembre de 2018

Jean-Michel Jarre en el Xacobeo 93

Jean-Michel Jarre
Jean-Michel Jarre ofreció un concierto el 29 de septiembre en el Monte do Gozo, coincidiendo con la celebración del Xacobeo. Más de 25.000 personas asistieron en directo al espectáculo que ponía punto final a un excelente cartel de conciertos que se organizaron hace ahora 25 años. Y es que además de la actuación del denominado padrino de la música electrónica, el Monte do Gozo fue también escenario de conciertos de artistas del nivelazo de Prince o B.B. King o Bruce Springsteen. "Jarre, desde sus comienzos, con el álbum The Cage, había mostrado sus dominios con los instrumentos electrónicos, y aquí vino a ofrecer una miscelánea de los números musicales más representativos", destaca Ramón G. Balado, crítico musical, sobre el concierto de Jarre en el Monte do Gozo. "Jean-Michel Jarre, entonce pujante por trabajos de gran éxito como Oxigène o Equinoxe, estaba inmerso en un gira  que incluía el Monte do Gozo, La Cartuja de Sevilla, el Estadio Olímpico de Barcelona y el Hipódromo de la Zarzuela en Madrid". que destaca que "Jarre no desechaba , en ciertos aspectos, las influencias asimiladas de los autores clásicos, pero pasados por el cedazo de sus propias ideas". Balado subraya que el músico francés "llegaría a explotar con absoluto interés los dispositivos MIDI, que a través de un ordenador, eran capaces de reconocer los sonidos que reproducían los instrumentos convencionales, además de responder a ello de formas muy sugerentes. "Fue una garantía para ganarse al público.
¿Te acuerdas de ...?. El Correo Gallego, sábado 27 de octubre de 2018

jueves, 29 de noviembre de 2018

Una vieja historia

Jonathan Littell
Una zambullida en agua clara de piscina inicia el itinerario de cada capítulo. La nueva novela de Jonathan Littell -Una vieja historia (Galaxia Gutenberg), la primera en 12 años tras Las benévolas- necesita en cada recomienzo un baño de pureza para enfangarse en siete viajes al fondo de las neurosis individuales y colectivas que asolan al mundo contemporáneo. Lo encara al ritmo de unos buenos largos donde se cruzan la familia, el sexo, la soledad, la guerra, el abuso...
Puede parecer una distopía escrita con la maña puntillosa de Marcel Proust. Pero no lo es, dice Littell:"Para mí se trata de una descripción ajustada de la realidad", asegura. Además, "¿quién necesita distopías cuando la realidad es más horrible de lo que se te pueda ocurrir?", asegura. ¿Y si la describimos como una pesadilla urdida con los fantasmas del lenguaje?"Tampoco", dice. Luego vuelve a insistir: "He tratado de levantar un reflejo de las vidas que llevamos, aunque no de manera naturalista, sino con las percepciones que cada uno de nosotros pueda tener". 
Conversar con Jonathan Littell es más o menos como jugar al frontón. Donde uno ve gaviotas, el quiere convencerte de que son buitres. "Es tu visión", comenta. "Yo no lo veo así, necesariamente..." Son frases que intercala en su estrategia volcada hacia el despiste permanente o el enigma. Después de desmontar las preguntas nacidas de una esforzada lectura, sonríe o se frota la cara. Quizá por falta de sueño, puede también que le ronde un resfriado o, sencillamente, porque le revientan las entrevistas, la promoción, la insoportable perspectiva de sacarse una foto: "No sé por qué necesitáis una cada vez", protesta.
Pudo ser una estrella de la literatura, pero él sólo quiere que le consideren escritor, cineasta, creador en suma. Y que le dejen en paz. Ganó el Goncourt  con Las benévolas, que fue el gran fenómeno literario en 2006, y ni siquiera se presentó a recogerlo. Vive tranquilamente en Barcelona, donde se desenvuelve en catalán y en castellano lo mismo que escribe en francés o en inglés sin traumas de desapego u obsesión por cuál de ambas lenguas considera primigenia o materna.
Nació en Nueva York (1967), pero pronto lo sacaron de allí para emprender un camino errante con su familia, propio de sus antepasados judíos lituanos. Se educó en francés y desde muy joven  saltó a la trinchera de la cooperación internacional en terrenos como Chechenia, diversos lugares de África, Siria o Afganistán... Comenzó con la ciencia-ficción  (Bad Voltage) y hasta ahora con 51 años, ha firmado tres novelas y algunos ensayos como Lo seco y lo húmedo, donde persigue el rastro del nazi León Degrelle o aborda pasiones artísticas, caso de Francis Bacon...
Jesús Ruíz Montilla. Babelia . El País, sábado 3 de noviembre de 2018

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Chocolate amargo

La semana pasada, en una reunión de ministros europeos, el griego Tsakalotos, buscando argumentos para sostener la necesidad de una tasa a las multinacionales digitales, le puso a su colega belga, Johan van Overtveldt, un ejemplo que implicaba crujir a impuestos el chocolate. Hubo risas en la sala y sudores fríos entre los pobres que estamos obligados a escuchar este tipo de debates. Al alcohol, al tabaco, al respirar, sí. Gravar todo eso tiene sentido, pero al chocolate que lo dejen tranquilo. Quizás la mayor decepción de mi vida de expatriado, después de asumir que no iba a trabajar en pijama desde casa y comprobar que el Manneken Pis es el Thomas Gravesen de las atracciones turísticas, fue descubrir que el chocolate belga ya no es belga. Marcas históricas como el Côte d'or (EEUU), Callebaut (Suiza), Guylian (Corea del Sur) Godiva (Turquía) o Leónidas (medio griego-chipriota), ya están en manos foráneas; y el fundador de Galler, Jean, acaba de vender el 25% que le quedaba de la compañía a la familia del jeque Hamad Bin Jassim Bin Jaber al Thani, de Qatar. La ambrosía en forma de "Chocolat Noir fourrée d'un mousse noire d'espresso" sabe algo más amargo esta semana.
En los últimos 15 años, las exportaciones de chocolate han aumentado un 117%. Es un mercado "en expansión que suponía en 2017 2.670 millones", según explicaba hace unos días Le Soir . El 80% de la producción, unas 600.000 toneladas, se dedica ya al resto del mundo. Ya no queda casi nada con capital de la tierra, Neuhaus y algunas menores. Por si fuera poco, mis favoritos, Pralibel, no hay forma de encontrarlos en Bruselas. Hasta hace poco los tenían en el Duty  Free del aeropuerto, y puedo recordar hasta dos viajes innecesarios sólo para poder comprarlos. Pero ya ni eso. Somos liberales y todo eso, pero no sé cómo esperan que soportemos las huelgas y los retrasos.
Pablo Suances. Bruselas. El Mundo, martes 13 de noviembre de 2018 

martes, 27 de noviembre de 2018

París pese a todo

Tardó París en perder el lugar hegemónico del arte, un espacio físico y mental. Lo mantuvo por más de medio siglo entre una fatalidad armónica y un destino irremediable. Del impresionismo a las vanguardias históricas, el arte hizo nido como un aceite lento hasta que el mundo orbitó alrededor de la ciudad asistiendo a cómo el cerco libre de una cultura en ignición fue cayendo lentamente hasta el cerco triste de un sistema agotado. La Primera Guerra Mundial configuró el centro del mundo del arte que fue París. La II Guerra Mundial fue el principio del fin. Pocos sobrevivieron en primera línea a los dos espectáculos. 
El intento de recobrar lo perdido es la historia de una agonía. Incluso el de un robo. Así lo sostiene Serge Guilbaut, responsable de la exposición París pese a todo Artistas extranjeros 1944-1968, que el Museo Reina Sofía acoge hasta el próximo 22 de abril. No se trata de una nostalgia del París luciente, sino del itinerario de un París que habiendo sido moderno e internacional, intenta serlo de nuevo en el medio siglo del siglo XX. En muchos sentidos aquel afán de reconquista es un intento de continuidad de la tradición. La tradición de la École de París, una idea creada en 1925 por el crítico de arte André Warnod, dispuesto a proteger el arte de la capital francesa del virus del academicismo. Pero el mundo era ya otro. París había emanado una cultura, pero Nueva York (a partir de 1940) supo reunirla. Ese cambio de papeles geoestratégicos es lo que Guilbaut denomina "el robo". La apropiación indebida del destello del faro.
Pero si en Nueva York entraba en erupción el expresionismo abstracto, el minimalismo más tarde y el pop como consolidación de los nuevos modales burgueses, en París se da un nuevo intento de fibrilación. Numerosas oleadas de artistas volvieron a ocupar los bistrots. Viajaban con un afán de resol romántico para destrabar allí su identidad. La modernidad ya era otra cosa. El centinela de oro de aquella presunta verbena recobrada aún era el mitológico Picasso, resignificando de otro modo el arte desde el Salón de 1944...Artistas de América, Europa, África y Asia buscaban el grial de una gastada fatalidad armónica. En 1965 sumaban unos 4.500 artistas, hombres y mujeres.Eu 1964 se publica París era una fiesta. El jazz volvía a galopar por los tugurios. Los artistas rechazaban el discurso unitario del pasado y los conflictos ardían en todas las direcciones.
Más de 200 piezas hilvanan el sentido caleidoscópico de la exposición. La nueva cohesión es la diversidad. Sam Francis, Erró, Claire Falkenstein, Ida Karskaya, Mohamed Khadda, Jean Tinguely, María Helena Vieira da Silva, Zao Wou-ki, Pablo Palazuelo, Roberto Matta, Rufino Tamayo, Eduardo Arroyo, Ed Clark, Nancy Spero, Carmen Herrera, Asger Jorn, Karel Appel, Larry Rivers, Sempere... Eran una fuerza motriz que aquí se presentan  con una perspectiva ajena a  la vocación redentora  que sí impulsaban algunos críticos del ancien régime de los días de gloria...
En 1964 comenzó a decaer la fiesta... La Escuela de París pasa a ser prehistoria antes que historia. Es la otra Guerra Fría. La agotada ciudad del antiguo linaje de la gloria.
Antonio Lucas. El Mundo, domingo 25 de noviembre de 2018

lunes, 26 de noviembre de 2018

Perdón y amor entre sopas

Más allá de que convenga ir a la sala bien saciado para que los jugos gástricos no se alteren, Una receta familiar va mucho más allá de otra cinta de fogones y gastronomía para quedar lucida y ganarse al espectador, que unos platos bien preparados dan planos muy chulos y ocultan otras carencias. El realizador de Singapur Eric Khoo (1965), quizá el más internacional de sus autores, prefiere usar la cocina como coartada para otras lecturas, no tan agradables porque el fondo de la peripecia del protagonista es otro. El joven Masato viaja de Japón a Singapur para reencontrarse con la familia de su madre difunta, y al tiempo aprender los secretos de su plato típico, el bak kut teh. Ya es un experto en su equivalente japonés, el ramen, que aprendió de su padre. Pero, al mismo tiempo, el guión, que no firma Khoo, escarba en una herida que todavía supura entre las viejas generaciones, la invasión de las islas por tropas japonesas entre 1941 y 1942, y la masacre consiguiente, y por lo que, según el propio director, todavía Japón no ha perdido perdón.
Hay, entonces, más allá de la búsqueda de sus raíces por parte de Masato y de aprenderse los platos malasios que su madre le dejó en un cuaderno cuando todavía era un niño, sin duda un acto de amor, y está también el tema del perdón, de la culpa, y finalmente, la reconciliación. Aquella boda de una singapurense con un japonés fue repudiada por una abuela a la que nunca conoció, pero todavía sigue via. Es el nieto indeseado...Con todo, la apuesta huye de la critud y adopta un tono amable. El protagonista va hilvanando su nostalgia de un tiempo pasado sobre breves flashbacks vinculados a las fotos que se lleva con él, intentando reconstruir su propia memoria, cuando él y sus padres eran felices...
Miguel Anxo Fernández. La Voz de Galicia, lunes 5 de noviembre de 2018

domingo, 25 de noviembre de 2018

La perseverancia como arma

Céline Bardet, abogada francesa, una de las mayores expertas en crímenes de guerra, lleva 20 años luchando para que la violencia sexual perpetrada en zonas de conflicto no quede impune.
Céline Bardet
Tras violarlas, los soldados serbios les decían:"Ahora estás purificada. Tu hijo no será musulmán". Este testimonio se quedó grabado a fuego en la memoria de Céline Bardet (Moulins-sur-Allier, 1972). Cuando llegó a Bosnia en 2008, 13 años después del fin de un conflicto armado que había tenido lugar entre 1992 y 1995, esta francesa que de pequeña soñaba con ser Karen Blixen ya había trabajado para el Tribunal Penal internacional para la ex Yugoslavia, recorrido medio mundo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito y escapado a una tentativa de asesinato en Kosovo. Sin embargo, Bosnia supuso para Bardet un antes y un después: más de 50.000 mujeres violadas durante la guerra. "Los serbios encerraban y violaban a las mujeres bosnias para realizar una limpieza étnica. Es el único lugar donde se construyeron campos de violación", sostiene la abogada, que a partir de ese momento decidió dedicar su vida a que tales crímenes no quedaran impunes...
"No me canso de repetir que la violación como arma de guerra es el crimen perfecto: mata a la persona por dentro". Pero para Bardet la sentencia que condenó a los culpables a cinco años de de cárcel y reconoció por primera vez la violación como un crimen de guerra fue tan solo el principio: las mujeres no tenían derecho a recibir la compensación económica  percibida por las demás víctimas de crímenes de guerra, por ello consiguió que el Parlamento bosnio introdujese ese derecho - que después adoptarían  los Gobiernos de Croacia y de Kosovo-.
Bardet fundó en 2014 la ONG We Are Not Weapons Of War para prestar apoyo jurídico a las víctimas. "Hemos desarrollado una plataforma encriptada con la que pueden avisar en tiempo real de las violaciones y ser atendidas en el terreno por nuestra red de médicos, psicólogos y activistas. Lo único que nos falta es dinero para llevarla a los países que la necesitan", detalla. La francesa cree que solo con este tipo de herramientas se podrán superar las limitaciones intrínsecas de la Corte Penal Internacional para actuar en países como Siria, donde la ONG calcula que entre 5.000 y 10.000 mujeres son violadas diariamente en las prisiones del régimen de El Asad.
La indiferencia con que se trata a la violación de guerra, lamenta, dice mucho de nuestra sociedad y del sitio que en ella ocupan las mujeres...Pero hay motivos para el optimismo, como la reciente concesión del Premio Nobel de la Paz a dos personas que conoce bien y que comparten su batalla: Nadia Murad, activista iraquí de origen yazidí, esclava del grupo yihadista Estado Islámico, y Denis Mukwege, ginecólogo congoleño que lucha por reparar a las mujeres.
Carla Mascia. El País Semanal, domingo 11 de noviembre de 2018

sábado, 24 de noviembre de 2018

El pulso de los gitanos en Perpiñán

Mercadillo callejero en Perpiñan
Le llaman Oso de peluche, Nounours en francés, habla un catalán genuino y cerrado, posee un raro talento para intimidar y agasajar a la vez, y con su batalla para frenar la destrucción de edificios en el barrio medieval de su ciudad, Perpiñán, ha puesto en jaque al Ayuntamiento y ha llegado a movilizar a consejeros del presidente Emmanuel Macron. 
Su nombre real es Alain Giménez y es uno de los lideres de la comunidad de gitanos en la principal ciudad de la Cataluña francesa y capital del departamento de los Pirineos Orientales. "Nounours tiene una armada de jóvenes con él. Hay árabes, gitanos, payos. Esperan una señal suya para hacer lo que sea", dice Nick Giménez, tío de Nounours y patriarca en Saint-Jacques, el barrio de los gitanos catalanes en el centro de la ciudad, de 120.000 habitantes y situada a 40 kilómetros de la frontera española. ¿Lo que sea?"Protestar", aclara Nick Giménez. "Romper cosas, no".
Saint-Jacques es un laberinto de calles angostas donde los niños corretean hasta la noche, las mujeres ven pasar la vida sentadas en sillas plegables, las palomas revolotean entre la suciedad acumulada y las pocas plazas que hay son de cemento. También es uno de los barrios más pobres de Francia: un 60% de sus habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza, el paro juvenil llega al 90% y el absentismo escolar es del 60%. La tradición clientelista de la política local no ha ayudado.
A esto se añade una particularidad cultural. El catalán melodioso de los gitanos de Perpiñán, que se enorgullecen de llevar siglos viviendo aquí, está trufado de arcaísmos y galicismos. Saint-Jacques es una isla catalanoparlante en la Francia jacobina que debilitó, sino destruyó, sus lenguas regionales. "Sin este barrio Perpiñán no es Perpiñán", dice Nick Giménez. "Es nuestra vida, nuestro pueblo. En otro barrio estaríamos perdidos". 
El conflicto llevaba meses arrastrándose, pero no estalló hasta el 27 de julio por la mañana, cuando comenzó la demolición de una manzana de casas junto a la Plaça del Puig. Esta plaza es el ágora del barrio, el teatro de tertulias infinitas y el mercado nocturno para trapicheos de todo tipo. "Aquel día atacaron un símbolo", recuerda Jean-Bernard Mathon, presidente de la Asociación para la salvaguarda del patrimonio artístico e histórico rosellonés. Mathon explica que desde 2015 se han demolido 59 edificios en Saint Jacques de los que 18 debían haberse preservado...
El dilema es si destruir y reconstruir, o rehabilitar. La casa de la Plaça del Puig donde el el 27 de julio un grupo de jóvenes paró una demolición es algo más que un edificio ruinoso. En esta plaza y en este barrio, que en 2005 fue escenario de enfrentamientos entre árabes y gitanos, Perpiñán proyecta sus fantasmas de decadencia...Para unos está en juego la capacidad de los poderes públicos para "devolver la autoridad republicana a Saint Jacques", como dice el vicealcalde, Olivier Amiel. Para otros peligra la protección de un casco urbano del siglo XIII, e incluso el mantenimiento de la cultura gitana.
Marc Bassets. Perpiñán. El País, domingo 23 de septiembre de 2018 

viernes, 23 de noviembre de 2018

Mi Carmen es muy libre. Hace siempre lo que quiere

Carmen, versión de Victor Ullate
Muchas veces había dicho no a quienes le pedían que montase un espectáculo con Carmen, pero cuando tuvo claro la revisión que quería hacer del personaje, rompedor y muy libre, se lanzó a esa creación, que su compañía puso en escena, el 29 de octubre, en el Pazo de Cultura de Narón (20.00 horas). "Cuando haces las cosas con agrado, divirtiéndote, salen bien porque hay credibilidad", afirma el coreógrafo y bailarín Víctor Ullate (Zaragoza, 1947).

-Ha dicho que quería huir del tópico en esta propuesta pero¿cómo se consigue en un personaje como el de Merimée?
-La verdad es que es muy sencillo para mí. Tenía ganas de coger unos días libres, me fuí a La Graciosa a casa de una amiga y allí estuve prácticamente solo. Mucha gente me decía que hiciera Carmen y yo hasta ese momento me había negado, pero allí tuve la idea de hacerla, con la misma esencia pero muy diferente, con un toque muy actual. Elegí una Carmen que por el día es modelo y por la noche se libera, que hace lo que le da la gana.

-Modelo y prostituta por elección propia, símbolo de su libertad. ¿Una Carmen de lo más contemporánea en  esta época de lucha por el feminismo, no?
-Es una mujer libre que hace lo que quiere. En esta versión la muerte siempre está presente. Ella está muy dispuesta a provocar la muerte, siempre al límite, porque es una mujer muy lanzada. Además, sus dos amigas son dos chicos travestis. Ella defiende que no hay que meterse en la vida de nadie, simplemente lo importante es que la gente sea buena. Mi Carmen es muy libre, hace lo que quiere y piensa que por eso no la tienen que criticar.

- ¿No tenía miedo a que optar por esta protagonista tan rompedora le restase público?
- No, iba a ser mi última obra, porque ya me he retirado. Simplemente es la liberación de la mujer. En esta versión también doy mucha importancia a Don José, que en otras no la tiene y solo se dedica a ir detrás de ella.

-¿Contento de la respuesta?
-Mucho más que contento porque ha sido un éxito, un triunfo desde que se ha estrenado. El público sale impactado y a la vez pensando que es una maravilla. Tenemos una parte audiovisual, un desfile que ha estado rodado en el Palacio de Longoria. Tanto Eduardo Lao, antiguo director del ballet, como yo, quisimos grabarlo en el exterior también para que tuviese una mayor proyección y que los artistas de la película salgan al escenario. Se juega así con lo real y lo irreal...
Beatriz Couce. Ferrol.La voz de Galicia, martes 6 de noviembre de 2018 


jueves, 22 de noviembre de 2018

El mérito es de Schmitt

Morirse de pena puede ser más fácil que vivir con pena y en esa tremenda dicotomía nos sitúa Éric-Emmanuel Schmitt para recorrer todos los recovecos del perdón como una fuerza capaz de transformar profundamente a quien perdona, pero también al perdonado. Schmitt (1960) no es solo uno de los dramaturgos contemporáneos más prolíficos de Francia, el más representado y estudiado, con incursiones en la ópera, el cómic y el cine, sino también un catedrático de Filosofía que riega disimuladamente de pensamiento oculto su obra recién publicada en España, La venganza del perdón. No hay manual de instrucciones filosóficas a la vista, sino cuatro relatos que a pesar de abrirse y viajar lejos, de atreverse en giros radicales y curvas arriesgadas, pero asimilables, terminan redondas. Y con humor, mucho humor.
"Las hermanas Barbarin" muestran la lucha de la más pequeña de dos gemelas por conseguir su nombre, su lugar y posición en una familia que no la esperaba y la historia de Caín y Abel se queda corta al lado de esta batalla. "Mademoiselle Butterfly" nos plantea un pulso entre el poder y el amor, que acaba emergiendo con toda la poesía del sacrificio y la victoria. Amamos mal nos viene a decir el libro, tan mal y de forma tan desigual que a veces ese amor mata aunque también te puede salvar. "La venganza del perdón", la que da nombre al libro, recoge una abrumadora historia real, las visitas de una madre al asesino y violador de su hija, al que intenta entender. El choque entre víctima y perpetrador  es tan difícil en la vida real como en la literatura y Schmitt sale vive de una iniciativa escalofriante con un sorprendente giro final. Y "Dibújame un avión" es sobre todo un homenaje a Saint-Exupéry por parte de un autor que también se perdió en el Sahara. Hay que leerla.
La transformación de los protagonistas a través de historias de amor al límite, de perdón o rencor con dosis humanas de mezquindad es el regalo de un libro memorable, lúcido,, sencillo y cargado de pensamientos ocultos que, a la postre, creemos mérito del lector. No nos engañemos: son mérito de Schmitt.
Berta González Harbour. Babelia. El País, sábado 27 de octubre de 2017

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Secesión fallida en Caledonia

Nueva Caledonia dijo no a la independencia y optó por permanecer en Francia al término de un histórico referendo en este estratégico territorio de 270.000 habitantes en el suroeste del océano Pacífico. Según los resultados oficiales definitivos, el no a la independencia de Nueva Caledonia se impuso con el 56,8% de los votos, contra el 43,2% a favor del sí. La participación fue masiva, del 80,63%.
Los 175.000 electores de este archipiélago francés situado a unos 1.500 kilómetros al este de Australia debían decidir en las urnas si deseaban que Nueva Caledonia accediera "a la plena soberanía y fuera independiente".
Tras divulgarse los resultados, el presidente francés, Emmanuel Macron, expresó a los habitantes del archipiélago su "inmenso orgullo" de haber "superado juntos esta histórica etapa"...
A pesar de la victoria del no, los independistas acogieron favorablemente el resultado, que desmiente los sondeos que predecían una victoria del no por entre el 63 y el 75%. Alentados, enseguida reafirmaron su voluntad de ir hasta el final del Acuerdo de Numea de 1998 y pedir la organización de otros dos referendos en los cuatro próximos años, como prevé el texto...
Redacción/La Voz de Galicia, lunes 5 de noviembre de 2018.

martes, 20 de noviembre de 2018

El poeta del hormigón agasajado en París

Tadao Ando. Foto Nobuyoshi Araki/ Iglesia de la Luz.
 Foto de Mitsuo Matsuoka
"Hace cuatro años me quitaron el bazo, la vesícula y el canal biliar..." El hombre enjuto vestido de arquitecto (pantalón negro, cisne negro, americana negra, deportivas negras con suela blanca) es Tadao Ando, 77 años. "...así que mi conferencia podría titularse Los cinco órganos que no sirven para nada. Cuando le pregunté al cirujano si conocía gente viva sin páncreas, me dijo que sí pero que ninguno con buena salud". Desde entonces, Ando deja de trabajar 40 minutos para comer  y camina 10.000 pasos al día. La voluntad de vivir es importante, le dijeron. Por eso, la retrospectiva se titula El desafío y en la entrada hay una manzana verde que simboliza la aspiración de Tadao cuando tenía 20 años. "Las ganas de vivir. La juventud no es una edad, es un estado mental". "En diciembre de 2015, vengo a París, llamo a Pinault y me dice: ¿Todavía estás vivo? pues si estás aquí y estás bien, vamos a seguir trabajando juntos". Pinault, François, una fortuna de 22.000 millones según Forbes. Dueño de un imperio de marcas como Puma, Balenciaga, Gucci e Yves Saint Laurent. Se casó con Salma Hayek en el Palacio Grassi, que para eso es suyo. En esa misma Venecia, Ando metió un cubo de hormigón dentro de la Punta della Dogana, la Aduana triangular. Para exponer la colección de arte de Pinault. Ambos habían fracasado juntos en el intento de transformación de la isla Séguin en sede de la fundación artística del magnate. 
Por eso Ando recibió el encargo de transformar la Bolsa de Comercio, un edificio circular de 1889 que cierra la explanada de Les Halles. Albergará los picassos, mirós y demás compañía de Pinault. Es casi el último desafío de Ando. Un cilindro de hormigón visto de 30 metros de diámetro y nueve de alto dentro de la monumental tarta de la Bolsa. Arriba, bajo la cúpula, exposición. Abajo, hall. Más abajo, auditorio.
"Siempre he utilizado el hormigón. Todo el mundo usa ese invento francés pero yo quiero crear un espacio que nadie más sea capaz de crear. Quiero hacerlo con un material al alcance de cualquiera. Sólo con ayuda de la geometría y de las dimensiones"
La impresionante maqueta de la Bolsa está al final de la exposición. Hay otras 69. Y 180 dibujos. Que recorren 50 proyectos del Pritzker en 1995...
Iñaki Gil. París. El Mundo,miércoles 31 de octubre de 2018

lunes, 19 de noviembre de 2018

La caída del imperio americano

 
Fotograma de La caida del imperio americano.
Si el inmaterial aplausómetro mide las emociones a flor de piel, cuando lo créditos finales y los espectadores se sueltan, la jornada de ayer en la sección oficial de la Seminci hizo pleno con dos propuestas bien distintas, aunque incuestionables -que pronto llegarán a nuestras pantallas-: la primera destilando mucha sorna y no poca crítica social... Asumida la convención de la ovación, la canadiense La caída del imperio americano se vino muy arriba. Con ella, el quebequés Denis Arcand, otra vez sobre un guión propio, regresa al tono cáustico de El declive del imperio americano (1986) y Las invasiones bárbaras (2003), para alegar contra el mundo del dinero y su detritus, y apelar a la solidaridad.
El protagonista es un doctor en filosofía, un tipo raro que se considera demasiado inteligente para aborregarse e integrarse en lo común, que trabaja como repartidor. Hasta que un atraco accidental le cambia la vida y le llena de pasta. Coqueteando con el thriller, la comedia negra, y grandes dosis de vitriolo, Arcand acaba derivando a la farsa, y, aunque habría beneficiado a la película una mayor cohesión en su discurso, lo cierto es que funciona en su aspecto más didáctico a sabiendas de que las cosas del dinero no hay dios que las arregle y que la fraternidad humana es más un deseo que una realidad...
Miguel A. Fernández. Valladolid/E.La Voz de Galicia, lunes 22 de octubre de 2018

domingo, 18 de noviembre de 2018

Todo el mundo es bueno

En el año 2011, en unas jornadas organizadas por el Colegio de Doctores y Licenciados de Cataluña en la Seu d'Urgell, Alejandro Tiana, actual secretario de Estado de Educación, nos dijo, para ponernos al día, que algunos profesores están representando a Hamlet y andan tan metidos en su papel que no se dan cuenta de que les han cambiado el decorado a sus espaldas y que ahora en lugar del castillo de Elsinor tienen un McDonalds. Estas dos imágenes son importantes porque nos indican un radical vaciado de algo que fue importante y su sustitución por otra cosa cuyo contenido no es fácil de definir.
Ese mismo año, Alessandro Baricco se preguntaba en la Leopolda de Florencia: "¿En que nos hemos equivocado?". La voluntad de trabajar en defensa de los desfavorecidos es un espléndido punto de partida, pero estos no se defienden fomentando la mediocridad y el miedo al riesgo. "Lo mejor que se puede hacer por los débiles es concederles un sistema dinámico, no un sistema garantista. Un sistema garantista, paraliza un país, paraliza el conocimiento, paraliza el entusiasmo, la esperanza, las posibilidades de cambio. No permite la movilidad social, encadena la capacidad, es un sistema asfixiante".  Tampoco, añadía, "hemos sabido pronunciar las palabras que se correspondían con el nombre de las cosas". La izquierda no ha sido capaz de pronunciar la palabra meritocracia, pero no ha sabido hallar una palabra alternativa, "por lo que no hemos hecho aquello a lo que la palabra corresponde".
Entre Tiana y Baricco parece moverse la voz del conocimiento en la socialdemocracia. No dudo que las diferentes propuestas están guiadas por las mejores intenciones. Lo mismo pienso cuando escucho a la ministra de Educación, Isabel Celaá anunciar que se otorgará el título de bachillerato a los que "tengan una asignatura no del todo satisfactoriamente aprobada", para hacer "un gran favor a los alumnos" y no rebajarles la autoestima...
La posibilidad de que la escuela esté actuando como una factoría de producción  en serie de diferencias sociales y de que todo aprobado sea un robo al que suspende fue formulada de forma precisa en un libro de Pierre Bourdieu y Basil Bernstein, Knowledge and Control  (1971), cuya introducción estaba escrita por un joven licenciado en sociología llamado Michael Young. Pocos libros han tenido una mayor  influencia que éste en las facultades de pedagogía y en la conformación de la imaginación pedagógica de la socialdemocracia moderna.  The Wall, de Pink Floyd es su banda sonora.
Han pasado los años. Han muerto Bernstein y Bourdieu. Y Young, que parecía destinado a ser su heredero, es profesor emérito del Instituto de Educación de la Universidad de Londres y ha cambiado radicalmente de parecer sobre el papel del conocimiento y la escuela. Hoy defiende que ni se debe trivializar el papel del conocimiento ni confundir conocimiento con experiencia; que los alumnos, especialmente los pobres, necesitan muchos conocimientos y que la mejor forma de adquirirlos  es a través de las disciplinas tradicionales. Donde antes hablaba del "conocimiento de los poderosos" ahora habla del "conocimiento poderoso"...La obligación de la escuela, defiende Young, es enseñar lo que los niños pobres no pueden aprender en otros lugares: el conocimiento que los capacite para generalizar, formar conceptos y comprender cómo funciona el mundo (y quizá cambiarlo)...No podemos hacer a las nuevas generaciones ignorantes del enorme capital de saber acumulado que tienen a su disposición , ni educarlas como si no fueran responsables de su transmisión. Cuando le preguntan a Young qué le hizo cambiar de opinión, responde siempre lo mismo: "Convertirme en padre". A mí me pasó lo mismo...
Gregorio Luri. El Mundo. jueves 15 de noviembre de 2018 

sábado, 17 de noviembre de 2018

Viaje al lugar donde murió el último soldado

Augustin Trébuchon, el último soldado
 El lugar exacto donde murió el soldado Augustin Trébuchon, el 11 de noviembre de 1918, entre las 10.40 y las 10.50 de la mañana es una incógnita. Se sabe que sucedió entre el ferrocarril y el río. También que Trébuchon murió de un disparo en la cabeza y que fue el último francés caído en suelo francés durante la Primera Guerra Mundial. Diez minutos después, a las once, entró en vigor el armisticio: el alto al fuego que ponía fin a cuatro años de guerra infernal con la victoria de Francia y sus aliados y la derrota de Alemania. Ha pasado un siglo y hace frío esta mañana neblinosa en Vrigne-Meuse, el pueblo de 350 habitantes donde se desarrollaron las últimas hostilidades en el frente occidental. Pasa un TGV, el tren de alta velocidad. El alcalde, Jean Christophe Chanot, reconstruye hasta donde es posible aquellos últimos minutos del conflicto. "Este pueblo ha vivido muchos periodos de ocupación", reflexiona. "Estamos en el río Meuse: esto es un corredor de invasiones"...
Trébuchon era un campesino del centro de Francia que llevaba desde 1914 en la trinchera. En la noche del 9 al 10 de noviembre, los comandantes ordenaron cruzar el río Meuse. Era una frontera simbólica, dolorosa para los franceses. En la otra orilla se encontraba la aldea de Vrigne-Meuse, pero también Sedan, a 10 kilómetros de aquí y escenario, 48 años antes, de la gran batalla de la guerra franco-prusiana, que costó a Francia la pérdida de Alsacia y Lorena.
El mariscal Foch, jefe aliado, y los emisarios alemanes firmaron el armisticio a las 5.15 del 11 de noviembre. En la ribera del Meuse, la refriega se prolongó hasta que a las once cuando sonó la corneta que anunciaba que la guerra quedaba en suspenso. Por diez minutos, Trébuchon habría vivido. ¿Muerte absurda? ¿Heroica?
"Ningún soldado muerto por Francia ha tenido una muerte inútil. La calificaría más bien de dramática", dice la historiadora Carole Marquet-Morelle, directora del Museo de la Ardena, a 15 kilómetros de Vrigne-Meuse. La recuperación de Trébuchon concuerda con una tendencia a personalizar la historia, a darle nombre y apellidos...
Marc Bassets. El País, domingo 4 de noviembre de 2018

viernes, 16 de noviembre de 2018

Joël Pommerat y su Caperucita

La historia empieza en un teatro de la empobrecida banlieue de París, allá por 2004. Joël Pommerat todavía no era un hombre fundamental de la escena francesa, sino un semidesconocido que estrenaba una obra de 40 minutos pensada para el público infantil. Contra todo pronóstico, ese modesto espectáculo, una peculiar versión de Caperucita Roja repleta de tétricos claroscuros y tránsitos hacia el subconsciente, logró seducir al público adulto. Y provocó algo parecido a un cambio de paradigma dentro del ecosistema francés, en vista de las legiones de imitadores que le han salido desde entonces. Dos años después, el Festival de Aviñón programó  tres de sus obras en una misma edición, privilegio al alcance de una minoría. Entre ellas esta adaptación del cuento de Perrault que podrá verse en Madrid a finales de este mes.
Pommerat, de 53 años y con tres décadas de teatro a su espaldas, ha terminado conquistando el centro, aunque siga sintiéndose más a gusto en la periferia. "Siempre he estado más cómodo en el anonimato. Pertenezco a una generación que creció con figuras negativas y mortíferas como modelos. Siempre me he definido a través de la sombra y del fracaso. Así que, cuando llega el éxito, te desestabiliza...", confirma en un discurso sosegado. Es la hora del almuerzo en La Rochelle, la pintoresca localidad en la fachada atlántica francesa que ha escogido para ensayar su nuevo espectáculo (el primero en tres años tras una pausa por agotamiento), en el que un grupo de mujeres interpretarán papeles de preadolescentes. En el muelle de la ciudad, los trabajadores aprovechan la pausa del mediodía para agotar los últimos rayos del sol que dará el año.. Pommerat, en cambio, preferirá el silencio y la sombra, sentado en la única mesa ocupada de la primera planta de un pequeño restaurante, lejos del bullicio que debe resultarle molesto o amenazador, como un personaje de Modiano o un verso de Pessoa...
Álex Vicente. Babelia.El País, sábado 10 de noviembre de 2018

jueves, 15 de noviembre de 2018

Una escritora extraordinaria y una mujer adelantada a su tiempo

Colette, en 1906/ GETTY
Ni siquiera Francia estaba preparada para Colette, o no lo estaba el siglo. Antes de enseñar los senos en público, antes incluso de casarse tres veces y de relacionarse con mujeres, Sidonie Gabrielle-Colette (1873-1954) había escrito varias novelas con el sobrenombre de Willy, que no era otro que sus primer marido, Henry Gauthier-Villars, con el se casó jovencísima. Inicia pues Colette 1900 con una serie de novelas, Claudine, que narran la aventura, claro, de convertirse en mujer. A la mirada de hoy esto puede resultar naif, pero Colette era todo lo contrario. Introdujo en la literatura todas aquellas vivencias femeninas, comunes y ordinarias si quieren, que nunca hasta entonces habían tenido cabida. Hubo en ella un empeño desde el principio: mostrar todo aquello a lo que se podía enfrentar una mujer educada en la tradición, y dar espacio literario a la voluptuosidad femenina, a su deseo de placer.
Per no solo había intención en Colette, y esto lo entendió Francia a la larga -fue la primera mujer admitida en la Academia Goncourt-; había sobre todo calidad literaria y un absoluto conocimiento de la cadencia y belleza de las palabras. Hizo algo más: describió con potencia y sabiduría el anhelo de todos -no sólo féminas- de ser amado, pero también los desvelos que ocasiona el amor, la angustia de la soledad y la sensación de abandono que, en ocasiones -si no siempre- acarrea el desvarío sentimental. Si algo se debe agradece a Colette es su valentía...
Natural es que a día de hoy, el cine atienda las andanzas de esta mujer, pues en verdad parecen de una feminista que crece entre el siglo XX y el XXI. Ese es el hito: ella lo hizo 100 años antes y ya no importa si la suya es literatura femenina, de mujeres o feminista. Las tres vertientes han tenido una crítica permanente a lo largo de la historia de la literatura: estar escritas desde la propia vida pero, ¿quién se atrevería ahora a decir que la vida de Colette no fue interesante?
Aprendió a leer enseñada por su madre -lectora empedernida-antes de cumplir los tres años, y empezó con los autores preferidos de su progenitora: Eugène Labiche, Alphonse Daudet y Víctor Hugo, aunque desde los siete años, según afirmaba, su autor preferido era Balzac. Mantenía con Marcel Proust una intensa correspondencia y de ella dijo el poeta Guillaume Apollinaire -en La literatura femenina, de 1909- que "Colette es un arcano cuyo estudio resulta inalcanzable a la mayoría de nuestros contemporáneos. Se encuentran bellezas de primer orden que no son más que conmovedores escalofríos de la carne".
Rebeca Yanke. El Mundo, lunes 12 de noviembre de 2018

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Lección de paz de Macron

Idea fuerza, denunciar el nacionalismo. Emmanuel Macron la martillea siempre que tiene ocasión. El domingo pasado, en el centenario oficial del final de la Primera Guerra Mundial. Una superproducción diplomática con 84 jefes de Estado, reunidos bajo el Arco de Triunfo. Macron busca ser identificado como defensor de la paz y refundador del multilateralismo. Por eso la efeméride sirvió para lanzar el Foro de la Paz, que aspira a ser el Davos del diálogo. Todo, con Angela Merkel, a su vera. La canciller de Alemania, ayer enemigo, hoy principal aliado, estuvo a su derecha en la ceremonia. Y compartió protagonismo en el ágora vespertino...Francia ama las citas diplomáticas solemnes. Demuestra su savoir faire al mundo y siente que París es, por unos días, la capital del mundo...Macron quiere liderar la causa de la paz. Y los cien años del Armisticio le han brindado la oportunidad. Ha recorrido las regiones del Este y del Norte de Francia que fueron devastadas por la contienda que causó la muerte a 16 millones de personas. Un viaje de una semana por la Francia profunda como le gustaba decir a De Gaulle. Una ocasión de oro para reiterar el mensaje con el que va a afrontar las elecciones europeas. A un lado los nacionalistas. En casa (el Frente Nacional) y fuera (el Gobierno populista de Italia). Del otro, las fuerzas del progreso, comprometidas con Europa. 
Bajo el Arco de Triunfo, escenario majestuoso, al que aportaba solemnidad un día lluvioso y gris, Macron advirtió sobre la fragilidad de la paz y los peligros del nacionalismo. "Los viejos demonios están aquí otra vez, dispuestos a completar su misión de caos y muerte", dijo Macron en un breve pero emotivo discurso. "El patriotismo es lo contrario del nacionalismo. El nacionalismo es lo contrario del patriotismo"...
Daban las 11 las campanas de toda Francia cuando los cuatro autobuses que llevaban a varias decenas de jefes de Estado llegaron junto al Arco de Triunfo. Formaron una fila, con el presidente francés y la canciller alemana en el centro. El viento volteó algunos paraguas. Pero todos, con  los reyes de España y de Marruecos (y su heredero pegado a él), el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, bien visibles avanzaron hacia el Arco de Triunfo...
Iñaki Gil. París. El Mundo, lunes 12 de noviembre de 2018

martes, 13 de noviembre de 2018

La vida en violeta de Jeanne Tripier

Recuerdo todavía con los pelos de punta una visita al estudio de Ramón Losa (Albacete, 1959) hace unos años. El artista, enfermo de esquizofrenia, trabajaba en uno de sus cuadernos, una obra infinita contenida en apenas media cuartilla a la que, sin embargo, dedicaba meses. Cada página era un tesoro, blancos invadidos por una escritura infinita, autorretratos, laberintos sin salida. Creación y delirio, la exposición que La Casa Encendida dedica a Jeanne Tripier (París, 1869-Neuilly-sur-Marne, 1944), me ha producido una sensación parecida, sin la presencia de la artista, claro, algo que lima las emociones. Recoge textos, dibujos y bordados realizados por ella en apenas cinco años, entre 1934 y 1939, cuando estaba interna en la Maison Blanche, una ciudad-hospital cerca de París.
Obra de  Creación y delirio de Jeanne Tripier
Emborronaba los papeles de tinta con manchas de color, arramplando con lo que encontraba a su paso. Tejía y bordaba, reivindicaba la importancia de las artes decorativas, y, escribía, escribía mucho, tanto que por más que lo he intentado no he conseguido darle sentido a los textos salidos de su mano que ocupan la primera de las tres salas de esta exposición. Bonita serie la de las manchas violetas que se reparte por todo el montaje sobre una línea de horizonte textual. Son palabras de la artista, una licencia del diseño expositivo.
No es fácil encontrar en nuestro país exposiciones de art brut, ya saben, del arte de los márgenes, outsider o folk. Ese al que dio nombre el artista francés Dubuffet con su etiqueta de "bruto" y que acoge bajo su manto las piezas de las personas con enfermedades mentales -como si la historia no estuviera llena de artistas locos, de Van Gogh en adelante-, del genio en estado puro. Sus protagonistas suelen ser autodidactas, producen de manera compulsiva una obra de gran expresividad, hay caligrafía, muchos materiales y a veces un deje infantil...
Se recomienda la visita de esta exposición tanto a los admiradores de lo crudo como a los neófitos en la materia. No se pierdan su sala central de lectura, donde se recogen todos los textos de Tripier junto a otras publicaciones de Dubuffet y la famosa exposición L'Art Brut de 1949 que supuso el pistoletazo de todo esto en París...
Luisa Espino. El Cultural, 26-10-2018

lunes, 12 de noviembre de 2018

Keira Knightley estrena "Colette"

La sobreabundancia de "biopics" en el cine de prestigio contemporáneo sólo puede ser síntoma de lo poco que confiamos ya en la ficción. Para que algo sea real ahora ha de ser antes parte de la realidad misma. Y eso, aunque no lo parezca, es una muy mala noticia. Sólo la ficción da sentido a la realidad, que no al revés. Colette, en efecto, es una película biográfica. Y eso, nos pongamos como nos pongamos, molesta. Sin embargo, y sin que sirva de precedente, esta vez hay disculpa. El director Wash Westmoreland (que por primera vez firma solo y no junto a Richard Glatzer) se las arregla para reconstruir un universo alrededor de la protagonista lo suficientemente divertido, desprejuidiciado y tan lejos de este mundo que hoy pisamos que, por un momento, hasta parece mentira. Y eso, en contra de lo que se pueda pensar, es bueno. Mucho incluso. Estamos en el París de la "belle époque" y Keira Knightley se las arregla para ofrecer una interpretación tan delicada y precisa como a su vez extraña. Toda la cinta gira en torno a ella. Dominic West se limita a dar una réplica sonora y contundente. Y entre los dos aciertan a construir un arquetipo de libertad. De simple y pura libertad contra la impostura de de la realidad. Ésa es la clave. Pura ficción. Luego está el asunto del feminismo. Y aquí conviene andarse con cuidado. Hace tiempo que quedó demostrado que el consumo no tiene límites ni ofrece la posibilidad de ser negado. Cada vez que surge un movimiento contra el "establishment", este último se las arregla para confeccionar un producto a la venta. No es el caso de Colette que presenta los suficientes argumentos para no ser deglutida por lo obvio. Sea como sea, es "biopic", pero nadie lo diría. Y eso es bueno.
Luis Martínez. El Mundo, 12 de noviembre de 2018

domingo, 11 de noviembre de 2018

El gran atasco de París, 2

Paris en bicicleta
Segunda  etapa del reto: del  Grand Palais a la Villette, en bici.  Primer problema, no hay a la vista ningún muelle de Vélib. Será por las me-didas de seguridad, será que está y yo no lo veo...
Al lado de un árbol hay una Mobike. Según Monsieur Google son 9 kilómetros de trayecto. 34 minutos de pedaleo, cuatro más que si vas en coche o en metro.
Cruzo los Campos Elíseos y rodeo el Palacio del Elíseo. Un agente me hace abandonar el carril por el rodaba como un rey: está reservado a la Policía. En septiembre, el primer ministro Édouard Philippe presentó el plan Vélo del Gobierno: 350 millones en siete años. Carriles bici, abonos subvencionados. El objetivo es pasar del 3% de desplazamientos ahora al 9% en 2024, año olímpico. En Alemania ya suman el 10% y en Holanda, el 28%. La ruta sigue por una calle estrecha a la derecha del Ministerio del Interior. En torno a la Madeleine hay un atasco rompenervios. Un autobús de dos pisos se sube a la acera, las motos culebrean. Toco el espejo de un coche pero no me insultan. Descubro la causa del atasco brutal. Un centenar de profesionales del sector de la hostelería se manifiestan en el boulevard. Otros tantos policías. Seis carriles cortados. En Ópera vuelve el lío. En Lafayette descubro lo que significa "mayormente plano con ligera subida". Sudo a chorros y me entra una pájara. Me quedan 19 minutos. Cogería un taxi, pero la ética me lo impide. Y el amor propio.
En Francia se vendieron el año pasado 250.000 bicicletas con asistencia eléctrica. Este año serán 330.000, la mitad que en Alemania. La publicidad dice que el 30% del parque público es elétrico. Y yo a pedales.
Dunkerke. He coronado el puerto de Lafayette. Circulo por la acera aprovechando que hay poca gente. En Stalingrado la plaza es un caos de obras. Me vienen bien los semáforos para coger aire. Se acaba el París bonito y empieza el popular. 211 números de la avenida Jean Jaurès por un buen carril bici y ya estoy en la Villette, a las puertas de la cumbre de la movilidad urbana. Según la app, he quemado 871 calorías en 6,6 kilómetros. Me ha costado cinco euros y más del doble del tiempo indicado. En estos trayectos y cuesta arriba. prefiero el Metro.
Iñaki Gil. El Mundo, viernes 26 de octubre de 2018

sábado, 10 de noviembre de 2018

El gran atasco de París


Varias guerras civiles se libran en las calles de París. A la que enfrenta a los automovilistas suburbanos frente a los hipsters ecolos del centro -Financial Times lo define como miniguerra de clases- se suma la pelea por el usuario entre compañías y sistemas de alquiler. Y también la guerrilla de los patines. ¿Nos vamos de paseo?
¿Y si voy en patinete? Me descargo la app de Lime...
Diez de la mañana. Otro día atípicamente soleado de octubre. Puente de Sully. Rive droite. Voy al Grand Palais. 25 minutos de coche o taxi; 19 en bici o metro. ¿Y si voy en patinete? Me descargo la app de Lime, me lío con la tarjeta, encuentro el patín y no va. Decepción. No tiene batería. Geolocalizo otro. Ya a rodar. Me siento el rey del mambo rodando por el quai des Célestins. Dos carriles bicis, uno por sentido, separados de la acera peatonal por árboles. Los coches en su sitio, separados por el bordillo...En un pispás estoy en el Hôtel de Ville, el Ayuntamiento que gobierna Ana Hidalgo. La gaditana es una de las pocas figuras de un Partido Socialista francés que parece camino del sumidero de la Historia. Las elecciones municipales están a  año y medio vista, y a Hidalgo no le va mal en los sondeos...
El carril bici gira hacia el interior. Yo enfilo la rampa hasta el muelle del Sena. Maravillo. Casi en silencio, de la poca gente que hay. El río, los monumentos...todo se desliza con mi patinete. París tiene 700 kilómetros de carril bici e Hidalgo planea duplicarlos  en la legislatura. Parte de esos kilómetros son los viejos muelles del Sena donde los impresionistas pintaron barcazas descargando. Desaparecido el tráfico fluvial se convirtieron en vías rápidas. Atravesabas toda la ciudad en coche a toda velocidad y sólo subías al nivel de la calle al acercarte a tu destino.
Ahora, cada tarde, desde la Concorde hay un atasco bíblico. Por lo que juran los taxistas. En ese gremio no hay votos para Hidalgo. Habrá bajado la polución, sin duda. Pero el cabreo de los conductores por la guerra al coche de la alcaldesa es palpable. El Ayuntamiento quiere que el 15% de los desplazamientos sea en bicicleta; hoy solo suman el 6%.
Mi felicidad acaba a la altura del Musée du Louvre. ¡Adoquines! Viejos, grandes, sin nivelar: Impracticable en bici o patín. En los muelles a tope el fin de semana, se rueda donde antes había asfalto y se pasea donde hay adoquín. Son uno de los últimos refugios del peatón,  que ha visto sus aceras invadidas por todo tipo de ingenios rodantes...Después de los adoquines, sigo ruta por la acera. Es ancha y hay poco peatón. Reduzco a unos 10 kilómetros por hora y anticipo mucho en los cruces. En cuanto la acera se reduce, la confrontación surge...Camino del Grand Palais el patín empieza a pitar. Me encuentro sin batería y en tierra de nadie...Localizo otro patín en una entrada del Jardín de las Tullerías...Me lo llevo. La Concordia . La mayor plaza de París. Aquí rodaron las cabezas de Luis XVI, María Antonieta, Danton y las de más de 1000 personas, la mitad de los decapitados por el terror revolucionario. Luego la rebautizaron Concordia... y ahora es el punto negro del París verde, con autobuses de turistas y taxis sorteando adoquines...En los alrededores del Grand Palais descubro que las acera están hechas puré. Una raíz que ha roto el asfalto...Llegar hasta aquí no me ha costado 19 minutos, sino casi una hora. Es verdad que he parado a hacer fotos y grabar notas. Y que he tenido un problema. Las condiciones, además, eran perfectas. Como vehículo de placer, en desplazamientos cortos o por las callejuelas del centro, el patinete es imbatible. Y según he podido apreciar en un par de ocasiones, se puede circular con zapatos de tacón, ojo al dato parisino.
Iñaki Gil. París. El Mundo, viernes 26 de octubre de 2018

viernes, 9 de noviembre de 2018

Una voz de ángel

Philippe Jaroussky en Only the sound remains. Foto, Javier del Real
Decían que cuando Farinelli cantaba la gente se volvía loca, perdía el conocimiento, escuchaba a Dios... A Philippe Jaroussky (Yvelines, 1978) le pasa algo parecido:"Desde hace 15 0 20 años, la gente dice que tengo voz de ángel. Pues ahora, por fin tengo mi primer papel de ángel". El contratenor francés habla de su presencia en Only the sound remains, la ópera de la compositora finlandesa Kaija Saariaho (Helsinki, 1952) que llega al Teatro Real después de su estreno en Amsterdam, hace dos años. Con dirección escénica de Peter Sellars e Ivor Bolton al frente de la orquesta, Only the sound remains es la gran apuesta contemporánea del coliseo madrileño durante esta temporada. Saariaho, última ganadora del Premio Fronteras del Conocimiento BBVA en la modalidad de música, se ha inspirado en textos de Ezra Pound, inspirado a su vez en la recuperación del teatro noh japonés por el español Ernest Fenollosa. La ópera se divide en dos partes, una oscura y otra luminosa. La primera muestra a un tocador de laúd que muere y se presenta a un tribunal en el más allá, desprovisto de la sensualidad de su música. La segunda es la historia de un pescador que se encuentra una capa de plumas que pertenece a un ángel, el cual le recompensa por su devolución con su baile divino. En ambos casos dos personajes y dos voces en escena: Jaroussky como el laudista-ángel y el barítono Davone Times como monje de la primera historia y pescador de la segunda...
Jaroussky lo tiene claro: "El repertorio de castrati  no es la única razón de vivir para un contratenor. Porque todavía hay muchos genios vivos. Y Kaija es uno de ellos". Él, que tuvo que enfrentarse  a cejas arqueadas de sus fans cuando le dio por salirse del barroco y cantar en su lengua materna, el francés, dice estar "cansado del virtuosismo". En lugar de eso tiene un plan: "Quiero tener una visión global de mi discografía, no quiero hacer siempre el mismo disco". Un riesgo, porque para su público no es normal la exploración entre la música acústica y electrónica que plantea Saariaho. "De todos modos que es normal para un contratenor?", se plantea. "Normal", según él, debería ser todo lo compuesto, desde Britten hasta ahora", que es el periodo en el que empezó a explorar la técnica de los contratenores..
El cantante francés dice que se siente especialmente cómodo en este montaje, a pesar del desafío que supone:"No se puede cantar esto como una ópera normal, hay que evitar caer en la caricatura. Tiene que ser más sutil, más filosófico. Y cantar más con el alma"...
Darío Prieto. El Mundo, martes 23 de octubre de 2018.

jueves, 8 de noviembre de 2018

El tesoro literario secreto de Mitterrand a subasta

Mitterrand
Estamos en 1954 y François Mitterrand acaba de ser nombrado ministro de Interior en el Gobierno de Pierre Mendès France. Albert Camus le envía su libro Los justos. En su dedicatoria tacha del título el artículo y el plural para formar la frase:"Para el Señor Ministro de Interior, en recuerdo de una JUSTA "causa" y con el homenaje deferente de Albert Camus". 
La causa era la lucha contra el nazismo . Camus se unió a la Resistencia en el 41; Mitterrand, desde su puesto en Vichy, había creado en el 43 un movimiento clandestino que falsificaba documentos de identidad para prisioneros de guerra evadidos. Ambos van a coincidir a través de Marguerite Duras...
La escritora y su marido Robert Antelme se unen a la red Mitterrand mientras el amante de ésta Dionys Mascolo, deja que Camus oculte documentos antinazis en el despacho del editor Gallimard, para el que trabaja. El 1 de junio de 1944, Mitterrand y Antelme tienen una cita en la brasserie Lipp. Como este no llega, Mitterrand llama su casa por teléfono. Dos veces. La hermana le contesta que se ha equivocado de número. Es la señal. La policía ha detenido a Antelme, que será deportado a Dachau. Advertidos por Mitterrand, Camus y Mascolo van a la casa de Duras y se llevan los papeles comprometedores a Gallimard donde los esconden entre los manuscritos. 
Esa era la causa justa de la dedicatoria de Camus. El libro es uno de los 1.000 libros de la biblioteca privada de Mitterrand y que la casa Piasa piensa rematar en dos tardes.
Libros que nunca salieron del domicilio de los Mitterrand. Su esposa Danielle se ocupaba de encuadernarlos y  de tener al día el fichero. El primer presidente de izquierdas de la V República era hombre de orden. En la mayoría de los volúmenes hay una hojita de papel blanco en la que anotaba con su pluma Waterman el nombre del autor, su título, precio, fecha y librería donde lo había adquirido. Mitterrand fue un gran lector y un bibliófilo de categoría. Su biblioteca del Elíseo llegó a sumar 20.000 ejemplares. Esa pasión le une a otro presidente, Georges Pompidou, o a los cardenales Richelieu y Mazarin. También a presidentes de los EEUU como Franklin Roosevelt. Mitterrand donó su biblioteca pública a la Mediateca de Nevers.
Uno de los primeros libros de Mitterrand fue Tierra de Hombres de Antoine de Saint-Exupéry que le regaló su hermana Geneviève por su 23 cumpleaños, en 1939. La guerra había empezado y Mitterrand estaba destinado en Las Ardenas. Conservó el libro al ser capturado en el 40. Y lo llevó consigo cuando logró evadirse, al tercer intento. Eso explica su mal estado y que sólo se prevea que llegue a 6.000 euros.
En los anaqueles de Mitterrand está lo mejor de los escritores de la derecha francesa. Chardonne, Brasillach o Drieu de la Rochelle. Muchos lo justifican por su aprecio al estilo literario. Cierto. También porque Mitterrand hasta casi finales de los años 40 fue un chico de derechas...
Iñaki Gil. El Mundo, lunes 29 de octubre de 2018

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Francia celebra el fin de la Gran Guerra

100 años de la I guerra mundial. Foto Shutterstock 
El próximo 11 de noviembre se cumplirán 100 años del armisticio que puso fin a los combates de la Primera Guerra Mundial. En conmemoración del centenario, Emmanuel Macron se lanzó ayer a la carretera para recorrer la frontera norte del país, desde Alsacia hasta Norte-Paso-de-Calais, por los escenarios de algunas de las batallas más crudas de la Gran Guerra. Con este desplazamiento, el presidente quiere celebrar la "recuperación" del norte, el cual se encuentra actualmente sumido en una fuerte desindustrialización.
El viaje comenzó ayer en la catedral de Estrasburgo, la única gran urbe prevista en la gira, centrada principalmente en las zonas rurales las cuales fueron las más castigadas del país. Macron asistió a un "concierto de amistad"acompañado del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. El recorrido finalizará el próximo sábado también en compañía alemana, la de la canciller Angela Merkel. Ambos jefes de Estado se reunirán en el claro del bosque de Compiègne, al norte de París, donde se firmó el Armisticio de 1918 entre el Tercer Reich y el gobierno del Mariscal Pétain
En los meses previos al desplazamiento, el Elíseo insistió en el carácter "altamente simbólico"de la involucración alemana en los actos conmemorativos de este año, los cuales no incluirán un desfile de las fuerzas armadas para evitar dar la imagen de una celebración de una victoria militar. Según explicó el presidente al diario Ouest France, el programa del centenario representa un gesto de "reconciliación definitiva". Además del acto conjunto en Compiègne, la canciller alemana también estará siempre en París el 11 de noviembre para pronunciar un discurso de apertura en el "Foro de la Paz", un evento organizado por el Gobierno francés.
El evento, al cual asistirán Donald Trump, Vladimir Putin y Benjamín Netanyahu, entre otros, se centrará en los nacionalismos. En su entrevista con Ouest France, el presidente galo alertó con esta "lepra"que amenaza con "desmembrar una Europa dividida por los miedos", una situación que según el mandatario se asemeja peligrosamente al período de entreguerras. Con el recorrido, el presidente galo se adentra en los bastiones de la extrema derecha francesa y da pistoletazo de salida a una campaña para seducir a los representantes políticos locales de cara a las elecciones al Parlamento Europeo, previstas para mayo del 2019.
Además de los cementerios con cruces blancas hasta a donde alcanza la vista y el terreno aún irregular donde se encontraban las trincheras, las regiones de Los Altos de Francia y el Gran Este también están salpicadas de fábricas abandonadas y obras faraónicas congeladas. En las últimas décadas, ambas llevan sufriendo una fuerte desindustrialización. con despidos masivos y cierres. Para reforzar su compromiso con la industria del norte, el convoy del presidente hará varias paradas en puntos clave: este lunes estará presente en Pont-à-Mousson, sede de la farmaceútica Novasep, y el próximo jueves parará en Maubeuge, en la fábrica Renault-Nissan. Aunque sin parada confirmada, también pasará cerca de la acería Ascoval, la cual el Ejecutivo pretende salvar de un cierre inminente durante el próximo mes.
Alexandra F.Coego. París. La Voz de Galicia, lunes 5 de noviembre del 2018 

martes, 6 de noviembre de 2018

París quiere ser capital del arte en la Europa del Brexit

Las mujeres suspendidas de la artista española Pilar Albarracín
en La Fiac 2018
Artistas, coleccionistas y galeristas se reunieron en cónclave en octubre en París. La 45º edición de la Feria Internacional del Arte Contemporáneo (Fiac) arrancó el jueves 18 de octubre en el Grand Palais de la capital francesa con casi 200 galerías invitadas y la esperanza de igualar la plusmarca del año pasado, cuando la cita congregó a más de 75.000 visitantes. Los museos de la ciudad han aprovechado esa semana para inaugurar sus grandes exposiciones para la temporada otoñal, en una demostración de fuerza con escasos precedentes, que parece destinada a recuperar posiciones en el sector frente a las turbulencias que anuncia el Brexit en Reino Unido. 
La rivalidad es sólo simbólica, ya que Londres sigue ganando de lejos en volumen de ventas, aunque la amenaza pesa sobre la economía de la isla. La reciente Frieze, la gran feria celebrada a comienzos de octubre en la capital británica, se distinguió por su pesimismo ambiente, provocado por las inciertas consecuencias de una salida de la Unión Europea, prevista para marzo de 2019, en el primer mercado del arte en Europa. Según un informe de Art Basel, el valor generado en 2017 por las ventas de obras de arte en Reino Unido supuso un 62% del total en el continente europeo..."El comercio odia la incertidumbre y muchos marchantes como los banqueros, planean trasladar sus hogares a Bruselas o París", señaló Le Monde hace pocos días. "Desde que la situación ha cambiado en Gran Bretaña, muchos ingleses se marchan a Francia", confirma también el galerista  londinense Ben Brown. Sin embargo, otras voces opinan que Londres no se dejará ganar tan fácilmente. Y que todo dependerá de la política fiscal que ponga en marcha tras el Brexit. "Europa no tiene centros del mercado del arte que puedan competir con Londres, descartó el galerista británico Brett Gorvy a The New York Times. "¿Puede París reconquistar el mundo del arte? No creo".
Sin embargo, si en la Frieze de Londres reinaba cierta melancolía, en París triunfa el optimismo. "Hoy ya nadie piensa que en París no sucede nada", resume la directora de la feria, Jennifer Flay, que asumió el cargo en 2003 junto a Martin Bethenod, actual director de los museos del multimillonario François Pinault en Venecia. Cuando se colocaron al frente de la Fiac, ésta se había convertido en una cita en declive, desterrada a un recinto ferial en la periferia de la ciudad y abandonada por las grandes galerías internacionales. Pero los peces gordos que la desertaron durante años, vuelven a ocupar sus pasillos. Por ejemplo las galerías suizas como Hauser&Wirth y Gmurzynska han regresado a esta edición. La primera con un stand temático sobre la noción del deseo y la plana mayor de sus artistas, de Louise Bourgeois a Philip Guston, de quien el primer día se vendió un óleo valorado en 5,2 millones de euros. La segunda con obras de Yves Klein puestas en escena por Alexandre de Betak, el diseñador de los grandes desfiles de moda.
La cifras siguen siendo favorables a Londres, pero París piensa dar guerra. "Cada vez más coleccionistas estadounidenses tienden a preferir Fiac que Frize", explica el director de la galería británica White Cube, Saris Alexandrian.
Álex Vicente. París. El País, domingo 21 de octubre de 2018.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Crónica de un mal viaje

Fotograma de Climax
Cineasta provocador como pocos, a Gaspar Noé siempre le ha gustado romper con lo establecido, empezando ya por invertir el orden en la propia continuidad narrativa. Ese hecho, marca de la casa, lo vemos una vez más en su último experimento, Climax, que se llevó el premio a la mejor película en Sitges. Empezando con los títulos de crédito (que a su vez están dispersos entre el inicio y sucesivas irrupciones  ya mediado el filme), y una secuencia en la nieve que pertenece al propio final. Noé anticipa lo que premonitoriamente será un viaje de la euforia y la alegría al descontrol de la locura.
La historia, se nos informa, está basada en hechos reales acaecidos en los años 90, y nos muestra una veintena de bailarines de danza urbana reunidos en un edificio aislado en medio de la nieve, que, tras un último ensayo -que vemos en una increíble escena de danza inicial que por sí sola ya justifica el visionado del filme- se lanzan a una celebración que pronto se les va de las manos al ser la bebida adulterada con algún tipo de droga.
El filme en el que la música y el baile no cesan en prácticamente ningún momento, evoluciona de película de danza al género quasi de terror sin apenas respiro. Los referentes están claros desde el inicio, en el cual, enmarcando un monitor donde se suceden entrevistas a los bailarines, se halla un compendio de libros y películas que incluyen, entre otros, Suspiria, de Dario Argento; La posesión, de Andrzej Zulawski, o el Saló de Pasolini.
Climax es una película que fascina e incomoda a un tiempo. La cámara danza a la par de esos cuerpos hermosos que bailan entre lo hipnótico y lo brutal, les sigue en largos planos de secuencia, se distancia y nos muestra sus piruetas en un cenital absoluto, y finalmente opta por romper las propias leyes de la gravedad y se vuelve "del revés", en una somatización absoluta con las vivencias de estos seres, empujando al espectador a zambullirse en un mal viaje en el cual se esfuman las inhibiciones, caen las máscaras y los instintos prevalecen.
Música electrónica, baile y claustrofobia. Un Gaspar Noé desatado y en estado puro con todas sus obsesiones volando libres.
Sabela Pillado. La Voz de Galicia, jueves 19 de octubre de 2018.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Nuevas miradas sobre París

París siempre ha tenido una presencia constante en la ya larga vida de Leer y tejer. En las 1.518  entradas con las que cuenta hoy, me atrevo a asegurar que París, no solo por el número de reseñas dedicadas  a la ciudad bajo la etiqueta de "cuadernos de viaje"(cómputo pendiente por hacer), sino también, porque de alguna manera, en los espacios dedicados al cine, al arte, , la literatura, o a mis impresiones, en muchos de ellos se asoma o se esconde París. De unos meses a hoy, nuevas miradas sobre la ciudad me fueron llegando a través de los ojos de algunos viajeros que me envían sus fotos,  de algunos libros de reciente lectura, de los artículos que selecciono para alimentar el blog y por supuesto del día que pasamos en París  al final del viaje a la Loire.

Como he contado en la entrada del 29 de julio de este año: Ce que tu aimes le plus à Paris, fué a través de los ojos de la lectora del curso pasado, M.G.  cómo rehice el trayecto  desde la Sainte Chapelle , le Quartier Latin, la Seine.... , mi "esencia de París". Entre las fotos que me envió, encuentro ahora una de un lugar que no conocía: Ladurée, un salón de té de los Campos Elíseos de 1997  que recrea el ambiente de la misma firma de la Rue Royale de 1862. A los Campos Elíseos fue precisamente a donde nos dirigimos en nuestra tarde noche del 3 de octubre después de una cena a bordo de un bateau-mouche que me ofreció una de las imágenes más bellas de un atardecer en París: la Tour Eiffel y la Estatua de la Libertad, hermanadas sobre el Sena. Es cierto que mi mirada es ahora diferente después de mis dos recientes viajes a Nueva York, la razón por la que me agrada tanto la conjunción de las dos.  En los Campos Elíseos se encuentra el Lido, el lugar elegido por la organización del viaje para nuestra soirée. Era mi primera vez en un cabaret  cuyo espectáculo, cuidado, elegante con alusiones a la historia de París me sorprendió gratamente. Estábamos alojados en un ibis de Quercy, justo enfrente de la famosa Biblioteca de Francia. Por la mañana, mientras esperábamos al resto del grupo a las puertas del hotel pensé cómo cambia la percepción de las cosas. Fuí una entusiasta admiradora de esta Biblioteca y del presidente que impulsó el proyecto, François Mitterand. Llevaba a los grupos de alumnos y con mis explicaciones buscaba acrecentar su admiración por este espacio en el que ahora no encuentro ninguna belleza y veo extraño en el conjunto de París. Ya en el autobús en una luminosa mañana de otoño que me depara un París de ensueño visto a través de un finisima cortina tr.ansparente que forman los árboles todavía con hojas, tamizadas por el sol. De la rive droite a la rive gauche  cruzando algunos puentes, de una a otra orilla, el autobús, obligado a detenerse por el tráfico en algunos puntos nos ofrece  un paseo  clásico por el centro de París hasta la hora del almuerzo antes de conducirnos al aeropuerto donde el viaje toca a su fin. Cautivada de nuevo por la ciudad pero consciente de que hay otras nuevas miradas no tan idílicas como la que presento hoy.

Había prometido a un antiguo lector del instituto J.B. con el que tuve una muy buena relación, hoy profesor en un collège de la banlieue de París que nos veríamos en mi paso por la ciudad. Tuve que renunciar a ello debido a lo cargado del programa. Para compensar el no haber podido vernos nos hemos escrito en estos días pasados. Y nos hemos despedido con la promesa de enseñarme los secretos de su París. Su relato sobre su vida de profesor en Clichy -Sous-Bois,  un barrio sensible,  me hizo recodar lo que se oculta tras ese decorado de postal de este último viaje a París. O el París de L'art de perdre de Alice Zeniter que reservo para otro dia. 

Carmen Glez Teixeira

sábado, 3 de noviembre de 2018

Pérez-Reverte "lleva" a su espía a París

7, rue des Grands-Augustins
Ante el edificio de tres plantas del 7, rue des Grands-Augustins, un anciano con una gorra calada se ha quedado encerrado en el patio porque no conoce el código de apertura de la reja. Al carecer los presentes de las habilidades de Falcó para profanar las cerraduras con una ganzúa, la operación de rescate requiere vocear a los vecinos y se resuelve, por tanto, sin la sutileza y la clandestinidad características de las novelas de espías "canónicas", en las cuales se encuadra, según dice Arturo Pérez-Reverte, Sabotaje, esta tercera entrega de las correrías de su despiadado y al mismo tiempo seductor agente secreto...El incidente del anciano a mediodía impide abstraerse en la contemplación del edificio que albergó el estudio de Picasso durante la concepción, por encargo de la República, del Guernica, cuadro que juega un papel importante en la novela a partir del mismo título, pues Picasso y no otro es el objetivo del sabotaje para tratar de impedirle contribuir con su arte a la propaganda republicana. La otra trama alude a un aviador combatiente en España y al mismo tiempo practicante del turismo de guerra intelectual que se parece sospechosamente a André Malraux aunque el autor le haya cambiado el nombre, como a otros personajes reconocibles, para poder tomarse con ellos licencias ficticias...
El estudio de Picasso estuvo ubicado en pleno Barrio Latino, cerca de Saint-Germain y de la calle Fleurus donde recibía Gertrude Stein. Es decir, en el núcleo mismo de la Generación Perdida, cuya impronta es visible en ese París de Pérez Reverte que parece orbitar alrededor de cafés como Les Deux Magots y donde el carisma de los novelistas americanos, muchos de los cuales ya se marcharon, ha sido sustituido por la angustia de los refugiados cuyo mundo, como el de Zweig, está desapareciendo porque provienen de la Europa en la que ya se ha abatido la ola parda -Pérez Reverte augura otra para Europa:"Lo pardo siempre está ahí"- de la que tantos todavía se sienten a salvo mientras hacen vida hedonista y cabaretera en la Ciudad de la Luz...
David Gistau. El Mundo, miércoles 3 de octubre de 2018